Libertad León González
Ofrenda
Mándame a filis, mi natal celebro
Virgilio, Bucólicas, “Égloga III”
El sueño todo, en fin, lo poseía
Sor Juana Inés de la Cruz
Toda poesía es un ofrecimiento a los dioses, a la vida, a la naturaleza, al amor en sus variadas manifestaciones, a los devaneos del ser. Mirar la presencia de los prodigios y las incertidumbres de la existencia a través del poema siempre se constituirá en respuestas del yo poético y en ofrenda espiritual al lector. La denominación del poemario de Jorge Valero:Como si fuera sueño (2023) nos traslada, de forma inevitable, a la solemnidaddeslumbrante del poema sin par “Primero sueño” de nuestra décima musa novohispana, Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695). El corpus de poemas del texto de Valero se configura en un universo de revelaciones propias del espíritu atávico, ceremonial y denso del poeta.
Nuestra lectura se detiene, primeramente, en las remembranzas del yo poético concentrado en los parajes originarios de su región nativa. En el Libro I del poemario de Jorge Valero denominado Odas del serla selección de poemas se dispone como obertura del trazado de una bitácora de viaje hacia la esencia del ser poético que avanza indicando al lector, con acicalado señero a pie de página, los espacios geográficos evocados como referencia impresa en la cosmografía interior de su existencia, pero también con un dominio de la palabra liberadora de los miedos más atávicos, suerte de reminiscencia órfica bien llamado el mito del cantar maravilloso[2]. El tránsito del ser poético por cosmopolitas ciudades, el descubrimiento y estudio acucioso de diversas culturas en la vastedad de sus creencias, de sus dioses, no propicia el olvido de los orígenes ancestrales, tampoco de los lugares que marcaron el camino elemental de la oriunda tierra.
En el poema “Pregones de un indócil pájaro” se anuncia el corolario del recorrido existencial: “Soy lo que quise ser: el infante alabado cuando pregona la musa. El precepto que se conjuga a sí mismo” (p.5). La palabra demarca la gracia que otorga reconocerse demiurgo de su existencia con sus anversos y reversos humanos y divinos. El lenguaje poético se vuelve canto:
Soy el risueño despertar de un cisne lunar que se refugia en su asilo sagrado. Frenesí de una luna sin dueño. Un cántaro de eternas mariposas. La esquiva mirada del viento. […] Cosecha al paso del manantial. […] Soy el cantar de un turpial enamorado […] Soy […] el barco que se disuelve en el piélago de la tristeza. El que se acuna en el despecho. Un maltrecho escarabajo con patas enyesadas. (p.5-8).
Las imágenes exuberantesrevelan, al mismo tiempo, un yo poético triunfal ydebilitado. Ante la inevitable fragilidad del hombre la palabra poética, refugio y remembranza muestra y resuelvelas victorias y las cuitas. Al final de este poema,el yo poético metamorfoseado de cisne, a luna, a cántaro, a viento, a ser alado, trasmuta la permanencia en volátil existencia, en efímera presenciainspiracional: “Madreselva, entrégame dadivosa el néctar de tus odas, el oleaje de los ríos que cantan con despecho. He sido una efímera brizna en el aire. No tengo la culpa de ser un indócil pájaro.” (p.9).
El poema: “En aquel elevado templo tomé la ruta del sol: ¿por qué los ídolos no mueren?”se muestracomo relato mítico y oníricode un yo poético errantequerevela envuelo gozosola senda de sus parajes originarios, pletóricos de seres sobrenaturales, tan propios como la naturaleza que los circunda. Y en sencilla cúspide de sus descubrimientos el yo poético se vuelve demiurgo y oficiante de su propio sueño. Escuchemos al poeta:
En la distancia, bosques abajo, vi hombres y mujeres con ropas de variopinto color. Seres anónimos que aparecían y se borraban, como andariegos relámpagos; como abejas en la colmena del universo; como granitos de infancia entre dioses en batalla por el porvenir. Eran del tamaño de los mortales, pero en miniatura. Los observo, agarran el machete y saltan por los aires como saltadores mágicos. Nadie más los vio, sólo yo… y los dioses tutelares de nuestras comarcas andinas.
Alargo mi mano que llega hasta la explanada tierra donde ofrezco una homilía; todos escuchan con reverencia, porque está dirigida a todos, «a las frágiles esperanzas del hombre». Entre ellos, confundido, busco la iluminación.(p.15).
La iluminación del ser poético busca a través de la poesía derribar los límites del aquí, pero también las cargas del pasado y el paso irresoluto del futuro.
Con precisa intención, nos detenemos en el candor del poema “Pájaro”, símbolo recurrente en la poesía de Valero que nos remite a la representación de los “estados superiores del ser.”[3] Leamos el poema:
Pájaro de cintas multicolores
Acércate trinando a mí humanidad
Para jugar con tus alas candorosas
Pájaro de variopinta estirpe
Regálame tus sinfonías
Para viajar hacia al cielo contigo
Pájaro que estás en mi sueño
Canta alto homérico bardo
En los orificios del amor
Se congregan tus aromas
Pájaro de plumas celestes. (p.29)
Percibimos el dialogo con otros poemas de autores también muy nuestros ante la cercanía de profundos significados con efluvio existencial. En tierras trujillanas el poema de Jorge Valeronos remite a la inmemorialpoesía de Ramón Palomares. Ambos bardos dialogan, se comprendenen sus poemas. Y entonces el poeta de la Tierra de Nubes, muy a pesar de la distancia de planos que lo separa de su amigo, recita:
Pajarito que venís tan cansado
y que te arrecostás en la piedra de beber
Decíme. ¿No sos Polimnia?
[…]
Ah pájaro esponjadito
Mansamente en la piedra y por la yerbita te acercás.
‘Yo soy Polimnia’
– Y con razón que una luz de resucitados ha caído aquí mismo.
Polimnia riéndote
Polimnia echándome la bendición. (Palomares, 1975).[4]
Y por si fuera poco y por si faltara un tanto para dar la bienvenida a su terruño, al embajador escritor y poeta, Jorge Valero en este punto importante del espacio planetario latinoamericano irrumpen algunos versos del inconfundible rapsoda,Pablo Neruda en su poema “El pájaro yo”:
ME llamo pájaro Pablo,
ave de una sola pluma,
volador de sombra clara
y de claridad confusa,
las alas no se me ven,
los oídos me retumban
cuando paso entre los árboles
o debajo de las tumbas
cual un funesto paraguas
o como una espada desnuda,
estirado como un arco
o redondo como una uva, (Neruda, 1966).[5]
Una ontología del ser poético gravita en los versos de Jorge Valero. Casi al final del Libro Primero de su poemario nos encontramos con una nueva alusión a su esencia reflexiva a través del poema:¿Quién soy? Y ante las interrogantes del ser poético abrumado en ámbitos nocturnos de oscura pesadilla surge la única esperanza en el canto del ruiseñor: “Huye entonces el rugido de mi agónica pena /¿Qué proeza, qué misterio me regala el ruiseñor?/ ¡Que el riente viento no se lleve mi palabra!”(p.32).
Revelaciones
Alaba, alma mía, al Señor;
alabe todo mi ser su santo nombre.
Alaba, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
(Salmo 103:1-2)
Los Libros Segundo y Tercero denominados: Sacris Natura y Cosecha de Dioses, respectivamente, se constituyen en homenajes a la supremacía de la creación y a los Dioses creadores. El Libro Segundo en tanto canto órfico a la madre naturaleza. Con reminiscencias divinas de la creación, evocaciones universales a las Odas de Horacio, a las Églogas de Virgilio y a la ejemplar naturaleza americana en la magnánima inspiración de Andrés Bello brotan diversas alabanzas a la belleza panteísta del entorno sereno, elevado y prístino, pero también enigmático y profundo.
Resulta inevitable no pronunciar un poema cumbre sobre la identidad del yo poético exaltándola patria chica en conexión con lo divino ,es el poema: “Tierra mía” con solemne epígrafe del Maestro Universal, Mario Briceño Iragorry:
Un pueblo no sólo crece cuando se
levantan los techados de su casa,
sino cuando se eleva el alma de sus habitantes.
Mario Briceño Iragorry
Diálogos de la soledad
Eje supremo de mi santa tierra
[…]
La fértil tierra de mi amado lar
me brinda su fragante yerbabuena
Indecibles sus lúcidos pregones
que me entrega entre saberes
Sus manantiales se mudan en cayapa
cuando la creciente ríe a carcajadas […] (p.63)
Del Libro Tercero seleccionamos el poema “Oda al Creador” como un gesto de cercanía a las creencias asidas al alma del poeta celebrante del Dios venerado en el fuego del hogar:
[…]Los Rosarios iluminan
Sacros tiempos de pureza
Y las voces ancestrales
Resplandecen en la gloria
Glosa el rocío padrenuestros
Con meridiana certeza
Corre orondo con sus salmos
El designio, santas flautas
Fumarolas del incienso
abrazan la tierra bendita
con agua de bautisterio
en la magna casa de Dios (p.76)
En el Libro Cuarto, Acordes poéticosel inventario ceremonial celebrante de la lírica y los poetas de todos los tiemposostenta un recorrido multiforme que se inicia con el talante guerrero de los cuicas en el poema “Ceremonia indígena”, le siguen entre tantos otros: “Contrapunteo con Poe”, “Cantando con Mallarmé”, “La muerte del Minotauro, “El libro egipcio de los muertos”, “Inmensidad del desierto”, “El arte de Orfeo”, “La comedia divina” todos parecen conjugarse en el poema lexía, “En el umbral del crepúsculo” en los siguientes versos: “Con mi voluntad hecha poema/danzo en concierto elevado/ como discípulo del arte/ al alimón ilustrado.”(p.120) o quizás la respuesta nos la ofrece el poema “Gramática del poeta” suerte de Ars Poética: “Soy el que fue a las cantinas de la Vía Láctea/dónde he visto la huella/ De la llameante humanidad/ entre los pliegos de la poesía.” (p.138).
Los cantos órficos del Libro Cuarto han de unirse a la hondura de las respuestas del ser en sus interrogantes filosóficas del Libro Quinto: Liber vitae. Y así el orfismo une la filosofía a la poesía y a las elevaciones del alma. La trascendencia se constituye en el mayor anhelo. Por eso el poeta canta el poema más extenso de esta selección: “La casa del ser” en el que declara:
Ha comenzado el sacerdocio del entendimiento, las deidades del corazón iluminan el infinito que oculto yace
El arte desenfunda su ballesta y se declara triunfante
La cima está al alcance del obrar humano, la cima no
ha sido alcanzada aun
De la Biblia esta sentencia: En el principio era el Verbo,
y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Juan 1.1.)
Alabemos al redentor para que podamos acercarnos a
los elegidos que descubren la nada
El secreto se consagra en la ancianidad del papiro, él
es revelado en los símbolos del heraldo
El mensaje divino del Liber Vitae nos regala la inteligencia que mora en la palabra perdida, en la premuradel sentimiento (p. 151).
El último libro de este poemario, Libro VI:Las aventuras del escorpión, bien puede representar un cierre conclusivo y ceremonial de todo el poemario de Jorge ValeroComo si fuera sueño, quizás también de toda la experiencia poética durante la larga incursión lírica del yo hacedor de sí mismo, poesía prometeica de fuego liberador. El anuncio hecho en el poema “Voz del ser” del Libro V así lo anunciaba: “Se plantan las palabras en un lugar del ancho cosmos/ Palabras escoteras como palomas entonando cantos [nupciales/ Que riegan su contento en colinas de placer. (p.162). Finalmente, el yo poético rendido y sintiéndose aliado de los Dioses pronuncia su ruego: “¡Oh dioses del Olimpo, acólito soy de vuestra nómina! /¡Iluminen por piedad mi alma extraviada! /¡Poned orden y concierto a este angustiado corazón!” (p.185).
La poesía de Jorge Valero en Como si fuera sueño (2023) se ofrececomo acto ceremonial de un yo poético reflexivo encontinua búsqueda de respuestasasidas a un alma que dialoga en sueños con sus dioses,descuella su naturaleza de poeta demiurgo intérprete de la vida y creador de mundos posibles.En definitiva, reconocemos en la poesía de Jorge Valero la importancia de su propuesta lírica colmada de sabias referencias. Su lecturanos atrapa a siempre volver sobre ella, más aun,por cualquier causa o nostalgia.
[1] Jorge Valero (2023). Como si fuera sueño, Prólogo Gabriel Jiménez Emán,1ra. Edición,Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana.
[2]Llamado así por Alberto Bernabé en su conferencia El Orfismo entre la religión y la filosofía, conferencia dictada el 17 de abril de 2018 a través del enlace:https://canal.march.es/es/coleccion/orfismo-entre-religion-filosofia-345
[3]Juan Eduardo Cirlot. Diccionario de símbolos, 1992, p. 350.
[4] Ramón Palomares (1975). Adiós Escuque, p. 215, En: http://cenal.gob.ve/?p=16418
[5]Pablo Neruda (2010). Arte de pájaros, Buenos Aires, Editorial Losada.