Por: Luis A. Villarreal P.
Siempre a la expectativa de lo que ocurre en relación a la ruta de Primarias y Elecciones Libres, seguimos observado que no sucede algo convincente que calme la incertidumbre, la comprensible impaciencia de querer saber si estamos ganando terreno en la búsqueda de la Unidad que tanto se requiere para intuir siquiera que estamos dando los pasos que debiéramos, para aproximarnos a esa cruzada en la que se busca la sólida candidatura que competirá contra el oficialismo y su propósito de continuar en ejercicio dictatorial.
Como era de esperarse, aun cuando ya está trazado el camino de Legitimación, Primarias y Elecciones Libres, siguen oyéndose voces disidentes que buscan otra forma de seleccionar al candidato opositor, en un arte de simplificar —sacrificar— las Primarias, con la idea de lograrlo por la vía del ‘consenso’.
Podría suponerse que tal actitud es miedo o menosprecio a la participación del electorado; un burdo atajo que permita ‘seguir con la fiesta’; más aún cuando hoy día es difícil escoger dentro de una oposición partidista tan deficiente y precariamente fiable, que no interpreta la necesidad del cambio, la vuelta a la vida democrática.
Suponemos que bajo esta lastimosa situación ya se tienen tomadas las ‘precauciones’ de líderes y partidos gobierneros, que por sus carencias y dificultades tienen listos y entaparados sus posibles candidatos —outsiders— sin trayectoria política que la algarabía se encargará de ratificar y seguir. Llegados a este punto, en el que el zapatero no se encargará de los zapatos sino de algo más complejo como gobernar, es sin duda una hora aciaga para Venezuela.
En realidad, ateniéndonos a las circunstancias nunca vistas en la vida democrática venezolana, nuestro país requiere de una transformación radical, lástima que esto quiera decir más Constituyente, para empezar otra vez desde cero, repitiendo una vez más nuestra ajetreada y accidentada historia constitucional.
Son secuelas de deficiencias constitucionales y del peculiar —vicioso— comportamiento ‘político’ de los venezolanos. Y es que ninguna constitución tendrá éxito, ni será perdurable si en su redacción no se satisfacen los requerimientos organizativos de la vida institucional y verdaderamente democráticos de la nación; es decir, si en la misma no se establecen las razones realmente políticas, sin que prevalezcan los intereses sectarios y egoístas para acceder y ‘jubilarse’ en el poder como necios, a través de proyectos y prácticas populistas o pseudo nacionales.
De las pocas declaraciones que se dan en el ámbito opositor siguen persistiendo otras actitudes que tienen que ver con la ralentización del proceso en curso: Legitimación, Primarias y Elecciones Libres; y por otras que no dejan de ser obstruccionistas, y más que eso caprichosas por querer imponer pormenores —a lo mejor innecesarios— de ese proceso establecido, entre cuyas coherentes determinaciones está la de prescindir del CNE.
Una de las pruebas de fuego para la oposición tiene que ver con las sanciones y con la disposición de capitales retenidos. Porque ante estas ‘tentaciones’ yergue la posibilidad de fortalecer al régimen que se hará de recursos no para repartirlos equitativamente entre gobernaciones y municipios, sino para mitigar al pueblo desasistido en precampaña electoral, lo que sin duda lavará las culpas del gobierno cuestionado y destacará ‘las consecuencias’ del supuesto ‘bloqueo’ y ‘guerra económica’.
En pro de la suspensión de sanciones hay opositores —incluso en funciones de gobierno— que con astucia y no con inteligencia pretenden beneficiarse electoralmente y a dos bandas: ‘haciendo política social’ en sus jurisdicciones, y sonriéndole como ingenuos al oficialismo.
La Plataforma Unitaria Democrática no deja de ser ‘cautelosa’, porque no ha dicho más sobre el ‘sistemático’ cumplimiento de sus programas y propósitos hechos públicos. Por ello nada concreto se sabe de la prosecución del Diálogo en México, que pese a la insistencia de opositores ante la Casa Blanca, ha caído en un misterio. Solamente que —según Omar Barboza, secretario ejecutivo de la PUD— hay posibilidades de que se reanude en la primera quincena de agosto.
Lo más reciente, en relación a la posición de Estados Unidos, es que el presidente Biden —a través de su delegación enviada a Bogotá con motivo de la investidura presidencial en ciernes de Petro y la despedida de Duque como gran aliado— le ha aclarado en términos de ‘igualdad’ al presidente electo que Guaidó seguirá siendo el Presidente de Venezuela hasta que haya Elecciones Libres. Esto último puede resultar halagador para el ‘Presidente Interino’, pero la dualidad de agenda establecida entre Washington y Caracas sigue compilando dudas sobre el difuso y atenuado rol de EUA; sobre todo cuando también el gobierno estadounidense ha mostrado su ambigüedad al expresar sin ambages que ‘respetará’ el restablecimiento de relaciones colombo-venezolanas. Sobre estos aspectos debe oírse la protesta opositora.
Tampoco se sabe sobre el reglamento que comprometerá a los partidos, y en general de posibles avances en la organización de las Primarias, ni de los procedimientos que se asumirán para garantizar un proceso en el que brille la participación de los electores y la confianza de partidos mucho más allá de la hegemonía del G4, por supuesto exceptuando el CNE, e incluyendo electores que residen en el exterior.
.