Petro: El proyecto político de mi rival es la alianza entre política y crimen

EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

Bogotá, 7 may (EFE).- Gustavo Petro está más cerca que nunca de ser presidente de Colombia y lleva más de una década intentándolo. Su proyecto político promete «el cambio» para un país que nunca ha tenido un Gobierno de izquierdas y asegura que el de su mayor rival, Federico «Fico» Gutiérrez, «está basado en una alianza entre la política y el crimen».

A tres semanas de la cita electoral, es seguramente la persona más buscada del país y no solamente por periodistas o partidarios. Este jueves se subió a una tarima con un chaleco antibalas y rodeado de cuatro escoltas con escudos blindados, después de que su equipo detectara un plan para acabar con su vida. Mira con desconfianza y cuando se le pregunta sobre su próxima cita en plaza pública advierte: «si llegamos a ella».

Pregunta: ¿Qué tiene Gustavo Petro que no tuviera hace cuatro años?

Respuesta: Más gente, más años. Más años, por obvias razones, y mucha más gente indudablemente, las encuestas lo dicen. La sociedad tuvo la experiencia de sentir qué significaba mantener el uribismo votando por (el presidente Iván) Duque. Y vivió estos cuatro años de una crisis profunda. Ayer la estadística del DANE (ente estadístico) del Índice de Precios (al Consumidor) mostró un crecimiento del precio de los alimentos del 26 %.

Dejamos de producir alimentos en Colombia y los importamos. (…) Entonces tienes un índice de precios absurdo en alimentos, comparado a unos ingresos que apenas han crecido entre el 5 y el 10 % nominal. Eso significa una sola cosa: En este momento debe haber crecido sustancialmente el hambre en Colombia (…) Colombia es un país de tierra fértil, de mucha agua, no deberíamos estar en esa condición.

P: Colombia tiene un pasado de aspirantes presidenciales asesinados: Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y en los 80 y en los 90 otros como Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo o Carlos Pizarro, ¿en Colombia se podría asesinar a un candidato en 2022?

R: Sí, claro. Hay un número importante de personas que estarían interesadas en un asesinato, que no tienen que ver con las altas cúpulas del poder, pero que sí tienen mucho dinero, mucho poder, armas y capacidad para hacerlo; ese riesgo existe.

P: ¿Qué es lo que ocurrió? ¿Cómo fueron las amenazas?

R: Yo lo que tuve no fueron amenazas; a mí me llegan amenazas diarias. Esta vez descubrimos un plan en nuestro propio sistema de seguridad y logramos saber que había una operación contra mí en Pereira (…) Allá hay una gran banda (La Cordillera) muy ligada a la construcción de drogas sintéticas con base en heroína (…) una banda muy poderosa con vínculos con la política, con control sobre los barrios, sobre la población, que le permite hacer elegir personas.

P: ¿Qué intereses políticos tenían para atentar contra usted?

R: Es algo que yo vengo denunciando desde hace tiempo que es la articulación entre crimen, política y poder, que es como se mueve el poder político en Colombia desde hace 30 años.

Descubrimos cuántas personas, cuánto les habían pagado más o menos, quién había pagado, y finalmente le entregamos toda la información al Gobierno y suspendimos el acto que iba a ser en un sitio que ellos mismos a través de su poder de infiltración lograron establecer. Nunca el Estado ha detectado las operaciones contra nosotros, hemos sido nosotros mismos y las hemos podido hasta ahora desactivar.

P: Y ese problema de no detectar planes criminales no solo le pasa a usted, le pasa a muchos líderes sociales de este país.

R: Sí, solo que ellos tienen menos capacidad de detectarlo y ocurre lo que ocurre. Ha sido la constante, el asesinato de líderes sociales por cuentagotas, pero ya son más de mil (…) Las bandas construyen una especie de extorsión generalizada para la población y son muy útiles para la política tradicional porque el control sobre la población se vuelve votos obligados y por tanto poder político.

Esta construcción de bandas (…) puede provocar una especie de balcanización, el territorio se empieza a fragmentar a partir del crimen. El Gobierno de Duque ha perdido mucha capacidad sobre el territorio y (…) empiezas a encontrar las mismas razones que llevaron a calificar a Colombia como un Estado fallido hace un tiempo.

P: ¿Y hay vuelta atrás? ¿Qué hará al respecto si llega a la Presidencia?

R: Primero recuperar lo hecho por (Juan Manuel) Santos, que iba en el buen camino, incompleto, pero había alcanzado éxitos y había generado ya una esperanza de paz en Colombia.

Santos se quedó en tres elementos: el acuerdo FARC, que ha sido incumplido por el actual Gobierno, por tanto hay que cumplirlo, y eso podría generar una desactivación de disidencias; el acuerdo con el ELN, que quedó en mitad de camino pero que habría que acelerar y que podría, depende del ELN, volver a crear el clima de paz y de avance democrático, y alcanzaron a plantear una política de sometimiento colectivo a la justicia, que es un mecanismo jurídico en donde el interlocutor no es el gobierno, sino la justicia.

La realidad colombiana es que hay bandas colectivas de centenares de miembros y por tanto el mecanismo debería ser un sometimiento colectivo.

P: El Gobierno habla de terroristas y criminales cuando se refiere a todo grupo armado en Colombia, ¿qué son para usted el ELN o las disidencias de las FARC, que tienen raíces insurgentes?

R: Son bandas multicrimen; ya el tema de la insurgencia política pasó. Hay unas raíces, unas causas en la sociedad, en la historia, pero las guerras que se desarrollan en los campos de batalla colombianos tienen que ver con conflictos de bandas multicrimen incluso con alianzas con sectores del Estado muy visibles.

Hay una lucha por el control territorial pero no está pensado como lo hubiera pensado una insurgencia política para tomarse el poder, sino para extraer ganancias de unas economías ilegales de diversos tipos.

P: En esta situación entra el problema de que la producción de cocaína cada día es mayor y hay muchas zonas del país donde la coca ha creado una bonanza que es difícil que supla el Estado, ¿cómo abordar esto?

R: El campesino que produce hoja de coca y la transforma industrialmente tiene un mejor vivir que con cualquier otro producto. La gran ventaja que hoy tiene la producción de hoja de coca es que el campesino no vende la hoja, sino que le hace un procesamiento agroindustrial y vende la pasta.

Si la sustitución es pensada exclusivamente en un campesino que produce la materia vegetal en bruto y no es dueño de la industrialización y no le puede agregar valor, pues no es igual de rentable que la pasta de coca y fracasa el programa.

Incluso el programa debería incluir entrega de tierras (…) La pasta de coca es rentable en tierras pobres y selváticas muy alejadas de los centros urbanos, pero una forma de competir con la rentabilidad de la pasta de coca es entregarles tierra fértiles cerca a las ciudades.

¿Por que no se hace? Porque los dueños del narcotráfico se han quedado con la tierra fértil de Colombia y porque son los dueños del poder político e impiden una reforma agraria; es un negocio por todos los lados.

P: Las últimas encuestas le dan un margen de casi 17 puntos porcentuales sobre su principal oponente de derechas, el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez, ¿cómo lo ve?

R: Es el uribismo, el candidato de Duque. Ese proyecto político está basado en una alianza entre la política y el crimen. La única forma como el proyecto uribista se pueda mantener hoy en el poder vía elecciones -porque obviamente habría otras vías- es alrededor del miedo y la mentira.

 

 

 

 

 

 

 

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