Un miércoles 31 de octubre, hace ya seis años, en horas del mediodía una información nos sacude el sentido del equilibrio anímico y una honda tristeza se apodera de lo que quedaba de ése día, “se murió Teodoro” nos dijo Doña Olga, quien inmediatamente comenzó a recordar las distintas visitas que a la casa materna siempre hizo el catire del Batey para buenas conversas con Don Guillermo.
Se nos fue físicamente Teodoro Petkoff, grande, inmenso, dueño de una vocación de servicio público absoluta y de genialidades únicas, donde los más favorecidos fuimos siempre sus amigos.
Con Teodoro aprendimos a pensar en libertad, a conocer el valor de la solidaridad en los actos que buscan la justicia social. Se volvió una referencia existencial permanente, donde sus experiencias y pensamiento fueron enseñanzas para todos. Todo proceso político en Venezuela y Latinoamérica han tenido en las ideas de Petkoff una manera para revitalizar la democracia y la libertad
Teodoro es una expresión moral, ética y política de la Venezuela histórica y contemporánea.
A Teodoro lo conocimos en el MAS, en la lucha diaria juvenil, en esas jornadas de la izquierda Valerana, donde conversamos sobre la militancia, recuerdo una frase a una pregunta. “Se trata de actuar, de ser gente, de caminar siempre con las expectativas reales, pero se trata también de pensar, de crear, quien no piensa no milita ni actúa”. Hoy el país extraña ese líder cívico de grandes magnitudes, un líder cuyo ejemplo será ejemplo de solidaridad y preocupación por el Venezuela.
@leonardomontillad