Ernesto Rodríguez
Una de las cosas más graves que estamos viviendo es que los jóvenes frecuentemente no leen nada y cuando leen no tienen la capacidad de interpretar.
El gran escritor ruso Nikolai V. Gogol (1809-1852) publicó su novela: ‘Almas Muertas’ en el año 1842 y en ella describe a un personaje llamado Petrushka que lee de todo pero nunca entiende lo que lee. Así, en la novela dice que Petrushka tenía una tendencia: “a leer libros, cuyo contenido no le importaba lo más mínimo. Le daba exactamente lo mismo que contara las aventuras de un héroe enamorado, que fuera un simple abecedario o un libro de oraciones (…) Le gustaba no lo que leía, sino el hecho de leer, o mejor dicho, el proceso de la lectura, ver cómo las letras se iban juntando para formar palabras que, en algunas ocasiones, sólo el diablo sabría lo que querían decir” (Cap. II)…Gogol describe el caso de una persona que lee sin ser capaz de interpretar lo que lee.
Por supuesto, una de las causas de que ACTUALMENTE los jóvenes no tengan capacidad para interpretar una lectura es la moda de los teléfonos móviles celulares que no se utilizan para buscar información importante por internet sino para video juegos etc.
El escritor estadounidense Nicholas Carr (nac. 1959) publicó en el año 2011 una obra titulada: ‘Los Superficiales. Lo que el internet está haciendo a nuestros cerebros’ (1). Esta obra fue un bestseller del New York Times y desde entonces ha sido sumamente elogiada. En castellano fue publicada por Editorial Taurus en 2011 y también hay una entrada en Wikipedia con un resumen de la obra.
Veamos los aspectos esenciales. Nicholas Carr refiere todas las evidencias científicas de que el cerebro es maleable y que durante toda la vida hay una neuroplasticidad, es decir, continuamente se crean nuevos circuitos neuronales y nuevas neuronas. Así dice: «La evolución nos ha dado un cerebro que literalmente puede cambiar su mente – una y otra vez. Ahora sabemos que nuestras maneras de pensar, percibir y actuar no están totalmente determinadas por nuestros genes. Tampoco están determinadas por nuestras experiencias durante la niñez. Las cambiamos por medio de la manera en que nosotros vivamos” (Pag. 31). En efecto, hay evidencias de que todo lo que pensemos o hagamos, tiene un efecto sobre nuestro cerebro y cuanto más repetimos eso que pensemos o hagamos, entonces más se desarrollarán y reforzarán los circuitos neuronales cerebrales relacionados con eso que pensemos o hagamos. Entonces resulta que cuando las personas navegan mucho por internet, es muy frecuente que reciban una información fragmentada, pildoritas de información que muchas veces son inconexas, sobre muy diversos temas, de tal manera que el cerebro se acostumbra y desarrolla circuitos neuronales para esa manera de recibir información, con frecuentes interrupciones, de una manera precipitada, y con una distracción continua de la mente que brinca de un lugar a otro (de un link para otro link). El cerebro desarrolla circuitos neuronales para procesar ese estilo de información caleidoscópica de breves informaciones superficiales sobre múltiples temas muy diversos. Pero Carr asevera que eso es muy distinto a concentrarse de una manera calmada en la lectura de un libro haciendo un esfuerzo profundo y sostenido durante un tiempo prolongado y haciendo un análisis crítico del contenido de la obra. Como dice Carr: “A medida que aumentamos el tiempo dedicado a revisar páginas web y disminuye el tiempo que dedicamos a leer libros (…) A medida que aumenta el tiempo que dedicamos a saltar a través de los links y disminuye el tiempo que dedicamos con calma a una reflexión y contemplación, los circuitos neuronales que sustentan esas antiguas funciones intelectuales y búsquedas, se debilitan y comienzan a fracturarse. El cerebro recicla las neuronas y conexiones sinápticas que ya no son utilizadas” (Pag. 120). Dicho en otras palabras, el cerebro disminuye los circuitos neuronales para concentrarse en un estudio a fondo de una obra. De hecho, Carr refiere estudios y evidencias experimentales de que las personas que utilizan mucho el internet disminuyen su capacidad de analizar e interpretar correctamente un texto (Pag. 140).
Por otra parte, el escritor neozelandes-estadounidense James R. Flynn (1934-2020) descubrió que los puntajes de las pruebas (tests) de inteligencia (I.Q.) aumentaron unos 3 puntos en cada década durante el siglo XX. Actualmente se conoce como ‘Efecto Flynn’ y ha sido interpretado sobre la base de que las poblaciones han desarrollado progresivamente más capacidad para un razonamiento abstracto. No obstante, Nicholas Carr analiza ese Efecto Flynn y proporciona evidencias y estudios de que ese incremento del I.Q. no se puede atribuir al internet, ya que la utilización de éste último ha sido sobre todo desde los años 1990. En realidad las evidencias ya indican que el uso muy frecuente y prolongado del internet ocasiona una disminución del I.Q. (Pags. 144-148).
Posteriormente, Nicholas Carr en una entrevista a BBC News Mundo el 4 de febrero de 2021 expresó: “Por desgracia mis predicciones sobre internet se han cumplido y son incluso peores de lo que se esperaba (,,,) Nos estamos volviendo menos inteligentes, más cerrados de mente e intelectualmente limitados por la tecnología” (2).
Por supuesto, el internet puede ser sumamente importante para buscar información valiosa sobre muchos temas. Pero el problema radica en que muchos jóvenes no lo utilizan para cosas importantes sino para fruslerías.
Además está la cuestión de que con la ‘Inteligencia Artificial’ muchos estudiantes pueden armar un buen trabajo por internet sin tener ni la menor idea de lo que están presentando.
El asunto es muy grave porque el educador venezolano Simón Rodríguez (1771-1854) dijo: “Al que no sabe cualquiera lo engaña. Al que no tiene cualquiera lo compra” (3)…¡Y eso es una gran verdad!
NOTAS: (1) Nicholas Carr (2011) ‘The Shallows. What the Internet Is Doing to Our Brains’. W.W. Norton & Co. Todas las citas sobre el internet las he tomado de esta obra. (2) Nicholas Carr “Nos estamos volviendo menos inteligentes,,,,”. Lucía Blasco. BBC News Mundo, 4/02/2021) (3) ‘Pródromo de Sociedades Americanas en 1828- O.C., I, 283’. Cita tomada de pag. 95 en Alfonso Rumazo González (1980) ‘Ideario de Simón Rodríguez’. Ediciones Centauro. Caracas.
(ernestorodri49@gmail.com)
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