El diálogo en suspenso: pese a sus broncos procedimientos el oficialismo se queja de incumplimiento sobre acuerdos asumidos

Luis A. Villarreal P.

Seguimos expectantes sobre las circunstancias que rodean las conversaciones en Ciudad de México.  Aunque lo hecho público sigue inundando de asombro y seguramente de negativas consecuencias la continuación de las mismas, la provocación y el desparpajo del oficialismo no terminan de frustrar el deseo de culminar cuanto antes ese proceso, asumido como canal regular ‘sine qua non’ en la búsqueda de solución a la terrible crisis que azota a Venezuela.

La Plataforma Unitaria ni el Reino de Noruega —facilitador oficial—, se han referido a lo anunciado por el gobierno cuestionado, sobre su determinación de darle una silla al ‘detenido’ Alex Saab para que participe en las deliberaciones que se realizan en México.  Tampoco se explican las argucias del porqué los oficialistas no honraron su puntual compromiso en la tercera ronda.

¿Pero, qué podría suceder?, porque es impensable que la presa más ‘acariciada’ de la justicia estadounidense —por arte de magia—  cambiara su ‘domicilio’ de Cabo Verde a Ciudad de México, a no ser que su defensor y proponente se conforme —’si la opo lo permite’—conque el susodicho se incorpore en ‘teleconferencia’.  Puñal de doble filo esgrimido contra el diálogo que debe neutralizar el reino facilitador, quien se ha limitado a reiterar que como método de negociación continúa en pie lo de que “nada está acordado hasta que todo lo esté”.

El resultado exitoso de estas negociaciones, advirtió el líder del equipo facilitador de Noruega, Dag Nylander, dependerá del compromiso absoluto y la voluntad política de los actores. “Nadie más puede resolver esta situación por ustedes”, les dijo.

Del cumplimiento de los acuerdos precedentes se sabe muy poco, pero sí del pataleo que está armando el gobierno de Guyana con su insistencia de que es la CIJ la que dirime el conflicto territorial del Esequibo venezolano.

Sobre los dislates esequibos, el gobierno cuestionado ha dicho por vocería del canciller, Félix Plasencia: “Venezuela deplora tergiversaciones del presidente guyanés en 76ª Asamblea General de la ONU”.  Refiere el comunicado que lo sustenta que “… la línea argumentativa que esgrime Guyana desde 2015 es directamente proporcional a la seducción e injerencia de la Exxon Mobil y otras transnacionales, la cual afectó negativamente las negociaciones amistosas en base al Acuerdo de Ginebra”.

Como se ha venido hablando del desmontaje de sanciones el jefe oficialista que participa en la mesa de negociación en México, Jorge Rodríguez, advirtió —el viernes 17/9— a los países que acompañan el diálogo —Rusia y Países Bajos —y a Noruega,  mediador, que «podría haber un quiebre» de este proceso tras considerar que se estarían violentando los acuerdos alcanzados con la oposición respecto al tema de Monómeros; empresa filial de Pdvsa establecida en Colombia, y que fue tomada a principios de septiembre por la Superintendencia de Sociedades de ese país para ordenar los correctivos necesarios con el fin de “subsanar una situación crítica de orden jurídico, contable, económico o administrativo».

Por un comunicado Twitteado, Rodríguez rechazó de forma «categórica» ‘el intento por parte de la oposición que integra la Plataforma Unitaria de «sabotear, condicionar y evadir» los compromisos firmados en la primera ronda de negociaciones del día 13, porque a su juicio ‘estarían queriendo «desentenderse» de temas ligados al rescate de activos y del patrimonio del país’.

Las elecciones, hacia las que se dirige la mayoría del compendio partidista —sin darle importancia a los diversos cuestionamientos sobre las mismas,  ya que no son una prioridad, ni provienen de un acuerdo razonado y completo (menos del diálogo), tampoco con las garantías realmente requeridas—, continúan su incierto desfiladero.   Rafael Ramírez —ex-presidente de Pdvsa, refugiado en Italia, donde disfruta de su buena racha chavista— ha declarado su taimada intención de ‘derrocar’ electoralmente al presidente cuestionado;  además del impudor deja ver que se necesitan las presidenciales para resolver la crisis.

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