París, 9 feb (EFE).- Chaumet debía cumplir con dos requisitos cuando diseñó las medallas de los JJOO de 2024: reflejar la grandeza de París y honrar el sacrificio de los atletas. La emblemática joyería de Napoleón Bonaparte incrustó un fragmento de acero de la Torre Eiffel para cumplir con ambos objetivos.
«Los atletas han sacrificado mucho tiempo para competir. Es un enorme sacrificio y hacía falta que la medalla estuviese a la altura de su sacrificio», explicó a EFE Benoît Verhulle, maestro joyero de la firma.
A petición del comité organizador, la emblemática casa fundada hace 240 años se las tuvo que ingeniar para introducir un pedacito de la Torre Eiffel, el símbolo por excelencia de la capital francesa.
«Ese trabajo, para dar más brillo y grandeza a la medalla, era importante, junto al trabajo que hay detrás para respetar el trabajo de todos esos atletas. Hacía falta que ese Santo Grial estuviese a la altura», abundó.
Esa pieza con forma hexagonal, que integra la propia estructura del monumento, se sitúa en el centro de la presea. «La organización quería ante todo tener una parte de la Torre Eiffel en las medallas. Se pidió autorización a la sociedad que la gestiona y después nosotros hicimos nuestra parte».
Las medallas de los Juegos Paralímpicos, que se celebran poco después de los Olímpicos (26 de julio-11 de agosto), incluye además el lenguaje braille. «Era algo que nos parecía lógico. Los atletas de esos Juegos deben también sentir orgullo y poder leer la presea», sostuvo Verhulle.
Para el comité de la organización, el diseño era lo que buscaban, pues querían un emblema que reflejase «con lo que representa París y Francia», apuntó a EFE Mathieu Prigent, responsable de marca, eventos y ceremonias de París 2024.
«Por eso estaba claro que los que ganasen una medalla se tenían que llevar un pedacito de la Torre Eiffel, el símbolo de París y de Francia», resaltó Prigent.
La joyería de Josefina Bonaparte
Esta antiquísima y legendaria joyería fue pionera en ocupar un espacio en la exclusiva Place Vendome, hoy santuario mundial del lujo.
De hecho, fue comprada en 1999 por el grupo de marcas de lujo LVMH, tiene una historia que se remonta a casi dos siglos y medio, pues fue fundada en 1780 por el orfebre Marie-Étienne Nitot, un aprendiz del que fuera el joyero oficial de María Antonieta, aún en tiempos de la monarquía.
Fue tras la convulsa Revolución Francesa (1789-1799) cuando la casa se instaló como una referencia mundial de la joyería.
Nitot se hizo nombre encargándose de la decoración de la corona del Papa Pío VII y de la espada usada en la coronación como emperador de Napoleón Bonaparte (1804) para, posteriormente, pasar a ser el joyero oficial de la emperatriz Josefina.
Desde entonces, la joyería de lujo, ubicada en Place Vendome desde 1812, se ha ido adaptando a los gustos de las diferentes épocas que atraviesa, desde el romanticismo, a la Belle Époque, pasando por el cubismo y el futurismo al tiempo que su clientela se fue haciendo cada vez más internacional.
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