En vista de que la masa no está pa’ bollos en el enigmático mundo de la oposición partidista, por fuerza de gravedad se está hablando de la realización de ‘unas primarias’, porque supuestamente es el camino para ir más ‘organizados’ a las aspiradas elecciones que sin mácula —limpias, puras y observadas— pondrán el poder político en manos opositoras para dar inicio a la reconstrucción de Venezuela.
Reticentes y pragmáticos hablan de ello como posibilidad —única—, partiendo de los lapsos constitucionales; algunos aceptando a regañadientes la elección presidencial para el 2024; otros, con objeto de darle mucho más perfil a la oposición.
Eso sí, pareciera que la mayoría (¿?) está realmente convencida de la necesidad de legitimar los cuadros opositores y sus líderes con la participación abundante y contundente de los venezolanos, que son los que darán ‘luz verde’ para despejar el camino y cerrar filas en torno al liderazgo opositor que salga favorecido para enfrentar al oficialismo en las elecciones presidenciales.
El desempeño de la oposición partidista sigue mostrando absoluta indiferencia hacia el ansiado propósito de Unidad, y nos produce decepción.
Observemos:
La Causa Radical (Causa R), en un comunicado a través de twitter, hizo la propuesta de realizar las primarias en el mes de enero 2023, con miras a elecciones presidenciales del 2024, y rechazó cualquier otra proposición que dilate más dicha elección; Andrés Velásquez quedó autorizado para contactar con las demás organizaciones al respecto; también hizo referencia sobre las reformas que han de efectuarse al sistema político venezolano, tales como: profundización de la descentralización, elecciones a dos vueltas y eliminación de la reelección indefinida.
Lo primero, es lo que no queremos aceptar: la espera hasta el 2024. Y porque las primarias aún no tienen consenso —la aceptación de todos— no nos termina de convencer que ahora sí hay un punto de apoyo verdaderamente Unitario.
Lo segundo, es que tales aspiraciones —como cambiar o modificar el sistema político— sólo se corresponden con la replanteada reforma constitucional, y, más que eso, con la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente que redacte y apruebe un nuevo texto para ‘poner en orden’ la fisonomía política del Estado venezolano.
María Corina Machado, Coordinadora Nacional de Vente Venezuela, convencida de que hay que legitimar el liderazgo opositor, se ha expresado de manera terminante — comprensible y convincente—, advirtiéndonos: «para que en Venezuela haya una elección de verdad, primero tenemos que elegir una nueva dirección política. Pero no dentro de tres años. Hoy».
María Corina cree que para realizarse ‘esas’ primarias han de cumplirse cinco condiciones básicas:
—cero CNE,
—cero TSJ,
—cero Plan República,
—cero máquinas. Voto
manual,
—todos los venezolanos
pueden votar, dentro y fuera
del país.
Precisó incluso, que es necesario distinguir a quienes ‘de verdad’ se oponen al régimen y a los que cooperan con él. Enfática expresó que «no cuenten con nosotros para lavarle la cara… […] Para simular una normalización que pretende hacerle creer al mundo que Venezuela se está arreglando. […] Para aceptar migajas y vender la idea de que el régimen piensa hacer una elección limpia y libre para el 2024».
Acotó además MCM que «lo que más le conviene al régimen es ver este gentío metiéndose en una feria electoral, con pitos y banderas, promoviendo candidatos en un país de fantasía que está controlado por la tiranía».
No obstante —según costumbre opositora: cada quien por donde le parece— partidos como Fuerza Vecinal, Alianza Lápiz, MAS, y otros de los tantísimos, han considerado que el CNE podría dar ‘apoyo técnico’ para realizar las elecciones primarias opositoras, en vista del ‘compromiso’ presidencial supuesto para el 2024.
Otro de los eventos que llamó poderosamente la atención fue el acto de graduación en la Universidad Simón Bolívar, en el que una aguerrida graduando, ejerciendo el derecho de palabra frente a los responsables del claustro y demás compañeros de grado, echó en cara a los representantes académicos sobre la falta de ética e indignidad a la que estaba sometida la misma, al no permitirse elegir las autoridades con el el voto estudiantil sino con el dedo del oficialismo y sus brazos ejecutores. Esta alocución hizo que la representación rectoral oficialista —o del partido rojo— se retiraran ipso facto del recinto de graduación.
Es apropiada manera —coherente con el espíritu universitario— de reivindicar lo que debe ser la universidad y su autonomía, cuál debe ser la actitud y valentía estudiantil frente al inicuo estado de cosas que ha querido hacer del Alma Mater un antro de ideas pasmadas y obedientes, cuando ha de ser todo lo contrario.
Mientras la invasión rusa a Ucrania se reacomoda, para posiblemente asestar el golpe de gracia que no ha podido dar por la valentía y patriotismo del pueblo ucraniano —lo que explica su elevado nivel moral en el campo defensivo—, la lucha venezolana se ve en entredicho o en plano secundario, esperando a ver qué ocurre con la batuta estadounidense: petróleo por alivio de sanciones, presión para elecciones verdaderas, libres y limpias.
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