Poeterías | GARZÓN | Por Gonzalo Fragui

Por Gonzalo Fragui
(13 de agosto de 1999, asesinato de Jaime Garzón)
I
Jaime Garzón, el humorista colombiano, fue alcalde en el páramo de Sumapaz, (que de paz no tenía nada), allí una niña se le acercó y le dijo:
– Garzón, yo lo admiro.
– ¿Por qué?
– Porque sabe imitar.
– ¿A ti te gusta imitar?
– Sí, pero no lo hago como usted. Enséñeme para hacer reír y reírme cuando estemos aburridos.
– ¿Por qué me pides que te enseñe si ya sabes?
– Porque usted es divertido.
– ¿Y tú qué imitas?
– ¿Usted ha visto un bombardeo? ¿Ha escuchado el vuelo de los helicópteros, de los aviones, el estruendo de las bombas?
– No.
– Bueno, yo imito eso, imito helicópteros.
– Uy, yo sí decía que eras una niña medio volada.
II
Garzón imitaba de todo, desde lustrabotas hasta políticos. Una noche le dio por imitar al presidente de la voz chillona y llamó a García Márquez en México. Le dijo que las conversaciones con la guerrilla estaban estancadas. Que hablara con el presidente de Venezuela para que intermediara con la insurgencia. Gabo aceptó de buena manera y se preparó a esperar el avión privado que lo buscaría al día siguiente. El avión no voló nunca pero creó un gran revuelo. Hubo que llamar al premio Nobel y aclararle que era una broma, el humor en los tiempos de la cólera que les produce a algunos la idea de la paz. Se les acabaría el negocio de la guerra.
Años más tarde, frente a un pelotón de periodistas, García Márquez y Mercedes visitaron de nuevo Colombia, y fueron a comer en el restaurante La Macarena. Allí un limpiabotas se arrodilló para lustrarle los zapatos a Gabo y de repente empezó a recitar de memoria el primer capítulo de “Cien años de soledad”. Era Garzón, detrás del más conocido y querido de sus personajes, “El de la calle”, haciéndole un homenaje al escritor. García Márquez, perplejo, como viendo a Remedios la Bella subir al cielo en medio de unas sábanas, le dijo:
– Blacamán, el bueno, vendedor de milagros, tus pecados te son perdonados.
III
La madre de Garzón se acostumbró a las reuniones que su hijo hacía con periodistas, políticos, intelectuales, actores y amigos, para comer pastas, reír con sus imitaciones y dialogar sobre la paz en Colombia. Cuando estaba más alentada, la madre lo llamaba para que no llegara tarde al programa de radio. El día que Garzón dejó de escuchar el teléfono en la madrugada supo que la madre había entrado en ese estado en el que se pierden los límites de la realidad. La salud se había ido deteriorando. Los médicos hablaron de demencia senil.
El viernes 13 de agosto de 1999, la madre de Garzón notó desde temprano el arribo de los periodistas. Marisol, la hermana de Garzón, llegó apresurada. La madre le dijo:
– Mijita, Jaime no llega y mire toda esa gente que lo está esperando.
Garzón había sido asesinado esa madrugada.
IV
Garzón y yo nacimos el mismo año, 1960. Yo le llevaba unos mesecitos. A él no lo dejaron llegar a los 39 años. Ahora me sacó ventaja, me lleva toda la eternidad. No conocí personalmente a Garzón pero compartí con él temas como el humor, la paz, la justicia, el amor, la poesía, Colombia, Bolívar.
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