Moscú, 22 may (EFE).- La muerte del presidente de Irán, Ebrahim Raisí, y el atentado contra el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, han sido un duro revés para el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, muy necesitado de aliados en medio de las presiones de Occidente.
«Como verdadero amigo de Rusia, realizó una inestimable contribución personal al desarrollo de las relaciones de buena vecindad entre nuestros países e hizo grandes esfuerzos para convertirlas en una asociación estratégica”, dijo Putin en su telegrama de condolencias a Teherán.
En menos de una semana, Putin ha perdido a dos amigos -Fico está fuera de peligro, pero necesitará tiempo para recuperarse- en la lucha contra las sanciones económicas occidentales y que se oponían fervientemente al apoyo de la OTAN a Ucrania.
Irán, suministrador de armas
Irán se ha convertido en los últimos años en el principal suministrador de drones para Rusia, aspecto en el que Moscú está muy atrasado con respecto a Kiev, que golpea la retaguardia rusa a su antojo con aparatos no tripulados de ala fija.
Los temidos Shahed, de los que Teherán ha proporcionado miles a Moscú desde el comienzo de la contienda, han hecho estragos en los puestos de mando, la infraestructura energética y también en las ciudades ucranianas.
Según la prensa occidental, Teherán también habría proporcionado al Ejército ruso misiles balísticos, contrato cerrado durante la reciente visita al país pérsico del entonces ministro de Defensa ruso Serguéi Shoigú.
Otro régimen denostado por Occidente, pero aliado de Moscú y Teherán, Corea del Norte, se sumó a mediados de 2023 al esfuerzo militar ruso con diferentes equipos, pero principalmente munición y proyectiles para artillería.
Aliados en Oriente Medio
Lo que empezó como un matrimonio de conveniencia entre Putin y dirigentes como Rohaní, se había convertido con Raisí en una relación estratégica. Putin viajó hace dos años a Irán y Raisí visitó Moscú en dos ocasiones desde enero de 2022.
En su última reunión a finales del pasado año, ambos líderes coincidieron al denunciar el uso desproporcionado de la fuerza contra los palestinos por parte de Israel, que respondía al brutal ataque de Hamás.
Raisí, cuyo país da cobijo y financiación a Hamás, denunció en Moscú la grave situación en el enclave palestino de Gaza, donde «cada diez minutos muere un niño».
Irán juega un papel vital en los planes de Putin de convertirse en árbitro en Oriente Medio y en voz de los países no alineados con Occidente, especialmente en el mundo musulmán, donde Moscú ha forjado también buenas relaciones con Turquía y Arabia Saudí.
De ahí la renuencia a culpar al integrismo islámico del atentado yihadista de marzo contra una sala de conciertos a las afueras de Moscú y la insistencia en responsabilizar a Ucrania sin presentar prueba alguna.
Eso sí, el Kremlin no quiere enemistarse con Israel y, de hecho, en conversación telefónica en abril pasado Raisí prometió a Putin que no está interesado en una mayor escalada en Oriente Medio y que el ataque de respuesta a Israel tenía un “carácter limitado”.
Nuevos centros de influencia
Los dos países posiblemente más sancionados del mundo firmaron en diciembre pasado una declaración conjunta contra las sanciones de Occidente después de que en 2023 se desplomaran los intercambios comerciales tras un incremento del 20 % en 2022.
Rusia siempre ha abogado por reanudar las negociaciones nucleares con la república islámica, criticó duramente la renuncia de EEUU al acuerdo alcanzado en su momento sobre el programa nuclear iraní e ingenieros rusos construyen dos nuevos reactores en la central nuclear en Bushehr, a orillas del Golfo Pérsico.
En el marco de la creación de nuevos centros de influencia a nivel mundial, como lo llama el Kremlin, Irán ingresó en enero pasado en el grupo de países emergentes BRICS. Y, no sin ayuda de Moscú, en julio de 2023 los iraníes también accedieron a la Organización de Cooperación de Shanghái.
Fico, el seguidor de Orbán
Poco importa que Rusia siempre se haya negado a considerar a Fico, igual que en el caso del líder húngaro, Víctor Orban, un político prorruso, sino un dirigente que defiende la soberanía de su país ante la injerencia externa.
Desde que regresara al poder, Fico se opuso a las sanciones europeas contra Rusia, al suministro de armamento a Kiev y también al ingreso en la OTAN, ya que, según sus palabras, eso significaría la Tercera Guerra Mundial.
Y en enero pasado aseguró abiertamente que Ucrania es un país subordinado al dictado de EEUU y le instó a hacer concesiones territoriales, ya que consideró irreal pedir a Rusia que renuncie al control de la anexionada península de Crimea y el Donbás.
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