Por: Frank Bracho –
Oración:
Manifiéstate, Espíritu Santo, manifiéstate, iluminando mi corazón para ver las cosas que son de Dios.
Manifiéstate, Espíritu Santo, manifiéstate, dentro de mi mente para conocer las cosas que son de Dios.
Manifiéstate, Espíritu Santo, manifiéstate, dentro de mi alma, pues yo le pertenezco solamente a lo divino.
Santifica todo lo que pienso, digo y hago, para que todo sea por la gloria de Dios.
Amén.
Acotaciones:
Jesús nos dejó dicho: «Todo el que me siga podrá hacer cosas tan grandes como yo, y aun mayores.»
También dijo: «Hace falta que yo me vaya para que venga en plenitud el Espíritu Santo, para todos.»
San Agustín nos dejó dicho: «No corras, que a donde tienes que llegar es a tu propio corazón.»
En definitiva, Dios o lo divino es el Todo.
Lo más importante es que todos seamos santos, según su designio, cualquiera que sea el genuino credo o espiritualidad: en pensamiento, palabra y obra, sin omisiones culposas.
Conclusión:
En verdad, se trata de que todos hemos de ser santos, pues somos quienes hemos estado esperando.
Es una concientización interior, sin necesidad de ser puesto en algún aviso público de neón, pues se convertiría en una contaminación lumínica para todo ser vivo.