Un estudio importante desarrollado en el año 2023, arrojaba que 8 de cada 10 venezolanos desconfiaban del otro y en la edición más reciente la cifra es aún más compleja ya que evidencia que el 89% de los encuestados considera que no se puede confiar en la mayoría de las personas. Quienes menos confían son las personas de edades comprendidas entre 35 y 44 años. Y el 62% del total de encuestados cree que la mayoría se aprovecharía de ellos si tuvieran la oportunidad.
Está demostrado que un saludable tejido social con base en la confianza es el cimiento de una sociedad que es capaz de progresar y Psicodata 2024, un estudio elaborado por especialistas en diversas áreas y coordinado por la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello pone frente a nosotros muchas señales de alerta. En esta investigación se incluyeron preguntas sobre temas fundamentales en distintas dimensiones entre los que se encuentran la percepción sobre asuntos como ansiedad y depresión, factores de estrés, desesperanza, resiliencia, confianza en el otro, control personal, religiosidad, apoyo familiar y social, miedo colectivo, disfunción social y clima socioemocional. La muestra incluyó a mujeres (51%) y hombres (49%) de todo el país y de todos los sectores laborales. En una muestra representativa de la sociedad venezolana.
Mucho se habla de que el venezolano durante tantos años de crisis ha sabido salir adelante, “resolver” como se dice en criollo y seguir hasta superar esa maraña de obstáculos de índole social y económica que enfrentó y en buena medida sigue enfrentando. Lo que poco se dice es que esa resiliencia ha dejado marcas, ha tenido un alto costo y el estudio nos muestra parte de esas secuelas.
Por ejemplo, sólo 1 de cada 10 entrevistados fue a una consulta con un especialista médico en los últimos 2 años y en cuanto a los motivos más comunes de consulta reportados se encuentran la depresión, el duelo, la ansiedad, problemas personales o familiares y razones médicas asociadas a condiciones psicológicas. Por otra parte, el estudio muestra que 54% afirmó que el ambiente nacional es de miedo o ansiedad; la mitad (50%) piensa que es de enojo, hostilidad y agresividad en la gente y, también, 50% opina que el estado de ánimo es bajo (tristeza, pasividad). La desesperanza fue otro de los temas sobre los que se pidió opinión. En este mismo ámbito, la mayoría de la población reportó bajo (53%) o ningún (7%) nivel, mientras 38% refirió niveles moderados. Sin embargo, casi la mitad (49%) de las personas con un nivel educativo bajo registró moderada o alta desesperanza, en comparación con los de nivel educativo alto (32%). De acuerdo con el profesor Ángel Oropeza, “la vulnerabilidad social es el foco de Psicodata. Y ésta se refiere a un conjunto de factores del entorno que influyen en las reacciones conductuales de la gente. A su vez, está relacionada con la posibilidad de sufrir trastornos psicológicos y de salud”.
Pero no todo es negativo, en el lado luminoso del estudio 75,7% de la población afirmó que el ambiente es de esperanza, 60% lo percibió como de solidaridad o ayuda mutua, 60% de tranquilidad para hablar y 54% de alegría. Sin embargo, solo 3 de cada 10 (33%) dijeron que el ambiente general afectivo del país es muy bueno y 1 de cada 4 (14%) afirmó que la situación económica es muy buena.
Cada una de estas variables permite entender la magnitud de los retos que tenemos por delante y cubre la brecha que genera la falta de datos oficiales o la imposibilidad de confiar en los pocos que ofrecen las instituciones gubernamentales si se toma en cuenta que el último censo de población en el país se llevó a cabo antes de que la diáspora fuera un término conocido por todos y que en todas las familias hubiera algún familiar o amigo integrante de ella. Además, no existen datos oficiales sobre natalidad y mortalidad creíbles ni tampoco las causas más frecuentes de muerte o las enfermedades que más aquejan a la población. El aumento del número de suicidios es alarmante pero tampoco hay una suma definitiva por lo que nos hemos acostumbrado a vivir en un país de información extraoficial, de números aproximados. Afortunadamente para el país, la Universidad sigue viva y la investigación no se ha detenido como lo demuestran estudios como Encovi o el que venimos citando.
Por eso, para hablar de un deseo de cambio en Venezuela es indispensable entender las transformaciones que ha experimentado nuestra sociedad en los últimos años. No bastará con planes económicos, planificación de infraestructura y cambios en el sistema educativo, sino que junto a esto habrá que considerar propuestas como las que los investigadores de Psicodata 2024 ofrecen: llevar la salud mental de un tema personal a uno de salud pública en todas las instancias de la sociedad y adelantar un programa nacional de prevención del suicidio.
Los líderes de esa nueva Venezuela que anhelamos, más allá de inclinaciones ideológicas, deben escuchar y consultar constantemente a los investigadores universitarios porque en muchos de los estudios que se realizan en nuestras máximas casas de estudio hay claves indispensables para crecer y transformarnos en una mejor como sociedad.
María Eloina Conde
Julio, 14 de 2024
@MariaEloinaPorTrujillo