Por: Luis A. Villarreal P.
Independientemente de lo que pueda ocurrir en la repetición de elecciones en Barinas el próximo 9 de enero, incluso con un ‘sorprendente’ triunfo de la Oposición, la situación que realmente se debe afrontar sigue siendo otra, por no decir la misma que desde años espera el pueblo de Venezuela; cual es, el cambio para poder comenzar la recuperación de sus instituciones, su economía, y la funcionalidad de todos los servicios que requiere la población.
En el caso Barinas —que lógicamente capta expectación—, hay pequeños partidos insistiendo en sus ‘puntuales’ agendas para incidir —dividiendo la votación— a favor del oficialismo. Tal parece es el denuedo de Fermin, y de quienes en esta cruzada siendo alacranes pretenden incluso ser parte de la candidatura opositora, como si nada. Es como darle mayor ‘realismo’ a la infiltración y al cinismo de estos intérpretes del extravío político. Estos grupos cuestionados, usurpadores de partidos judicializados, solo buscan camuflarse como dirigentes políticos, sin serlo realmente, para cooperar con el régimen y en calaña de supuestos opositores hacerle publicidad negra a la Oposición que sí quiere un bien para Venezuela.
La discusión sobre la forma de afinar y robustecer la lucha por el poder nacional, es cumpliendo con el propósito de la Unidad legitimada y reestructurada. Lo ideal sería que satisfecho ese punto se puedan abordar las coherentes e inconexas propuestas que ya están en vox populi. Unas, sin fijarse tanto en la secuencia de la lucha ni tampoco en sus implicaciones negativas y desventajosas. Otras, que si propenden a llevar el hilo de lo que se ha hecho, y de accionar sin dejar tantos cabos sueltos, sobre todo pensando en no acudir a procesos donde no hay probabilidades de éxito, teniéndose en cuenta que el aferrado sector oficialista tiene todos los recursos para salir airoso, para dejar una vez más en ridículo y bien burlado, al sector opositor.
Este año que termina, habiendo comenzado con tanto optimismo, nos deja el sabor amargo de haber hecho muy poco para avanzar, aunque cumpliendo con la tendencia principalmente internacional, cual era —y sigue siendo— permanecer en la ilusión del diálogo y las elecciones; es decir, en ese segmento de impotencia y pérdida de tiempo, que no es sino un reducto; el incómodo y hasta ocioso espacio donde se complace la inoperancia política de los sectores influyentes y acomodaticios internacionales.
Seguimos en lo mismo, pero con mayores requerimientos y ‘responsabilidades’ en la espalda de la Oposición, y por supuesto a la expectativa de la desenvoltura de los ‘líderes’ partidistas y también de otros factores que siguen jugando en cámara lenta, tomándose todo el tiempo, incluso soñando primero con los pasos que vendrán después y no con los que son necesarios ahora. La dirigencia partidista no escatima en darnos a saber que cada uno tiene agenda propia, de acuerdo a sus prioridades que no son ‘necesariamente’ las del país. Así de altivos continúan los criollos liderazgos, sin humildad, sin pararle a la negativa opinión que el país e internacionalmente se tiene de ellos.
Las preguntas, ahora son: ¿qué pasa si Guaidó y de quienes lo respaldan no acceden al reemplazo del ‘gobierno’ interino por otra estructura? ¿Qué harán quienes ya han aclarado que no lo apoyarán? Creo que de no superarse este aspecto, quedaremos peor: más divididos. En caso de que no deseen legitimarse en medio de una votación en el ámbito opositor, como más o menos plantea MCM con la conformación de ‘una nueva dirección política opositora’, esta grieta seguirá abriéndose, y será un descalabro del que no se sabe quién podrá influir para remediarlo.
Por ahora, concluiremos el año y empezaremos otro de la misma forma, con optimismo; pero ojalá no concluya como el que hemos vivido, sin éxitos en el afán de rescatar a Venezuela. Feliz Año 2022.
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