Frío, calor, sol y agua es lo que llevan los abuelos, abuelas, hijos, nietos, sobrinos, y todo aquel que acude a los bancos a cobrar la pensión. Ayer en el Banco Bicentenario de la ciudad capital, desde muy temprano las colas doblaban una cuadra, gente que llega desde la 1 de la madrugada y otros se quedan desde la noche, y aunque esto ya parece una rutina, es muy triste escuchar los testimonios de las personas de la tercera edad que en lugar de estar descansando, consintiendo a sus nietos, deben pasar días y horas en una cola.
Para quienes laboran en los bancos, los informes médicos no tienen validez, -aseguran los pensionados- es cierto que quienes llegan a la edad dorada la mayoría tiene un malestar, pero hay quienes están en condiciones especiales, pero la sensibilidad parece quedarse fuera de la entidad bancaria y no aceptan casos particulares.
Testimonios de viva voz