¿Por qué? | Por: Eduardo Fernández

Voy a votar porque creo que es la manera más civilizada, más inteligente, más constructiva de contribuir al cambio político que la casi totalidad de los venezolanos anhelamos.



Una amiga muy estimada me pregunta: ¿vas a votar el seis de diciembre? Le dije que sí, que por supuesto que sí. Y le agregué: no puedo desaprovechar ninguna oportunidad de pronunciarme a favor de Venezuela y de los venezolanos. A favor del cambio y de la esperanza. En contra de un gobierno, como el de Nicolás Maduro, que le ha hecho un daño inconmensurable a Venezuela y a los venezolanos.

Yo voy a votar el seis de diciembre contra un gobierno malo y tramposo. Voy a votar a conciencia de que todo el proceso electoral está manipulado por un gobierno malo y tramposo. Voy a votar con “un pañuelo en la nariz” como decía Rómulo Betancourt que había que ir al Congreso Gomecista en 1936. Voy a votar porque creo que es la manera más civilizada, más inteligente, más constructiva de contribuir al cambio político que la casi totalidad de los venezolanos anhelamos.

Voy a votar por una tarjeta nueva, fresca, no contaminada por la influencia nefasta del gobierno, la tarjeta de un movimiento político de reciente aparición que se llama Unión y Progreso, cuya presidenta es una dama encantadora llamada Mercedes Malavé González y cuyo secretario general es un político joven pero muy experimentado llamado Miguel Parra Giménez.

Voy a votar por ese movimiento con mucha ilusión porque se trata de un esfuerzo por promover tres cosas con las cuales estoy absolutamente comprometido: el cambio político para salir de esta nefasta experiencia que llaman el socialismo del siglo XXI, la Unión de los venezolanos que tanta falta hace para recuperar la democracia y el porvenir y el Progreso económico, social, institucional, cultural y espiritual de la gente venezolana.

No he logrado entender cómo es que teniendo la información que tenemos por todas las encuestas de opinión pública de que contamos con el 80% de los electores venezolanos que deseamos un cambio, se nos propone como ruta política un salto en el vacío, la abstención. Por supuesto, la ruta electoral, única vía inteligente y civilizada para lograr ese cambio político, supone organizar a los ciudadanos, hacer el trabajo político de transmitir un mensaje atractivo, de construir una organización eficiente desarrollar una estrategia inteligente.

Afortunadamente mi amiga terminó la conversación diciéndome: “no comparto tu opinión pero la respeto”. Yo galantemente le respondí: “Yo tampoco comparto tu opinión pero la comprendo”.

Seguiremos conversando.

Eduardo Fernández
@EFernandezVE
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