Hace poco me sucedió que un producto había aumentado un 33 % en un día y cuando le comenté al comerciante que eso era un aumento injustificado me respondió: “cada quien tiene su verdad, usted tiene su verdad y yo tengo la mía”. Eso me motivó a escribir el presente artículo porque mucha gente en nuestro país rechaza que la verdad es objetiva, y aunque muchos ciudadanos lo ignoran, esa concepción irracionalista es la que pregona el nefasto ‘postmodernismo’. El teórico social alemán Jürgen Habermas (nac. 1929) durante los años 1980 criticó duramente el Postmodernismo. En tal sentido lo más ilustrativo será citar textualmente lo que Steven Best y Douglas Kellner refieren en su importante obra: ‘Teoría Postmoderna’ (1991) sobre las críticas de Habermas al Postmodernismo: “Durante los años 1980 Habermas participó en los debates sobre el postmodernismo […] En su artículo ‘Modernidad – Un Proyecto Inconcluso’ (1981), Habermas argumentó que las diversas teorías postmodernas eran una forma de ataque a la Modernidad, un ataque que tenía sus precursores en varias teorías anti-Ilustración de índole irracionalista (…) En una serie de conferencias sobre ‘El Discurso Filosófico de la Modernidad’ (1987), Habermas sugirió que las teorías postmodernas (…) manifiestan una inquietante afinidad con el Fascismo (…) Habermas defendió la Modernidad como un proyecto inconcluso que todavía tiene un potencial emancipador” (1).
Después de ver que Habermas vislumbró una “inquietante afinidad entre Postmodernismo y Fascismo” será interesante citar a Adolfo Hitler (1889-1945) cuando expresó: “Nosotros estamos ahora al final de la Era de la Razón […] No existe una verdad ni en el sentido moral ni en el sentido científico” (2). Para entender a Hitler es importante recordar que la ‘Era de la Razón’ se refiere a la ‘Ilustración’, que fue una corriente cultural en Europa durante los siglos 17 y 18, que se caracterizaba por su rechazo a toda forma de autoritarismo y oscurantismo y por la creencia de que el progreso se puede alcanzar por medio de la ‘razón’. En la definición de ‘Postmoderno’ que hace el conocido filósofo argentino Mario Bunge (2019-2020) en su ‘Diccionario de Filosofía’ (2001) señala que es: “Un rechazo a los valores intelectuales de la Ilustración, en particular la claridad, la racionalidad, la coherencia y la verdad objetiva.”.
También podemos citar lo que refieren Paul R. Gross y Norman Levitt en su conocida obra ‘Superstición Superior’ (1998) sobre el postmodernismo: “Quizás la manera más fácil de entrar en este cuerpo de ideas (o prejuicios) es entender al postmodernismo como una negación – Particularmente como la negación de los temas que han imperado en la vida intelectual del occidente desde la Ilustración […] Una crítica frecuentemente planteada por los que se oponen al postmodernismo es que esa doctrina en su forma más virulenta difícilmente se puede distinguir del vacío moral, el ‘Viva la Muerte’ sobre el cual se erigió el fascismo” (3). El lector recordará que el general fascista español José Millán Astray (1879-1954) el día 12 de octubre de 1936 en la Universidad de Salamanca gritó al intelectual español Miguel de Unamuno (1864-1936) la frase famosa: “¡Abajo la Inteligencia!…¡Viva la Muerte!”.
Por supuesto, no se puede aseverar que los autores postmodernistas sean fascistas. Lo que sí se puede aseverar es que el postmodernismo avala comportamientos anti-éticos como las volteretas más grotescas en la política, la vida cotidiana, la universidad, etc, porque se basa en que no existe ninguna verdad objetiva. En efecto, un individuo un día puede defender su universidad y al día siguiente puede colaborar para entregarla y eso se tolera como algo que no tiene ninguna gravedad. NOTAS: (1) Pags. 232-234 en Steven Best and Douglas Kellner (1991) ‘Postmodern Theory’. (2) Pag. 188 en Noretta Koertge (Ed.) (2005) ‘Scientific Values and Civic Virtues’. Oxford Univ. Press (3) Pags. 71-73 en Paul R.Gross and Norman Levitt (1998) ‘Higher Superstition’. The Johns Hopkins Univ. Press.