PENSAMIENTOS SOBRE GOBIERNOS ANTIDEMOCRÁTICOS | Por: Ernesto Rodríguez

 

Una de las cosas más importantes es recordar algunos pensamientos sobre lo que son gobiernos antidemocráticos.

Por supuesto, Simón Bolívar (1783-1830) expresó en varias ocasiones ideas muy acertadas sobre la libertad, la tiranía, etc., y sus citas son muy conocidas y no hace falta repetirlas. Pero quizá es menos conocido que San Agustín (354-430) en su famosa obra: ‘La Ciudad de Dios’ (413-426) dice: “Si la justicia es eliminada, ¿Qué son los gobiernos sino grandes bandas de ladrones?” (Libro IV, Cap. IV). También es poco conocido que el autor chino Hang Fei Tzu (280-233 A. de C.) expresó: “Si malos ministros gozan de seguridad y beneficios, eso es el comienzo de la debacle” (1).

También podemos recordar al filósofo inglés John Locke (1632-1704) que en su obra “Dos Tratados Sobre el Gobierno” (1690) dice: “La tiranía es el ejercicio del poder más allá de lo que establece el derecho (…) Donde se acaba la ley comienza la tiranía” (Libro II, Cap. XVIII, secciones 199 y 202). Asimismo el filósofo francés Montesquieu (1689-1755) en su obra: ‘Del Espíritu de las Leyes’ (1748) dice: “Cuando el poder legislativo está unido al poder ejecutivo en la misma persona o en el mismo cuerpo, no hay libertad porque se puede temer que el monarca o el senado promulguen leyes tiránicas para hacerlas cumplir tiránicamente” (Libro XI, Cap. VI).

En la misma tónica es importante recordar al gran humanista cubano José Martí (1853-1895) que se preocupó mucho por las cuestiones atinentes a la dignidad del ser humano y la importancia de vivir con decoro. En el año 1889 Martí escribió varios ensayos que se publicaron entre julio y octubre en la revista mensual “La Edad de Oro” publicada en Nueva York. Esta revista estaba concebida para la educación de los niños y uno de los ensayos más notables de Martí se titula: “Tres Héroes”. Veamos fragmentos: “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía (…) Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado…”.

Por el contrario, veamos las monstruosas concepciones de Adolf Hitler (1889-1945). En una ocasión dijo: “Nosotros estamos al final de la Edad de la Razón” (…) No existe una verdad ni en el sentido moral ni en el sentido científico” (2). Por eso Hitler concebía la política como una letrina donde “todo vale” y en otra ocasión dijo: “Yo no reconozco ninguna ley moral en política. La política es un juego en el que todo tipo de trampa es permisible” (3).

Por otra parte, es interesante advertir que todos los regímenes antidemocráticos han tenido algunas características similares.

El antiguo autor romano Cornelio Tácito (56-120) está considerado como uno de los principales historiadores del Imperio Romano.

Una de sus principales obras es ‘Los Anales’ en la cual abarca los reinados de los emperadores Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, aunque gran parte de la obra se ha perdido y no la conocemos (4).

En pocas palabras, el planteamiento de Tácito es muy aleccionador: Un pueblo puede sufrir un envilecimiento cuando vive sometido a una tiranía y ciertas personas se vuelven aduladoras y serviles con el poder, pero traicioneras y despiadadas con los demás ciudadanos. No obstante, afortunadamente siempre una parte de la población conserva su dignidad e integridad personal.

Los primeros 6 ‘Libros’ de la obra están dedicados al Emperador Tiberio (42 A. de C. -37) que reinó desde el año 14 hasta el año 37 y Tácito lo describe como un monstruo paranoico cuyas características: “resentimiento, comportamiento hipócrita y depravación a escondidas, fueron el foco de su vida” (Libro 1, sección 4). En efecto, el régimen de Tiberio organizó una inmensa red de espías, infiltrados e informantes que recibían remuneración y Tácito refiere: “Así fue que los informantes, una clase de hombres diseñada para la destrucción de la sociedad (…) ahora eran estimulados con recompensas” (Libro 4, sección 30). Esa red de informantes creó una situación de terror y Tácito dice: “La ciudad nunca había conocido mayor tensión y pánico, con las personas cerrando la boca hasta con los familiares más cercanos” (Libro 4, sección 69). La vida de las personas fue trastornada y Tácito dice: “Las interacciones humanas normales habían sido destruidas por el poder del miedo, y con el aumento del salvajismo vino la exclusión de la compasión” (Libro 6, sección 19).

Tácito describe una situación de pesadilla en la cual la lealtad, el coraje, hablar de manera directa y el patriotismo, solamente garantizaban la destrucción personal del ciudadano, mientras el servilismo, el disimulo y la traición en el momento oportuno, se convertían en las nuevas ‘virtudes’. Tácito consideraba que una resistencia abierta y directa ante la tiranía del emperador era inútil, pero también rechazaba que un ciudadano se rebajara hasta una adulación servil. Por eso, ante esa situación tan difícil, llega a preguntarse con angustia: “¿Es posible actuar en una vía que no sea ni una rebeldía directa ni una adulación degradante, una vía que esté libre de buscar favores y libre de peligro?” (Libro 4, sección 20).

Conocer las experiencias históricas de las tiranías en el antiguo Imperio Romano es muy importante porque la historia se repite y todas las tiranías en la historia de la humanidad se han parecido en algunos aspectos esenciales. No obstante, también hay diferencias, porque actualmente vivimos en un mundo globalizado y las comunicaciones permiten que cualquier fechoría cometida por una dictadura se conozca de inmediato en todo el planeta y exista la presión internacional y la solidaridad. Respecto a la pregunta que plantea Tácito, la única manera de enfrentar una dictadura es con métodos democráticos y defendiendo los valores humanos como la dignidad, la libertad, la honestidad, el respeto por la verdad, la justicia, etc. Por otro lado, las tiranías siempre han evidenciado que solamente las verdaderas democracias y la libertad de expresión pueden permitir que los ciudadanos desarrollen auténticas virtudes y no sufran un envilecimiento

NOTAS: (1) Pag. 48 en ‘The Politics Book’. (Paul Kelly, Consultant Editor), Dorling Kindersley Limited (2013), USA. (2) Pag. 188 en Noretta Koertge (Ed. 2005) ‘Scientific Values and Civic Virtues’. Oxford Univ. Press. (3) Dicho por Hitler a Hermann Rauschning y citado por éste último en el Cap. 19 de su obra: ‘The Voice of Destruction’ (1940). Cita tomada de Pag. 618 en ‘Random House Webster’s Quotationary’. Edited by Leonard R. Frank (1999). Random House. (4) Las citas sobre la obra de Tácito las he tomado de ‘Tacitus. The Annals’. A new translation by J.C. Yardley. Oxford Univ. Press (2008).

ernestorodri49@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

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