Las instalaciones de la Sociedad Anticancerosa del Estado Trujillo (Sadet) en Valera, fue el escenario para que el anatomopatólogo Alberto Briceño, presentara un análisis clínico-médico sobre la “Autopsia de Cristo”, para conocer las causas que ocasionaron la muerte del Hijo de Dios.
“Este análisis busca saber las verdaderas causas que a nuestro Señor Jesucristo fue dado de muerte, una muerte médico legal, luego de haber sido enjuiciado ilegalmente, un juicio político, religioso que lo condujo a todo tipo de sufrimiento, le hacemos una autopsia desde el punto de vista virtual, donde vemos todas las lesiones internas y externas. Llegamos a la conclusión de que la muerte se produjo potencialmente por asfixia, hipovolemia (disminución del volumen sanguíneo, desangrado) provocado por múltiples heridas inciso-contusas, equimosis, erosiones, excoriaciones y hematomas en la parte anterior y posterior del tronco y finalmente un paro cardiaco”.
La autopsia
El Doctor Alberto Briceño indicó en su ponencia que sobre la mesa de autopsia virtual se encuentra el cadáver de un varón, de aproximadamente 30 a 35 años de edad, identificado por un nutrido grupo de seguidores como Jesús de Nazaret, del que aseguran que tiene 33 años, hijo de José y de María, crucificado tras ser condenado.
En el examen externo se aprecia un buen estado físico, pese a las lesiones que ha sufrido. En la cabeza destacan múltiples pequeñas heridas punzantes (pinchazos), incisas (cortes) e inciso-contusas (cortes unidos a golpes o cortes producidos por instrumentos no cortantes), de disposición en forma de coronal o de circunferencia, que abarca la parte superior de la frente y se continúa hacia atrás por ambos lados de la cabeza, afectando a los huesos parietales, temporal y al occipital.
Las heridas son profundas, afectando a toda la galea capitis (cuero cabelludo) y llegando hasta la tabla externa de los huesos mencionados. Los pabellones auriculares se hallan igualmente perforados por la acción de instrumentos punzantes (pinchos).
A consecuencia de las profusas hemorragias provocadas por las múltiples heridas, es de mencionar que casi todo el cabello se encuentra, en toda su longitud, empapado en sangre húmeda o con costras originadas al secarse. Todas las lesiones sufridas son compatibles con las que produciría una corona de espinas como la que se describe que llevó el finado.
En el tronco, tanto en su parte anterior (pecho) como en la posterior (espalda) se aprecian múltiples lesiones, donde predominan las contusiones en forma de equimosis, equimomas y hematomas (cardenales), algunas de ellas de carácter longitudinal en forma figurada que reproducen los objetos que las produjeron, muy probablemente por una o varios flagrum (especie de látigo de correas o tiras).
Por la violencia de los golpes y/o por la reiteración de los mismos en ciertas zonas, se han producido soluciones de continuidad, apareciendo heridas contusas longitudinales, erosiones (arañazos superficiales) y excoriaciones (arañazos profundos, donde aparece sangre).
En algunos puntos del cuerpo las heridas contusas son especialmente profundas, produciendo un gran desgarramiento muscular y también hemorragias profusas. Todas estas lesiones predominan sobre todo en la parte posterior del tronco. Finalmente, en la zona costal derecha, anterolateralmente, destaca una herida incisa profunda, con evidentes signos de haber producido una abundante hemorragia.
En ambas extremidades superiores, casi a la altura de las manos, en la zona carpiana, se aprecia una herida punzante transfixiante (que atraviesa), con bordes contusos y signos de desgarramiento por haber soportado gran peso, probablemente el del cuerpo.
En las manos, en la palma y en la eminencia tenar, se aprecian erosiones y excoriaciones, compatibles con las producidas al apoyarse en el suelo tras una caída. En las extremidades inferiores se aprecia, en ambos pies, una herida punzante transfixiante de bordes contusos. Las rodillas aparecen con erosiones y excoriaciones, probablemente por haberse caído y golpeado sobre las mismas.
En el examen interno (según el análisis virtual) se apreciarían signos propios de una hipoxia-anoxia, hemorragia masiva, shock hipovolémico, con palidez de mucosas y de órganos internos como los pulmones, el hígado y los riñones.
Además se encuentra una cantidad muy limitada de sangre en cavidades cardiacas y en los grandes vasos arteriovenosos. Existirían signos de asfixia en cerebro y pulmones, todo ello compatible con una agonía prolongada.
Consideraciones médico-legales
El médico de la Sadet explicó que es necesario realizar una serie de razonamientos (llamados consideraciones médico-legales) antes de concluir con las circunstancias de la muerte.
“Comenzamos constatando que no se han descrito lesiones mortales, o sea, aquellas que por afectar a un órgano o función vital, son causa inmediata y fundamental de muerte. Todo ello nos lleva a considerar la muerte de Jesús de Nazaret como el resultado de un largo proceso agónico”.
Destaca que desde la Última Cena – y ser detenido – hasta las tres de la tarde del viernes en que murió, transcurren un total de 18 horas aproximadamente. Desde el momento de su detención, parece que no ingirió ningún tipo de alimento o líquido.
“Los castigos comenzaron sobre las siete de la mañana del viernes, por lo que hasta el momento de la muerte transcurren unas ocho horas. Las otras lesiones proceden de la flagelación, y son múltiples latigazos en el pecho y la espalda. Estas lesiones provocan hemorragias que en principio no tienen por qué ser muy profusas al no ser profundas y por tanto no afectar a grandes arterias y venas”.
El Doctor indica que sin embargo, al ser una extensión muy amplia del cuerpo (pecho y espalda) la pérdida sanguínea se va acumulando y puede ser significativa, pudiendo producir (a lo largo de las más de ocho horas de castigo) la pérdida de uno, dos o más litros de sangre y plasma.
“Una hemorragia produce una pérdida del volumen de sangre (que se denomina volemia), por lo que la pérdida de sangre se llama hipovolemia. Una gran hipovolemia origina una crisis o shock en el funcionamiento del organismo, que en este caso se llama shock hipovolémico”.
Paralelamente, habida cuenta la gran cantidad de golpes que impactan en los mismos lugares, se producen una serie de graves lesiones similares a las de un aplastamiento o machacamiento, lo que se conoce en medicina como síndrome de aplastamiento (crush syndrome) y que implica la liberación de sustancias al interior de la sangre, entre ellas mioglobina procedente de los músculos, que provoca alteraciones en los procesos renales de filtración.
Tan masiva cantidad de golpes en el tórax es también causa de un gran dolor, enorme e incalificable sufrimiento. Entre los mecanismos de defensa que de modo automático o inconsciente utiliza el organismo está el de reducir la movilidad al mínimo (cuando, por ejemplo, una persona se hace daño en un dedo, lo primero que hace inmediatamente después es cogerlo con la otra mano y no moverlo); la reducción de la movilidad en el tórax se traduce en respiraciones superficiales que originan una hipoxia (falta de oxigenación de la sangre por no respirar adecuadamente), que se asocia a una hipercapnia (exceso de dióxido de carbono por el mismo motivo) y a una serie de alteraciones del equilibrio ácido-base.
A esto hay que unir que, por la postura existente en la cruz, donde el cuerpo cuelga literalmente de las extremidades superiores a través de una tensión que se transmite al tórax y a sus músculos, que ven dificultada sus funciones, entre ellas la de facilitar los movimientos respiratorios.
“Las graves lesiones traumáticas en el tórax bien pudieron producir una irritación de las membranas que rodean los pulmones (pleuras), ocasionando una pleuritis con una acumulación de líquido llamado exudado en el espacio interpleural. Esto puede explicar perfectamente por qué salió ‘sangre y agua’ al pinchar en el lado derecho de su costado: sangre de las lesiones propias de las arterias y venas de la zona, y ‘agua’ que sería el exudado acumulado entre las pleuras (interpleural)”.
En la opinión del médico, las lesiones producidas por los clavos en ambas manos (zona carpiana) y en los pies no deben estar en principio relacionadas con la causa de la muerte, ya que no afectan órganos vitales y una posible infección grave no se desarrolla en tan corto plazo de tiempo. La única posible influencia –no descrita en las Sagradas Escrituras– es la producción de una gran hemorragia porque se hubiesen afectado arterias o venas de gran calibre, lo cual hubiese redundado en el posible shock hipovolémico mencionado.
Las lesiones producidas por la corona de espinas en la cabeza no están probablemente relacionadas con la causa de la muerte (no afectan órganos vitales al no penetrar en el cerebro ni producen gran hemorragia).
Una nota final para destacar que la posición en la cruz (ortostática, de pie) hace difícil la llegada de oxígeno al cerebro, ya que la sangre tiende a acumularse en las partes inferiores del organismo (por efecto de la gravedad), sobre todo cuando el corazón funciona débilmente, por lo que la oxigenación del órgano que más lo necesita (el cerebro o sistema nervioso central) es deficiente.
Interpretaciones médicas de la causa de muerte
“Conociendo la lenta agonía y el mantenimiento de la conciencia casi hasta el último instante, en base a todas las consideraciones anteriormente expuestas, obtenemos las siguientes conclusiones médico-legales como las más probables: causa inmediata de la muerte, hipoxia-anoxia (hipoxia es disminución de la concentración de oxígeno en la sangre, y anoxia es la ausencia total de oxígeno en la misma) cerebral consecuencia de hipovolemia (disminución del volumen de sangre) post-hemorrágica, de insuficiencia respiratoria mecánica (incapacidad para respirar adecuadamente por falta de movilidad) por graves lesiones en músculos intercostales, y de insuficiencia cardiaca”.
Por: Alexander González CNP 25.770
IG: @AlexGonzalezDigital