“Pepe” Lozito, un siciliano en La Puerta / Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

 

 

Durante el siglo XIX, Trujillo se vio favorecido por una significativa inmigración italiana que se involucró sostenidamente en los distintos pueblos de la región. En La Puerta, registra Bennet, en 1920 la existencia de un importante comerciante de apellido Ismael Maggioranni, así como, un hacendado de nombre Américo Burelli García. Subido el siglo XX, llegaron a nuestra comarca, varios nativos de la bota europea, que reanimaron el caudal inmigratorio.

Hablar de Sicilia, la ciudad  italiana,  es imaginar alguna sinonimia de clanes, grupos y sectas oscuras, unidas por pactos de sangre y juramentos secretos, que pasaron a dominar y presionar desde la clandestinidad y con violencia la vida de la sociedad y los tentáculos del poder, es lo que deja cierta literatura y la cinematografía hollywoodense, con el tema de la mafia.

El escritor Gaetano Savatteri, en su obra de crónicas Los Sicilianos, señala que siendo un pueblo de aluvión cultural, invadido y conquistado cien veces por igual número de culturas diferentes que han dejado sus raíces, es equilibrado.  En apretado resumen, Savatteri describe las características generales de la personalidad del oriundo de Sicilia, así: <<Sicilia es la tierra del absoluto y las contradicciones, del blanco y el negro, de la luz y el luto. El siciliano sabe conciliar los opuestos y convivir con ellos>>, es decir, sabe equilibrar lo que tiene de europeo, refinado y avanzado, con lo que tiene de africano, rebelde e imprevisible; alguno pudiera pensar, son dialecticos. Mucho de eso, encarnó e identificó a nuestro personaje: el señor Giuseppe Lozito Tanassi, el popular “Pepe” Lozito, quien se armonizó con familia de este pueblo andino.

Era oriundo de Sicilia, Isla de Italia, donde nació el 9 de febrero de 1935, muy joven llegó a Caracas, como albañil, donde trabajó un buen tiempo. Se casó con la señora Francisca Franco, con quien procreó sus hijas, Coromoto, Paula, Ana María y Jackeline, todas profesionales universitarias, con lo que hizo su aporte de sangre italiana, que robustece de alguna forma las raíces de la latinidad de nuestra comarca. Pepe tuvo un hermano de nombre Salvador, que era ciclista, murió en un accidente.

En 1964 se vino a La Puerta, tenía 29 años de edad y uno de sus primeros trabajos fue la construcción del local de la esquina de la avenida Bolívar con calle 7, en lo que fue uno de los más importantes centros familiares con pista de baile, y con una bodega en la parte alta, propiedad de doña Elda Torres, luego de los Matheus. Hubo otros inmigrantes italianos, que vivieron en esta Parroquia, como el emprendedor Batista Bianchi; el arquitecto Fernando Lombarda; el señor Pasini, que se ubicó cerca de El Molino y tenía un taller mecánico, y Franco Bellandy, quien era vendedor de productos cosméticos y de limpieza, distribuyendo a los grandes almacenes y casas mercantiles del Estado, quien vivió en una quinta frente a la casa del Dr. Anzola, cerca de la calle 9 con avenida Páez; fueron gente de mucho esfuerzo y trabajo.

 

 

Un centro de entretenimiento como ese, no había

 

En su patrimonio personal, Pepe, levantó la edificación que está en la esquina calle 3 con avenida Bolívar de La Puerta, donde montó el primer cine formal, con funciones diarias toda la semana, del género mexicano. Se recuerda, a los que cargaban la sui generis “marquesina”, un aviso de cartón por todas las calles del pueblo, que ponían encima de sus hombros: Amadeo Rondón y el gato Argimiro Ramírez.

“Pepe” Lozito, según nuestro vecino Ramón “Moncho” Carrillo, fue un hombre que procuró traer cosas nuevas a esta Parroquia, sin embargo, su ocupación fundamental fue la construcción, <<fue mi jefe, y trabajé en la discoteca “La Araña”, cuando se iba yo me encargaba de la discoteca, él, se la pasaba por fuera, mas en Puerto Cabello, donde ejecutaba obras y proyectos de construcción, le gustaba mucho la construcción>> (Conversación con Ramón Carrillo, La Puerta, 13 marzo 2024); sin dudar un instante, “Moncho” afirmó que un centro de entretenimiento como ese, espacio, mobiliario, espectáculos, concursos, música en vivo y con la clientela turística que tenia, no había, ni aquí en La Puerta, quizás tampoco en el occidente del país. Era melómano, cuando llegaba en la noche de trabajar en Valera, pedía al disc jockey le pusiera la música de Billos, aquellos mosaicos de moda, asi como las canciones del Festival de San Remo.

Luego, tuvo un pequeño restaurant en este mismo local. Al principio, el negocio de Pepe era un billar, una sola mesa, y una pequeña barra donde vendía parrilla y cerveza, posteriormente, en 1967 abre la famosa Discoteca del Estado Trujillo, “La Araña”, que revolucionó el campo del entretenimiento en el occidente del país. Con el éxito obtenido con esta discoteca, que presentaba los mejores artistas y cantantes, fundó en Valera la Discoteca “La Cueva”, año 1974, a donde se llevó a trabajar a personas de La Puerta, como Benito Suárez, el popular “Guache”, a Ricardo Lobo y a Alfonso Araujo, ex Prefecto; en la inauguración de este centro nocturno, recuerda el Dr. Jorge Méndez, que Pepe, no escatimó gastos y contrató al denominado sonero del mundo Oscar D’ León.

 

 

La “Terraza Zulia” y su entretenimiento: el ajiley

 

Si algo le gustaba a Pepe, era ir a la “Terraza Zulia”, a pocos metros de su casa, a jugar baraja y a compartir con la gente del pueblo. Ahí estaba hasta horas de la madrugada. Sentarse a la mesa, a jugar la versión criolla del póker, era su gran distracción. La partida podía estar animada con unos tragos, para otros los cigarrillos importados de la época: Philips Morris, Viceroy, Camel y el Marlboro. Las voces de los jugadores se hacían cada vez, más duras, cuando tocaba el envite. Se llama “Ajiley”, ese juego, que los embrujaba y los animaba a cazar apuestas. A cada jugador le tocaba su grupo de cartas, que no son las del juego inglés, sino la baraja española, que hace el juego de menor complejidad y entendible para todos.

Las primeras 2 cartas del jugador, son para empezar a “ajilar”, aquí se topan y se ven a las caras, y se da la primera ronda de envite; viene el reparto de las 3 que faltan, a cada jugador. Se botan las que no ligan y se le reparten sustituyendo las que botaron, y el que consiga más puntos, es el que sonríe internamente, porque es el ganador; muy fácil lo explicaba el siciliano de La Puerta.

“Pepe” siempre decía, que su amigo Benito Sánchez, el dueño de este establecimiento, se había hecho rico a costillas de él, porque jugando ajiley le ganaba a todos, y resulta que Benito no le tenía miedo a apostar fuerte y los jugadores se le corrían, aunque se comentaba que tenía su propia magia particular; allí pasaban 2 y 3 días jugando. También se incorporaba, Franco Bellandy, que era aficionado a jugar baraja, otras veces se dirigían a jugar en el Hotel Aurora, Motel Valera o en el Hotel Imperial, donde se daban las grandes partidas de ajiley y póker, de la ciudad de Valera.

 

 

Cuando le regalaron la gallina verde

 

Una de las anécdotas que contaba Benito Sánchez, acerca de “Pepe”, era que, en una oportunidad recién llegado, Benito sacó una jaula con unos loros de los que él tenía, para cambiarlos de sitio y “Pepe” cuando los vio le dijo “esa gallina verde sí es dura”, al parecer, Pepe, en sus primeros tiempos en Venezuela, no sabía diferenciar las aves y se había preparado y comido un loro que le habían obsequiado. Así, estarían las cosas, verdes. Posterior al regalo de los loros, en otra oportunidad un vecino le regaló una bolsa de aguacates, y pensó que eran hortalizas y las puso a cocinar, al rato apagó la cocina, obteniendo un atol de aguacates y así, contorneado con pan, se los comió. Los cuentos de Don Benito.

 

 

Don Elio Carrasquero, le alegró la vida

 

De anécdotas, debemos incluir la siguiente: En una oportunidad, el perro de Pepe, lo había atacado y estaba fulminado por un empujón de garrapatas, le echó varios remedios que le recomendaron y no tuvo mejoría, se estaba muriendo. Estando caminando cerca de la plaza, se encontró con don Elio Carrasquero, y le comentó lo del animal. Don Elio, viendo la preocupación de Pepe por su mascota, le dijo en forma patriarcal “vaya a su casa, Pepe” y le repitió “vaya a su casa, Pepe”; cuando Pepe llegó a su casa, al perro se le salieron todas las garrapatas que tenia. Estas cosas no se creen, pero las cuentan, como ocurridas.

Cuenta nuestro vecino y ambientalista Esteban Quintero, que en una oportunidad Pepe, va bajando a Valera en su camioneta con un grupo de amigos, iba muy alegre. Vio de lejos, que en el medio de la carretera, hay un cajón de madera atravesado. Le dijo a quien le acompañaba en la cabina: – Vas a ver que la voy a moler y no va a quedar  ¡nada! Cuando embiste el cajón, se sintió un ruido raro y la camioneta quedó con una rueda en el aire. Resulta que el cajón, lo había puesto la comunidad, como señal de advertencia, sobre una gran piedra que cayó del cerro.

Tuvo la confianza de la colectividad, y fue presidente de las Fiestas populares y religiosas de enero, que destacaron por la programación de actividades, entre otras: bailes y espectáculos de calle, carreras de carros gocar, desfiles de vehículos, maratones de bailes, cabalgatas, corridas de toros, campeonatos gallísticos.

Hombre cordial, sencillo y servicial, se fue hace algunos años, a Italia, y se regresó a Trujillo, a seguir soñando para seguir haciendo algo más por La Puerta, sin embargo, el siciliano de La Puerta, falleció el 5 de marzo de 2024, por lo que desde aquí nuestro reconocimiento como uno de los forjadores contemporáneos de nuestra Parroquia.

 

 

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