PERÓN Y EVITA, UNA PAREJA SINGULAR (I)

AMÉRICA LATINA 1948-1998. DEL BOGOTAZO AL FORO DE SAO PAULO

 

Por: Luis Hernández Contreras 

Cuando la primera dama argentina, Eva Duarte de Perón, falleció el 26 de julio de 1952, todas las vanidades y lisonjas se exacerbaron. Surgieron atinados acuerdos propios del protocolo aplicado para un momento luctuoso, pero se dispararon las más inverosímiles e irracionales propuestas formuladas por cortesanos y aduladores de oficio. Nacida en 1922, para otros en 1919, la chica que superó la pobreza gracias a su talento histriónico que la llevó a la radio y al teatro como actriz, conoció en 1943 al entonces coronel Juan Domingo Perón, cuando este ejercía como secretario de Trabajo y Previsión. Un terremoto los unió, pues la activa y altruista joven fue diligente en la asistencia al desvalido. Esto los atrajo y comenzaron a vivir juntos. Cuando el vicepresidente Perón fue apresado en octubre de 1945, Evita movió cielo y tierra, ante todo la fuerza obrera para que el amado militar apareciera triunfante en el célebre balcón de la Casa Rosada. El destino lo haría presidente, sobrepasando a los compañeros de armas que quisieron tenderle obstáculos para sacarlo del juego. Por esos días Perón y Eva se casaron. La actriz dejó las tablas y la radio, comenzando el protagonismo que ha convertiría en “Evita”, ídolo de los pobres, a los que ella llamó “los descamisados”.

No fue una primera dama más. Tenía el poder en sus manos e influía rotundamente en las decisiones de su marido. Se puso al frente de una obra de beneficencia de alcances jamás vistos en América Latina. Máquinas de coser, alimentos, viviendas, atención médica y obsequios, sirvieron para convertirla en símbolo de quienes la veneraron. Viajó a Europa en 1947 y fue recibida por gobernantes como el español Francisco Franco y el papa Pío XII le dispensó audiencia especial. Escribió un libro “La razón de mi vida”, traducido a varios idiomas y oficializado como “texto escolar” por decisión del Congreso, órgano que la designó como “Jefe Espiritual de la Nación”.

Perón y Evita hicieron una dupla singular sin parangón en la historia del continente. Estuvieron juntos para denunciar presuntos atentados a sus vidas, los que nunca sucedieron, llevando a la cárcel a antiguos colaboradores como el diputado Cipriano Reyes y su esposa, quienes fueron denunciados en septiembre de 1948 por el propio jefe de la Policía Federal. De inmediato, los templos católicos oficiaron misas de acción de gracias “por la frustración del complot”, los sindicatos fueron a huelga como método de protesta y la pareja presidencial fue ovacionada al salir al balcón de la Casa Rosada. Promovieron su gobierno a través de autos de carrera que atravesaron el continente y esperaban en la raya de sentencia a sus propagandistas, como el piloto Oscar Gálvez, ganador de la prueba Lima-Buenos Aires en diciembre de 1948. El matrimonio inauguró el 25 de febrero de 1951, los primeros Juegos Deportivos Panamericanos celebrados en el estadio “Presidente Perón” de Buenos Aires. Evita pidió, el 10 de enero de 1949, respaldar la gestión de su marido, pues de lo contrario, “caeríamos bajo la explotación del imperio capitalista, siempre dispuesto a retornar a sus antiguas posiciones”, luego de cuestionar a algunos dirigentes comunistas que buscaban bajar la producción y subir los salarios. No dudó al sentenciar que, en la Unión Soviética y sus satélites, los obreros eran esclavos que obtenían una superproducción a cambio de una retribución bajísima.

El dominio alcanzado les permitió modificar la Constitución en 1949, a fin de lograr la reelección inmediata del presidente, considerado como “forjador de la revolución nacional”. Aclamado para la candidatura presidencial del período 1952-58, todos daban por seguro la inclusión de Evita como candidata a la vicepresidencia. Sin embargo, el destino marcó otro derrotero. En una fábrica naval de Irlanda del Norte se construía el buque “Juan Perón”, y un accidente provocó la muerte de quince operarios en enero de 1951. A las semanas, el gobierno la enfiló contra el diario “La Prensa” el más prestigioso de Argentina, fundado en 1869. Su editor, Alberto Gainza Paz, fue apresado y expulsado, quedando intervenido el periódico, colocándose en la fachada de su sede, grandes retratos de Perón y Evita. Por último, sorpresivamente, Eva Perón anunció por la radio, el 31 de agosto de 1951 que declinaba su aspiración a la vicepresidencia.

Al reservar su grave estado de salud, solo dijo que “no he tenido, y no tengo, más que una gran ambición personal: que en el capítulo que la historia con toda seguridad dedicará a Perón, se diga que a su lado había una mujer que llevó al Presidente las esperanzas del pueblo, que Perón convirtió en realidad, y que esta mujer era llamada cariñosamente Evita por el pueblo”. Este acto sería conocido como “el renunciamiento”. El presidente del Consejo Superior Peronista, Alberto Teisaire, la llamó “la mujer más grande del mundo y de la historia”. Por tal motivo, el 31 de agosto pasó a ser el “Día de Evita”.

 

 

 

 

 

 

 

 

.

Salir de la versión móvil