Por. Ernesto Rodríguez
El filósofo escocés David Hume (1711-1776) en su ensayo: ‘Sobre la Tragedia’ (1757) dice: “El placer que los espectadores de una tragedia bien escrita reciben del dolor, el terror, la ansiedad y otras pasiones por el estilo, que son en sí mismas desagradables y perturbadoras, parece ser algo inexplicable (…) Ellos experimentan placer en la medida en que son afectados y nunca están más felices que cuando lloran para dar libre expresión a su tristeza, aliviando su corazón lleno de la más tierna simpatía y compasión” (inicio del ensayo).
El filósofo griego Aristóteles (384-322 A. de C.) en su obra: ‘Poética’ propuso su conocida idea de la ‘catarsis’ o ‘purificación’ de las emociones: “Una tragedia es una representación de una acción (…) presentada en un lenguaje embellecido (…) realizada por actores, en vez de ser contada por un narrador, que por medio de la piedad y el terror, efectúa una purificación de tales emociones” (Sección 6).
Pero la cuestión se vuelve más complicada en el caso de las películas de terror, porque a diferencia de las tragedias, frecuentemente carecen de cualidades estéticas o intelectuales. En efecto, a muchas personas les gusta ver esas películas en las cuales inocentes son asesinados, torturados, y hasta devorados por zombis, o descuartizados con hachas por psicópatas, etc. Eso es lo que el filósofo estadounidense Noël Carroll (nac. 1947) en su obra: ‘La Filosofía del Horror’ (1990) denomina: “la paradoja del horror”.
Paul Bloom (nac. 1963), canadiense-norteamericano, es Profesor de Psicología en la Universidad de Yale, y en su obra: ‘Cómo funciona el placer. La nueva ciencia de por qué nos gusta lo que nos gusta’ (2010) aborda entre muchos temas, este del gusto por las películas de terror y las tragedias terribles. Bloom rechaza la concepción de la catarsis y dice: “No es verdad que las experiencias emocionales tienen un efecto purgante. Un caso muy estudiado, como observar una película violenta, no pone a alguien en un estado mental relajado y pacificado – excita al espectador. Las personas no se van de una película de horror sintiéndose dulcificadas y seguras; no salen de las tragedias sintiéndose frívolas. El resultado típico de sentirse mal es sentirse peor, no sentirse mejor. El placer del horror y la tragedia, entonces, no puede ser explicado como un tipo de arrobamiento posterior” (1). Bloom propone una hipótesis diferente. Dice que así como los animales jóvenes y los niños juegan a pelear y disfrutan ese juego sin hacerse daño real, eso es una forma de práctica para futuras peleas verdaderas en las cuales ese aprendizaje es muy importante. Bloom le da una interpretación evolutiva darwiniana: “Por eso es que los juegos de pelea evolucionaron” (2). Entonces Bloom va más allá y dice que las historias de horror y las tragedias espantosas son algo así como un ‘entrenamiento imaginario’ y dice: “Así como el juego de pelear nos introduce en una situación que sería peligrosa si fuera real, nuestro juego imaginario frecuentemente nos lleva a situaciones que incluyen elementos que serían desagradables, a veces terribles si existieran en el mundo real” (3).
Adicionalmente, el conocido escritor estadounidense Stephen King (nac. 1947) es famoso por sus obras de terror y señala que construimos horrores imaginarios para ayudarnos a tratar con los horrores reales. En su obra que no es de ficción titulada: ‘Danse Macabre’ (1981) dice que esa es: “la manera vigorosa de la mente para hacer frente a problemas terribles” (4).
Mi apreciación es la siguiente. Confieso que la interpretación de Aristóteles sobre la ‘catarsis’ nunca me ha convencido y más bien me identifico con la interpretación evolutiva darwiniana de Bloom. El ‘placer’ que señala Hume al leer obras de terror o actualmente ver películas de terror, y leer tragedias o ver películas u obras de teatro sobre tragedias, quizás radique en el ‘aprendizaje’ que obtenemos para nuestras vidas reales.
De todas formas, el tema es sumamente difícil y controversial, y cada lectora o lector hará sus propios análisis sobre las películas de terror y las tragedias. NOTAS: (1) Pag. 192 en Paul Bloom (2010) ‘How Pleasure Works. The new science of why we like what we like’. W.W. Norton & Co. New York. (2) Pag. 193 en Paul Bloom Op.Cit. (3) Pag. 193 en Paul Bloom Op.Cit. (4) Pag. 193 en Paul Bloom Op.Cit.