Pompilio Yacame nació en 1945 en la comunidad de Solano, municipio de Río Negro en Venezuela, territorio ancestral y fronterizo con Colombia y Brasil. Tierra natal de la cual tuvo que salir por la esclavización y extracción de los recursos de la selva que sufrió su pueblo.
De su madre Catalina Fermin aprendió la lengua baré. Ella, antes de fallecer, le encomendó no dejar morir su idioma. En el 2000, Pompilio inició con su labor de enseñanza: primero, en una universidad pública llamada El Mácaro, en donde forman docentes, y luego en la escuela de idioma y el primer nicho lingüístico indígena (lugar de enseñanza) en el estado Amazonas que él mismo creó.
¿Cómo nacen los nichos lingüísticos?
Pompilio fundó en 2009 la escuela de idioma que lleva su nombre y donde da clases de baré a personas adultas. A niñas y niños se les enseña en el nicho lingüístico creado en 2014.
A la fecha, en Puerto Ayacucho hay cuatro nichos de esta lengua en los que participan unas 80 niñas y niños: “Kisiyuli Jani” (nido de arrendajo), en donde enseña Pompilio; “Kawei Jmiye” (nido de guacamaya); “Nupjani Wayeni” (mi casa alegre), y el “Puchuchúkuli Miye” (nido de pico e’ plata). En el tiempo que lleva enseñando, Pompilio ha formado a más profesores de la lengua, algunos de los cuales trabajan en los otros nichos lingüísticos.
Sobre el nombre del nicho Kawei Jmiye, la profesora Nieves Azuaje explica que alude al nido, al lugar en donde se aprenden las primeras cosas.
En estos espacios, que funcionan en los frentes, estacionamientos o patios de casas de familia, también se vela por la “esencia originaria” del ser Baré. Así lo dice Dixon Dacosta, coordinador y creador del nicho Nupjani Wayeni. “Mientras haya niños y niñas la tradición no desaparecerá, mientras haya adultos conscientes, con sentido de pertenencia y de identidad, la cultura no va a desaparecer y, por lo tanto, todo lo que está alrededor de una cultura se mantendrá: su gastronomía, su baile, su técnica de pesca, su técnica del conuco, su idioma y su manera de ver el mundo”, asegura.
La mayoría de los nichos es atendido por mujeres, reafirmando así su papel en la cultura del pueblo Baré como transmisoras de conocimientos.
“Desde que el niño nace, la mayor permanencia que tiene es al lado de la mujer”, dice Menca Yacame, hija de Pompilio y docente en el nicho Kisiyuli Jani. Ella explica que de esa cercanía viene la relación de aprendizaje “en lo que es la parte de esa etapa inicial o maternal y luego ya pasa al compromiso de las primeras palabras que es teta, tienes hambre, las necesidades básicas. Ahí viene ya la transmisión de ese idioma y después viene todo lo relacionado con la parte propia de la cultura”.
Y las niñas y los niños, ¿qué opinan? Miguel Dacosta, de 10 años, dice que le gusta ir al nicho porque cada día aprende cosas nuevas: “Me gusta aprender y me gusta hablar baré. Primero aprendí los números, después los colores y otras palabras más”. Eliany, una niña de la misma edad de Miguel, cuenta que va al nicho cada semana y ha aprendido a pronunciar palabras y que para ella “es muy importante hablar la lengua”.
Con el trabajo en los nichos lingüísticos y con más personas como Nieves, Menca, Dixon, Miguel y Eliany, el Baré trascenderá más allá de la vida de Pompilio Yacame, el último hombre hablante de este idioma originario de la Amazonía venezolana.
Nota. La serie documental “Conuco de historias indígenas en resistencia. Un viaje sonoro por la Amazonía venezolana” nació de un proceso de cocreación de periodistas y comunicadores indígenas y no indígenas de Venezuela y Colombia, parte de la Red Tejiendo Historias. La coordinación editorial estuvo a cargo del medio independiente Agenda Propia.
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