El 21 de noviembre de 1984, la poesía enlutó. Dejaba de existir en Caracas, el corazón poético de Régulo Burelli Rivas, uno de los valores trujillanos más integrales. Poeta, ensayista, humanista, políglota y diplomático. La muerte tocó a su cuerpo en la bulliciosa e infernal Caracas, pero, allí quedó como portentoso mensaje para las generaciones, su bella humanidad, su caudal espiritual, su lección dignificante, y su ejemplar vida. Nativo de Monte Carmelo y con residencia en La Puerta, donde los Burelli Rivas, son un patrimonio de esa población, el doctor Régulo también tuvo una gran actividad diplomática que lo llevó a alejarse de las fronteras de esta patria de Simón Bolívar para incursionar en Portugal, Alemania, China y en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Cuando se disponía a publicar un libro sobre su respetado y admirado Lorenzo Valero, así como recopilar toda su obra lo sorprendió la parca.
Régulo Burelli Rivas, había nacido en la apacible y hermosa comarca de Monte Carmelo, el 8 de enero de 1917. Es decir que estamos en el año Centenario de su natalicio, fecha de suma importancia y que los trujillanos la hemos visto pasar por debajo de la mesa.
Desde muy joven se trasladó a la ensoñadora población de La Puerta, donde las bellezas vegetales y el paisaje siempre en flor, nutrirían su extraordinaria sensibilidad poética. La Puerta fue su estancia o su circuito fosforescente como punto de partida y de regreso, en su andar de juglar y de maestro por los caminos y ciudades del mundo.
La Puerta, Valera, Mérida, Caracas y Bogotá donde en el Colegio Mayor del Rosario obtiene el título de Bachiller en Filosofía y Letras, fueron los centros escogidos en su formación primaria, secundaria y universitaria. Y al lado de este encuentro con pueblos y ciudades, Régulo Burelli fue cultivando su jardín de amigos, de camaradas en poesía y lucha. En la exquisita Mérida de las tertulias bajo el aire de las nieves y de la música de los pinos, se vinculó a grandes humanistas y versificadores magistrales, entre ellos Mariano Picón Salas, los Carnevali, Spinetti Dini entre otros.
Abanderado por las causas más nobles, el joven, en ese entonces, Régulo Burelli, formó parte del contingente estudiantil contra el poder dictatorial gomecista. Pero si bien su acción está enmarcada hacia la solidaridad por sus compañeros que luchaban por el restablecimiento de los derechos humanos, el poeta Burelli, no se apartaba de su navío en las aguas líricas de la literatura creativa. Sus versos juveniles con hondo sentido nativista y fluido en romanticismo, las cartas a sus amigos trujillanos, entre ellos a Rafael Ángel Barroeta, representan testimonios reveladores de esa inmensa pasión que siempre lo invadía, y era la poesía.
En las aulas universitarias conoció a quien sería uno de sus dilectos amigos, Jóvito Villalba, brotando entre ambos la hermandad, no sólo del combate, sino de la misma vanguardia ideológica. Y es por ello que Régulo Burelli Rivas, se hizo, aunque no en calidad de activista, un fervoroso simpatizante de Unión Republicana Democrática.
Durante la oscura década del terror perezjimenista, el poeta Burelli, sufrió los rigores de la persecución política, a tal punto que fue a parar a las cárceles, especialmente a los tétricos calabozos de El Obispo. Allí en esa horrible prisión, se dedicó al estudio de los más complejos idiomas, entre ellos el chino y el ruso.
Había que sentir una extraordinaria admiración por este hombre tan versado, culto e inteligente. Y era que R.B.R. dominaba a la perfección siete u ocho idiomas, no habiendo para él nada que oliera a secretos o dificultades en torno a la escritura o a la pronunciación.
El Valle del Momboy, su escenario vital
El Valle del Momboy fue, inicialmente, su escenario vital. Mendoza, generadora y asiento de próceres, fuente de la sangre de sus progenitores Adela Rivas Monreal y Pedro Burelli García.
Durante 25 años la profesora, Aura Briceño Monreal, a través de su Programa «Feria del Reencuentro con la Historia», con fervoroso amor, e intencionalidad pedagógica, se ocupó de mostrar y exaltar los valores del pueblo trujillano, como el más amplio y brillante escenario y protagonista de los hechos de nuestra historia patria.
Pidiendo que don Régulo, no ya en la figura broncínea, sino como símbolo institucional, para que su biografía se destacase, desde Mendoza, ruta de la Campaña Admirable, como ejemplo y lección para las generaciones futuras. Así, él, estuviese incorporado a la comunidad de protagonistas en el escenario de Estrellas que brillan en nuestros anales.
VIDA DIPLOMÁTICA
Régulo Burelli Rivas fue uno de los más grandes diplomáticos que haya tenido nuestro país referente a la divulgación de lo cultural y científico de Venezuela, y a su firme metodología de regar por el mundo los principios bolivarianos.
Embajador en varios países europeos, entre ellos Portugal y Alemania, representante plenipotenciario ante el Mercado Común Europeo, embajador ante la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Urss) y en China.
Burelli, combinó igualmente su mensaje poético, tal como lo hiciera Saint John Perse, con la intensa vida diplomática que desarrolló felizmente.
Durante un tiempo fijó su residencia en Madrid donde compartió sus tareas con la vida intelectual. Sus libros jamás perdieron el sabor querencial de la patria. En los cafés madrileños leía a sus amigos el famoso soneto «El Vino del Rhin».
Obra literaria
La obra literaria de Régulo Burelli Rivas, desde la primera ventaneada, («Calendario en abril») concita el interés de la crítica que percibe en sus textos, ya en sus versos ora en prosa, calidad en el manejo del lenguaje donde se entreverán lo clásico y romántico en cuya arquitectura-escritura surge siempre de bulto la mujer como fondo y forma de la naturaleza amatoria del autor.
Pedro Pablo Paredes se llegó a expresar de Burelli así: «El autor de «Huellas en el agua» es un poeta que por su formación se mueve con entera comodidad dentro de las líneas clásicas y que por su constitución emotiva parece haber hecho suya la interrogante rubendariana: «¿Quién no es romántico? Acaso el hechizo mayor de la lírica de Burelli Rivas resida en que siendo, como lo es, refiera al lector alternativa y simultáneamente a los clásicos y románticos. Demuestra así, sin proponérselo, la ineficacia de las clasificaciones».
La labor de Burelli impresa a lo largo de más de cincuenta años es la siguiente: «Calendario en abril», Trifilo 1942, ediciones del semanario Presente; «Décimas y un romance», San Cristóbal, 1845; «Romance de las gemelas», Mérida 1945; «Al viento, nada más», Maracaibo 1947; «Huellas en el agua», Madrid 1962; «La escritura en el bronce», Mérida 1965; «Miranda y Polonia», Caracas 1966; «Bolívar en el pensamiento y en la obra de Rufino Blanco Fombona», Caracas, Congreso Nacional 1970; «Duración del instante», Caracas 1973; además de sesudos ensayos sobre Bolívar y la Independencia; Bolívar y la Unión Soviética; Bolívar y Alemania; Andrés Bello en Cracovia; Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno; «El Padre Rosario: patriota y santo». En verso: Sonetos de las tierras trujillanas; Sonetos de las voces de la sangre; Sonetos de los páramos andinos; Sonetos de las urbes predilectas; Sonetos de homenaje a los poetas; Sonetos de los sueños en prisión; Sonetos del amor y sus imágenes, etc.
Sonetos a Boconó
La cronista de Boconó, y excelsa dama de la cultura trujillana, Doña Lourdes Dubuc de Isea, nos dice: “Régulo Burelli Rivas quien fuera escritor, poeta y notable diplomático trujillano entre la variedad y gracia de sus sonetos sobresale uno dedicado a Boconó, que dice lo siguiente”:
Sólo una vez y así como en un vuelo/ estuve en ti/ pero de ti me traje/ emoción suficiente para un viaje/ que fuera plenitud de un grande anhelo/ No quiero recordar cómo es tu suelo/ y como puede entrar en tu paisaje/ emoción suficiente para un viaje/ que fuera plenitud de un grande anhelo/..Más, quisiera indagarte por aquella/mujer que sorprendí como una estrella/ en ti, ciudad romántica y lejana/ y entonces comenzar de esta manera: En la comarca de la primavera/ una tarde, un adiós, una ventana.