Valera nunca ha estado ajena de lo que sucede en la política nacional, en los años 1950 cuando ascendió al poder el tachirense y militar, Marcos Pérez Jiménez como Presidente Provisional en 1952, luego de un fraude electoral, también hubo reacciones adversas a este hecho. La temible Seguridad Nacional se encargaba de acallar y detener a las voces disidentes como Pedro Malavé Coll, Manuel Isidro Molina, Gonzalo González, entre otros, que desde la trinchera del periodismo hacían franca oposición. Pareciese que la historia es cíclica y vuelve a repetirse.
Posteriormente “el gordito de Michelena” fue proclamado por una írrita Asamblea Nacional Constituyente del 2 de diciembre de ese año, que le dio la potestad de sustituir a Germán Suárez Flamerich. Esa misma Asamblea lo nombró Presidente para el periodo 1953-1958. De esta forma los venezolanos comenzaron una nueva etapa política que tuvo signada por un desarrollo de infraestructuras en todo el país, gracias a los altos precios del petróleo por conflictos como la Guerra de Corea, que le permitieron al gobierno militar un aparente progreso, con su política de construcciones y desde luego, mucha represión, pero mucha represión a través de la Seguridad Nacional. No aceptaban la disidencia democrática.
Ya para finales de 1957, hace 64 años, la situación del gobierno de ese entonces con respecto al apoyo de la población no le era nada favorable. AD y el PCV, lideraban la oposición y el régimen se mostraba cada vez violento y represor. A Pérez Jiménez se le ocurrió realizar un plebiscito para quedarse más tiempo en el poder. Toda una componenda para relegitimarse, pero desde él le informó al Congreso de la República sobre la realización del plebiscito, el 4 de noviembre de 1957, ardió Troya, se desencadenaron protestas en Caracas y algunas ciudades del país, entre ellas Valera, declarándose en huelga y estado de protesta los estudiantes, en los liceos y en la universidades. Las protestas fueron desde el 17 hasta el 21 de noviembre, cuando la Seguridad Nacional violó la autonomía universitaria y tomó la Universidad Central y reprimió a los estudiantes, en homenaje a esa fecha es que celebramos cada 21 de noviembre el Día del Estudiante.
Pese al clima de violencia y del rechazo colectivo al fulano plebiscito, Marcos Pérez Jiménez lo ganó en forma fraudulenta y fue confirmado el 20 de diciembre de 1957 como presidente. El malestar general prosiguió y la crisis se agudizó y fue tal el descontento nacional hacia el gobierno, que el 23 de Enero de 1958, Pérez Jiménez abandonó el país, a bordo de la llamada “Vaca Sagrada”, dejando, según la leyenda urbana, tres maletas repletas de dinero en la huida, ante la pelazón de los venezolanos.
Y si hablamos de “pelar” en nuestra ciudad, los barberos desde el siglo pasado, han sido personas muy respetadas y queridas por todos los valeranos, el más recordado fue “Buche de Agua” Matheus, que ante la carencia del atomizador rociador de agua en el cabello, optaba por tomarse un “buche de agua” y rociar el cabello del cliente. A veces, el referido barbero se tomaba sus guarapazos de “sanjonero” y los muchachos llegaban hediondos a miche claro a sus casas y recibían el regaño de rigor, pero era producto de la visita al fígaro de la avenida 16, en el sector La Ciénega. Los cortes estaban entre dos bolívares y hasta cinco bolívares.
Otro barbero muy solidario era el popular “Proto” en la calle 14 con avenida 13. Era un valerano de noble corazón, si no había para pagarle por el corte de pelo igual lo realizaba. Afeitaba gratis. Después estaba Pedro, en el Barrio San Isidro-Morón, le llamaban “Pela muertos”, era el encargado de maquillar a los cadáveres en la morgue del hospital. Por cinco bolívares los dejaba impecables. También recordamos al célebre “Pajarito”, un valerano que incursionó en las barberías caraqueñas y trajo innovadores cortes a la ciudad. Atendía a sus clientes a domicilio.
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