¿Por qué lo llevan preso?, “Por sospecha, solo por sospecha” | Por: Alfredo Matheus

Celto fue uno de los personajes valerano de mayor popularidad de la historia  urbana.

 

A partir de 1960, Valera es tomada por una gran cantidad de personajes populares que fueron dejando huella por sus ocurrencias y creatividad para asegurarse “la papa de cada día”. Se ganaron la simpatía de toda una comarca la cual siempre les brindó cobijo…La mayoría de estos hombres y mujeres provenían de zonas rurales del Edo Trujillo…

 

El gran “Cleto”…

Es el personaje del que más se ha hablado en los últimos 60 años. Se dice “por esas calles” que un comerciante viendo las condiciones infrahumanas en que vivía, le partió el alma y  lo trajo a nuestra ciudad…  En la adolescencia comienza a tomar licor, la adicción a las bebidas espirituosas lo llevaron a la muerte. Médicos del Hospital Central al hacer la autopsia a Cleto, quedaron más que abismados; el hígado parecía el de un muchacho de 12 años, no había sufrido daño alguno a pesar de largos años de consumir bebidas embriagantes.

Sobresalía como caletero en las cercanías de la plaza San Pedro y el mercado viejo. Él solito descargaba un camión de papas, después, venía la celebración, tomaba licor como si este se fuera a acabar. En el momento en que se encontraba en gran euforia, pegaba unos gritos que se escuchaban a una cuadra, jamás tenía problemas con parroquiano alguno, pero allí estaba la policía como siempre para llevarse preso a Cleto. Jamás hacía resistencia alguna, ya el cerebro estaba acostumbrado a estos avatares de la vida…

Cuando lo llevaban detenido y lo pasaban por la Plaza Bolívar, los valeranos le preguntaban con cierta nostalgia; “Cleto” ¿por qué lo llevan preso?, su respuesta, con una frase lapidaria, se hizo famosa en todo el estado Trujillo: “Por sospecha, solo por sospecha”… Al pasarle   la “mona”, al personaje le ponían como sanción limpiar los baños de la policía para luego ser puesto en libertad…

 

“Don Jorge, endulzaba corazones”

En aquella Valera hermosa, que comencé a deleitarme desde muy niño, hoy traigo a mi memoria al señor Jorge, con su simpático eslogan gritando a viva voz: “Meta la mano mi niño, meta la mano mi niño”… Abnegado trabajador, levantando una honorable familia, en una gran canasta vendía dulcería casera   como para “chuparse los dedos”… En el momento en que un niño sacaba un dulce de la cesta, don Jorge pegaba un grito: “salió premiado mi  niño, salió premiado mi niño”…El chiquillo sentía un alegría inmensa en su cuerpo.  Mientras el papá o la mamá pagaban “al brinco” por tan llamativo dulce…

Un día, igual, que otros personajes desapareció de nuestro terruño. Nunca más volvimos a ver a aquel señor gordito, cara de buena gente, siempre sonriéndole a la vida, que gritaba a todo pulmón en las entradas de las escuelas o los domingos de retreta en la plaza Bolívar: “Meta la mano mi niño, meta la mano mi niño” …” y salió premiado mi niño”.

 

El negro Losada…

Su estatura era de casi dos metros, de gran corpulencia física, se habla que pagó doble servicio militar por ser excelente soldado, llegó de tierras falconianas y se quedó para siempre en su amada Valera… Excelente trabajador de sanidad en el Hospital Central, se apasionó tanto con su rol de portero, que el médico que entraba a sanidad por el hospital, no podía salir por el mismo lugar. Tenía que dar a regañadientes una soberana vuelta.

En los gobiernos de la Cuarta República hubo grandes programas de prevención en salud…El muchachero de las escuelas acudía a las instalaciones de sanidad para ser purgados y prevenir así enfermedades. El jovenzuelo que aborrecía la purga, era atendido de inmediato por el negro Losada, en un santiamén, le metía el laxante y venga el otro”…

Hace 55 años, las familias valeranas que les acompañaban ciertos recursos económicos contrataban los servicios del Negro Losada para que pusiera “carácter y orden” en las fiestas de fin de semana y mandar bien lejos a los famosos “coleados” o “arroceros” …En un frío diciembre, una familia de la av. 13, solicitó al negro Losada que no dejara pasar a nadie al fiestón de 15 años de la niña de la casa, el que no tenía tarjeta de invitación; nanay nanay, no iba pal baile.

El día de la fiesta, a las 10 de la noche, la  música de la Billo se escuchaba a una cuadra, preciso momento en que se hiso presente un señor bien vestido con un maletín en la mano, el “negro” le solicito la tarjeta de invitación, el hombre respondió: “ yo soy el papá de la muchacha que está cumpliendo años”…”Lozada, con su voz de trueno que metía miedo, replicó: “Usted aquí no me entra si no tiene tarjeta, así sea el papá de la esposa del Presidente de la república”…El asombrado hombre tuvo que ponerse a gritar desde la calle para que la familia acudiera en su auxilio y poder disfrutar de aquellos sabrosos pasodobles de la fiesta de la quinceañera hija…

 

Valera de mis amores…

Como olvidar aquella Valera de tranquilidad…” El gordo Amador” amarraba una cabuya a un vehículo y apretando los dientes, lo arrastraba varios metros, recibiendo aplausos y vivas de los presentes…” Rinqui rinqui” es calificado el mejor guarachero valerano de todos los tiempos. En una de sus visitas musicales a Valera, al maestro Billo le hablaron de tan especial personaje, lo mando a llamar, conversó con “Rinqui, rinqui” pero no hubo manera de convencerlo de viajar a la gran Caracas, prefirió continuar en Valera dando serenatas a la luz de la luna.

En la Valera de 1960, mi vecino Juan Maldonado y su grupo Renacimiento puso a bailar a los valeranos. Los sabrosos pasodobles hicieron historia, el dueño de la casa donde se escenificaba el baile sudaba regando por el piso esperma de vela para que los bailadores se desplazarán con mayor facilidad en aquel sabroso chachachá…

Los caballeros sobresalían por el olor a perfume “pacholí”, mientras las damas hacían suspirar a más de un enamorado con el aromático aceite de coco con el que lavaban su larga cabellera…

 

La esquina del hambre

Estaba ubicada en la Av. 11 con calle 10, frente al Cinelandia. A las 5 de la tarde los valeranos comenzaban a degustar 8 sabrosas hallacas por solo un bolívar, los parroquianos quedaban a reventar…En la entrada del cine estaba al pie del cañón, Pedro el italiano” preparaba unas arepas “mataperros” exquisitas al paladar…Igualmente, elaboraba un pan relleno con carne, el que se comía uno iba por el otro. Se dice que Pedro fue el “padre de las hamburguesas en Venezuela”.

Frente al Cinelandia, estaba el comerciante Felipe Segovia con su negocio “Brisas de Niquitao”, vendía el más famoso maduro frito…A pocos metros, el señor Bartolo refrescaba a la ciudad con una inigualable chicha…Era una Valera donde hasta los pordioseros tenían su comida segura por ese corazón solidario de la comarca…La diversión de los muchachos eran: los trompos, los papagayos, las 40 matas, el fusilado, policía y ladrón, el cucambé y el incatecotin…

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