POST CANONIZACIÓN | Por: Francisco González Cruz

 

Francisco González Cruz

Ya celebrada la canonización del Dr. José Gregorio Hernández y de la Madre Carmen Rendiles, toca iniciar una nueva etapa que puede partir de la serena evaluación del proceso, que debe ser de largo alcance retrospectivo desde la muerte de José Gregorio en 1919, hasta los días actuales, con particular énfasis en la etapa más reciente con todas las incidencias vividas, todo lo que nos dará importantes lecciones y aprendizajes.

Seguramente que una de las lecciones aprendidas  fue la extensión y, sobre todo, la profundización del conocimiento de la vida y la obra de José Gregorio Hernández mucho más allá del “Médico de los pobres”. Conocer más y mejor a este singular santo ya transforma, en el sentido que afirmó Don Rómulo Gallegos a los días de su muerte: “Puede asegurarse que en el pos del féretro del Dr. José Gregorio Hernández todos experimentamos el deseo de ser buenos”.

Conocer más y mejor a San José Gregorio Hernández es la tarea prioritaria de todos, pero en particular de los laicos venezolanos y de las personas consagradas, que tienen el poder de la palabra que puede ser transformadora. Y de la acción, es decir, asumir el compromiso de dar a conocer el mensaje y practicarlo haciendo el bien.

Otra lección es la enorme participación de la gente, a pesar de todas las circunstancias conocidas. Las movilizaciones fueron masivas y de alto contenido espiritual a lo largo y ancho del país, tanto en los espacios religiosos con era lo natural, pero también en hogares, instituciones educativas y de salud, en empresas y en comunidades locales. La Candelaria e Isnotú concentraron la atención, pero la verdad es que toda Venezuela y en otras partes, sobre todo San José Gregorio animó a la movilización. Así lo recogieron los diversos medios de comunicación que de manera creativa y muy activa cubrieron las numerosas actividades.

Destaca la entusiasta participación de los jóvenes con sus canciones, sus bailes y su espíritu festivo que animaron todos los eventos. Chicas y chicos desplegaron una energía contagiosa, al encontrar en nuestros santos un ideal de vida que no se limita solo a la disciplina religiosa o eclesial, sino que se expande a una espiritualidad expresada en la alegría de la oración y en el servicio. Una manera renovada y creativa de vivir la religiosidad como la vivió estas personas modernas, cultas, preparadas, sin complejos y altamente solidarias y tolerantes a la diversidad.

En una realidad tan apremiante los jóvenes buscan, encuentran y viven una religiosidad activa que alimenta una espiritualidad que les da sentido de trascendencia, más allá de lo mero material o ritual. Un sentido de pertenencia a algo superior que le da valor a su vida y les da sentido por encima de las carencias y las urgencias del momento.

Esto obliga a la iglesia a mirar mucho más allá de las rutinas acostumbradas y a comprometerse mucho más con las causas que mueven los intereses de quienes buscan un mundo mejor, de conformidad con los mensajes del Evangelio y de su adaptación a los escenarios y desafíos culturales actuales, como lo reclama el Papa León XIV, para “para contrarrestar el riesgo de un vacío cultural que, en nuestra época, se extiende cada vez más”.  Y con las formidables cartas encíclicas “Laudato si’” (Alabado seas) y “Fratelli tutti” (Todos hermanos) sobre el cuidado de la Casa Común y la fraternidad universal.

El tema de la paz en medio de las urgencias del momento tiene que ser uno de los centrales, como lo fue para José Gregorio Hernández, quien se ofreció en holocausto para que terminara la primera guerra mundial. Otros temas en la “ecología integral” tal como lo propuso el Papa Francisco y lo corroboran los más recientes y autorizados portadores de la ciencia cuántica: todos somos parte de una gran sistema, conformados por multitud de sistemas interconectados, y nuestras acciones como personas humanas y como organizaciones, tienen impactos en el todo.

De allí que la formación de toda persona humana debe ser integral en todas sus dimensiones, atendiendo a los dos ejes fundamentales de la doctrina cristiana: la dignidad de todas las personas humanas sean de la condición que sean; y la preeminencia del bien común como fin de toda institución.

La post canonización de San José Gregorio Hernández y de Santa Carmen Rendiles debe significar el punto de partida de ese proceso de transformación, sobre la base de sus virtudes. Algunas orientaciones para el camino a seguir son:

Combinar la oración, la espiritualidad y la acción cotidiana para lograr mayor bienestar en armonía con la naturaleza, es un buen camino para darle sentido de trascendencia a estas canonizaciones.

 

 


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