PLATÓN VERSUS ARISTÓTELES SOBRE UN COMUNISMO | Por: Ernesto Rodríguez

 

El gran filósofo griego Platón (427-347 A. de C.) en su obra: ‘La República’ propone un tipo de sociedad comunista y en el Libro III de dicha obra el notable filósofo griego Sócrates (469-399 A. de C.) plantea que en tal sociedad habría tres niveles sociales: 1) Los ‘guardianes gobernantes’, 2) Los ‘guardianes auxiliares’ (soldados o guerreros) y 3) los ‘trabajadores’. La misión de los gobernantes sería  gobernar, y su característica fundamental sería la sabiduría. La misión de los guerreros sería la defensa del estado y su característica fundamental sería el coraje. La misión de los trabajadores sería la producción de los bienes materiales necesarios. La pertenencia a cada uno de esos grupos dependería de las aptitudes innatas manifestadas desde la niñez, es decir, los guardianes gobernantes no constituirían una aristocracia hereditaria y podría haber movilidad social. Los hombres y las mujeres tendrían igualdad de oportunidades. No sería una sociedad clasista en el sentido de posesión de propiedades, porque ni los guardianes gobernantes ni los guardianes guerreros, podrían tener posesiones personales. En efecto, Sócrates dice: “En primer lugar ningún guardián debe poseer una propiedad salvo la indispensable (…) Oro y plata, les diremos, lo tienen en la cualidad siempre en sus almas, y no necesitan del metal” (Libro III, 416d-417). Platón proponía tal carencia de posesiones y monedas para evitar que pudieran corromperse. Esos guardianes gobernantes y guardianes guerreros deberían formarse desde su infancia en las cuatro virtudes cardinales: Sabiduría, coraje, templanza y justicia. Los guardianes gobernantes deberían formarse principalmente en la sabiduría y los guardianes guerreros en el coraje. El pueblo integrado por comerciantes, artesanos, granjeros etc., sí podrían tener propiedades.

Por otra parte, Platón en esa misma obra ‘La República’ propone que los guardianes compartirían las mujeres y la crianza de los hijos, Es decir, las mujeres serían compartidas en común y los hijos criados en común, de tal manera que nadie sabría quién es su hijo y quién no lo es. Según Platón, eso daría más cohesión a esa sociedad (véase ‘La República’, 449c-451e). Asimismo, en su obra ‘Leyes’, Platón plantea: “una comunidad de las mujeres, de los hijos, de cualesquiera posesiones – si se han tomado todas las medidas para eliminar todo lo que queremos decir con la palabra ‘propiedad’ en la vida” (‘Leyes’, 739c). De manera similar, los filósofos estoicos planteaban la comunidad de las mujeres. Así, el biógrafo griego Diógenes Laercio (aprox. 200-250) en su obra: ‘Vidas y Opiniones de Filósofos Eminentes’ cuando se refiere al filósofo griego Zenón de Citio (aprox. 335-263 A. de C.), que fue el fundador de la filosofía estoica en la antigua Grecia, dice: “Ellos piensan que los hombres sabios deberían tener sus esposas en común, de tal manera que cualquiera podría hacer el amor a cualquier mujer, como Zenón dice en la ‘República’ y Crisipo dice en ‘Sobre la República’ y también lo dicen Diógenes el Cínico y Platón” (Libro VII, 131).  Es importante aclarar a la lectora o lector, que Crisipo (aprox. 280-207 A. de C.) fue un importante filósofo griego estoico, y Diógenes de Sinope, también llamado Diógenes el Cínico (aprox. 400-325 A. de C.), fue el principal representante de la escuela filosófica llamada ‘cínica’

En el caso de la antigua Esparta se dice que era una política establecida por las autoridades. Licurgo fue el legendario legislador de Esparta que vivió en algún lapso entre 1.000 y 776 A. de C., y el escritor griego Jenofonte (aprox. 428-354 A. de C.) en su obra: ‘La Constitución de Esparta’ refiere que Licurgo: “Instauró la práctica de que un hombre viejo debería traer a su casa, para propósitos de tener hijos, a un hombre cuyas cualidades físicas e internas admirara” (Sección 1.7). De manera similar, el historiador griego Polibio (200-118 A. de C.) en su obra: ‘Las Historias’ dice: “En Esparta era tradicional y normal que tres o cuatro hombres (y a veces más, si eran hermanos) compartieran una esposa, y los hijos eran considerados como los hijos de todos ellos” (Libro XII, 6b8).

La lectora y el lector se pueden imaginar que el tema es sumamente espinoso y se presta a muchísimas polémicas.

El gran filósofo griego Aristóteles (384-322 A. de C.) en el año 367, a la edad de 17 años, fue enviado a Atenas donde fue discípulo en la ‘Academia’ de Platón durante 20 años hasta el año 347 A. de C. cuando falleció Platón. Aristóteles admiraba a Platón pero se dice que en una ocasión expresó: “Yo soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad” (1). El hecho cierto es que Aristóteles en sus escritos discrepaba de Platón respecto a varias cuestiones y una de ellas es la concerniente al comunismo y la comunidad de las mujeres y los hijos.

En su obra: ‘Política’, en el Libro II, hace críticas. Sobre una propiedad común de las cosas señala: “Podemos concluir que la fórmula de que todos los hombres digan ‘Mío’ de un mismo objeto’, es en un cierto sentido bello pero impracticable (…) lo que es común para el mayor número de personas, recibe la menor cantidad de cuidado. Las personas le ponen más atención a lo que es de su propiedad: Ellas ponen menos cuidado a lo que es común; o de cualquier manera, ellas ponen cuidado a lo que les concierne individualmente (…) las personas son más propensas a descuidar su deber cuando piensan que otro está ocupándose de ese deber (…) El esquema propuesto en ‘La República’ significa que cada ciudadano tendrá miles de hijos: Esos no serán los hijos de cada ciudadano individual: Cualquier hijo será igualmente hijo de cualquier otro padre. El resultado será que todos descuidarán igualmente esos hijos” (Cap. 3, 1261b16-1261b32).

Más adelante, señala otra consecuencia desagradable de que las mujeres y los hijos sean compartidos: “No prohíben otras relaciones familiares, que si se practican entre hijo y padre, o entre hermano y hermano, son el colmo de la indecencia” (Cap. 4, 1262a25). Esta observación es acertada: Si un hombre no sabe con cuál mujer está teniendo relaciones, puede ocurrir que las tenga con su madre, su hija biológica, o con su hermana biológica, y eso obviamente es indeseable, no solamente en lo moral, sino porque ahora sabemos que ocasiona endogamia y homocigosis genética que es perjudicial para la salud de la progenie.

Más adelante, respecto a los que cultivan el suelo, dice: “Cuando los trabajadores del suelo, hacen el trabajo ellos mismos, los problemas de la propiedad causarán una gran cantidad de molestia. Si ellos no comparten por igual el trabajo y el disfrute de lo que producen, esos que trabajan más y obtienen menos de lo producido tendrán quejas respecto a esos que obtienen mucho y trabajan poco” (Cap. 5, 1263a8). Más adelante dice: “Cuando cada quien tiene su propia esfera separada de interés, no habrá los mismos motivos de peleas; y harán más esfuerzo, porque cada hombre sentirá que se está aplicando a lo que es su propiedad” (Cap. 5, 1263a21). Más adelante Aristóteles llega a sugerir que el humano tiene un sentido innato natural de la propiedad: “Además, pensar que una cosa es de tu propiedad hace una diferencia que no se puede expresar, en lo que se refiere a placer. Puede ser que cuidar de uno mismo, sea un sentimiento implantado por la naturaleza, y no un simple impulso al azar. Amarse a sí mismo es condenado acertadamente, pero no es lo mismo amarse a sí mismo que amarse a sí mismo en exceso” (Cap. 5, 1263a40).

No obstante, Aristóteles en su obra ‘Ética a Nicómaco’ condena la avaricia: “tanto el hombre que viola las leyes como el hombre voraz y deshonesto son considerados injustos, de la misma manera que el hombre que se rige por las leyes y el hombre honrado son considerados justos” (Libro V, 1.129a32-33). Aristóteles emplea el término ‘pleonexia’ para ese hombre voraz que se apropia de más de lo que le corresponde

Podemos concluir que una propiedad común de las mujeres y los hijos es muy difícil de lograr. Respecto a una propiedad común de las cosas, los estudiosos del tema no se ponen de acuerdo, pero quizás se podría alcanzar algo intermedio: Una propiedad común de los grandes medios de producción y una propiedad privada de los pequeños medios de producción. NOTA: (1) Pag. 25 en ‘The Oxford Dictionary of Quotations’. Fifth Edition. Edited by Elizabeth Knowles. Oxford University Press (2001).

ernestorodri49@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

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