Las elecciones previstas para el 21 de noviembre pueden ser una oportunidad para que se inicie un proceso de recuperación del país, desde sus municipios y sus estados, si las mismas se conciben como parte de una estrategia de largo alcance, que le muestren a la gente el aprendizaje que los partidos políticos han experimentado en estos largos y difíciles años. También la sociedad civil y demás organizaciones intermedias.
Ya tenemos muchos años de una crisis espantosa, muy grave calificada como “crisis humanitaria compleja” o “crisis antropológica” por el daño que ha hecho a las personas, a las familias, a la sociedad, a las instituciones, a la economía, por lo que llegó la hora de las transformaciones.
No es cierto que los cambios tienen que venir de las cúpulas de los partidos, pues desde los ciudadanos y las localidades pueden impulsarse grandes transformaciones que alcancen a la nación entera. Recordemos que la Independencia de Venezuela se inició desde sus cabildos municipales, como sucedió el 19 de abril de 1810 en Caracas, el 27 de abril en Cumaná, el 27 de abril en Barcelona, el 4 de mayo en Margarita, el 5 de mayo en Barinas, el 11 de mayo en Guayana y el 9 de octubre en Trujillo. Los venezolanos debemos tener claro que nuestro país nació de sus municipios y de sus provincias o estados, mediante un proceso civil, cívico y político. En esta refundación de Venezuela es importante el protagonismo local, tal como en su fundación.
Es verdad que el proceso electoral no llena las condiciones de un proceso libre e imparcial y los recursos del Estado están al servicio de los candidatos oficiales. Este es un régimen dictatorial y su partido, el PSUV, es un partido de talante autoritario, tal como lo demostró en sus recientes elecciones internas, de cuyo proceso se jactaban dando lecciones de democracia interna. Lo sucedido es Trujillo es inaudito. Imaginemos que en un partido de béisbol juegan los Leones del Caracas y los Navegantes del Magallanes y al final el árbitro decide que ganaron los Tiburones de La Guaira. Fue así como el candidato a la gobernación es impuesta una persona que no estaba en el proceso interno. Esa barbaridad es una oportunidad para que los distintos sectores cansados del régimen se unan en torno a unas candidaturas unitarias, a unos equipos capaces y a un programa de transformación.
A pesar de estas condiciones ¿hay que votar? Los distintos estudios de opinión dicen con claridad varias cosas:
- La gente está hastiada de la crisis y de los gobernantes. Está cansada de la corrupción, de la incapacidad y quiere salir de esto.
- La gente quiere salir por medio del voto, no quiere violencia.
- La mayoría de la población esta desencantada de los líderes políticos y de los partidos.
- Quiere votar por alternativas que le ofrezcan confianza, por gente honesta y capaz, que trabajen por el interés general, sin sectarismos y que ayuden a resolver los graves problemas.
Ahora bien, son los partidos políticos los canales establecidos para la participación política electoral, pero la mayoría de la gente, por distintas razones que los propios partidos deben entender, no confían en ellos. Por eso en esta hora crucial, en esta encrucijada, deben unirse a los demás sectores sociales, políticos, los numerosos chavistas arrepentidos, independientes, activistas sociales, empresarios, trabajadores, jóvenes y esa gran mayoría descontenta, en unos gestos de enorme grandeza, para encontrar alternativas que entusiasmen, que animen, que despierten confianza, para que la decencia regrese a la gestión pública, para unir los esfuerzos hacia los objetivos compartidos.
Las condiciones para superar una crisis de esta magnitud no están dadas, pero se puede ir acortando la distancia para que lo estén, si se interpretan están elecciones como un paso en la dirección correcta. Para superar la crisis se requiere libertad, democracia, estado de derecho, separación de poderes, confianza y capital social, entre otras cosas que están en la Constitución Nacional, que ha sido violada. Hay que regresar a la Carta Magna para desarrollar sus principios y valores, y las elecciones regionales y municipales pueden ser un paso hacia esta conquista, tal como los diálogos en México y otras iniciativas.
Existe hoy, en estos momentos, una gran oportunidad para el estado Trujillo y sus distintos municipios, si el liderazgo político-partidista es capaz de interpretar la coyuntura y de actuar con grandeza, igualmente la sociedad civil. Es la hora de unirnos entorno a un audaz y generoso proyecto de transformación, sin complejos.
Es el tiempo de la política con grandeza y coraje. Unirnos a candidaturas que regresen la decencia al ejercicio público, que se comprometan a trabajar en equipos integrados por personas honestas y capaces, con unos objetivos claros y que ejerzan con transparencia el mandato popular. En los partidos políticos hay mucha gente capaz que pueden encarnar estas condiciones, también en la sociedad civil, en las empresas y otros sectores. En la hora de abrirse a las posibilidades de encontrar las mejores alternativas para iniciar los caminos del bienestar.
Ruego a Dios que los sectores que quieren una transformación interpreten la urgencia de la hora. Dios quiera no pierdan la oportunidad. Ojalá que las cúpulas no nos salgan con la misma estupidez de la cometida por el régimen o que aquí exista el coraje para revelarse.
Universidad Valle del Momboy