Pedro Torres Pacheco: «Las imágenes de lo bueno me persiguen a pesar de todo lo malo»

Sin duda que Pedro Torres es una referencia obligada cuando se habla de la fotografía artística y el concepto de comunicar a través de las imágenes; sin embargo, pocos conocen su profunda vocación de servicio, su sensibilidad humana y su empeño en mostrar las cosas buenas de la vida.

Mis principales motivaciones han sido el arte y la igualdad social.

 

Gabriel Montenegro/DLA.- El mundo de la comunicación social trujillana es amplio y rico en historia, personajes, leyendas y vivencias de todo tipo.

Es innegable que cuando hablamos de periodismo regional surgen nombres de figuras altísima talla, como Joaquín Segundo Delgado, Pompeyo Oliva, Pedro Malavé Coll, además de los no menos eximios Mario Briceño Iragorry, Víctor Valera Mora, Gilberto Quevedo Segnini, Manuel Isidro Molina, Adriano González León, Antonio Pérez Carmona, Luis González, y tantos otros fieles representantes del maravilloso mundo de la opinión y la información.

Pero ese concepto de transmitir a las masas las más variadas perspectivas , informaciones, noticias, opiniones y análisis de interés común a través de las letras, quedaría «mocho» sin el acompañamiento fotográfico.

Uno de los hijos de este Trujillo comunicacional y del mundo de esa imagen cotidiana y obligada, lo es sin dudas nuestro fraterno Pedro Torres Pacheco, personaje que a través de los años se ha convertido en una grata referencia en el periodismo regional.

Creo que Trujillo tiene y ha tenido un rico acervo histórico, pleno de grandes hombres y mujeres de bien.

 

De una familia modesta pero pulcra

Pedro Torres Pacheco, nació en Valera hace unos sesenta años, hijo de Don Pedro José Torres, nativo local y Esther de Celina Pacheco Acosta, esta última proveniente de Cumaná, estado Sucre, pariente lejana – según nos refiere Pedro- de Cruz Salmerón Acosta, el llamado «poeta azul», radicado actualmente en Caracas.

Nuestro personaje también es nieto de la ilustre abuela Petra María De La Torre La Cruz, oriunda de La Vega del Río Motatán, Miraflores, perteneciente a la parroquia Mendoza Fría (hoy Mendoza del Momboy).

Es el segundo de ocho hermanos, a la sazón José Gregorio, Belkis Milagros, Celis Somalia, Wilmer José(+) fallecido siendo bebé, Anabela, Claudia y Pedro Luis, este último a quien apoda cariñosamente » el repuesto» por su mismo primer nombre de Pedro.

Sus padres Don Pedro José Torres y Esther Celina Pacheco.

 

Apellido cambiado por error

Nos cuenta el propio personaje de esta oportunidad, que : » el apellido «Torres» es un error en la presentación de mi padre en la prefectura de Mendoza del Momboy, donde por un error gramatical lo cambian en la redacción de la partida de nacimiento a Torres .

«Antes – continúa- usaban la figura de encomenderos… Mi verdadero apellido es «De La Torre» el cual me conecta con mi tatarabuelo Blas Antonio De La Torre y Castilla, venido de la región Cantábrica de España».

Pedro se inició muy joven en eso de las imágenes y el congelar los momentos importantes de la vida y quienes le conocemos de cerca desde hace muchos años, lo veíamos como un joven acucioso que gustaba de la fotografía, los modernos conceptos en la materia y sobre todo plasmar, a través de sus imágenes, las cosas maravillosas de la naturaleza.

Pero más allá del Pedro que hubo de dedicarse a la fotografía comercial como su «modus vivendi», estaba el Pedro artista, el hombre poeta que irradiaba lírica y que a través del obturador y la lente quería gritar a viva voz para resaltar lo bueno, lo humano y lo mundano; pero a la vez condenar lo negativo y todo lo contrario a los valores intrínsecos del ser humano, especialmente el «ser social», como protagonista de excepción en la búsqueda del bienestar colectivo.

Pedro anduvo por el mundo de las imágenes muy a su manera; irreverente para unos y un genio acucioso para otros.

Desde muy temprano se interesó por ampliar sus conocimientos, e incluso no escatimaba esfuerzos ni gastos, nada fáciles por cierto, en participar en concursos internacionales y nacionales de fotografía, cualquiera fuese la temática exigida y es allí donde comienza a tejer su leyenda como el «poeta de la fotografía», tal como lo llamaban en tono de chanza sus jefes de Diario de Los Andes Francisco Graterol Vargas y Guillermo Montilla(+).

Fue orador de orden en los recientes actos de gremios periodísticos

 

Anécdotas a granel

Una anécdota que recuerda Pedro con singular cariño, es la referida a la oportunidad de recibir el Segundo premio de Maraven. En el acto de entrega, el doctor Gustavo Gabaldón Urdaneta, nativo de Carache, pide le permitan entregar el galardón a nuestro personaje exclamando: «este fotógrafo es mi paisano», primer trujillano en recibir dos veces tal distinción en el concurso «La Venezuela que debemos conservar». Agrega Pedro que la primera de ellas fue con la serie «El Colibrí»; y la segunda con «El Valle del Momboy».

El propio Miguel Ángel Burrelli Rivas expresaría en tono de chanza: «el Premio lo debo compartir con él, ya que la fotografía se tomó desde el patio de mi casa».

Fue un gesto humorístico de Burelli, de cariño hacia Pedrito y ocurrió en el Salón de Reuniones del Club Italven, en un conversatorio sobre la creación de la UVM.

Amante de la naturaleza. Aquí en la «Teta de Niquitao».

Otro de sus «pasajes» fue con el recordado Pancho Crespo Salas , en ocasión de ser éste director de Cultura.

-Don Pancho me encarga una buena foto de Mario Briceño Iragorry.

Logré hacer una composición fotográfica tan buena que el doctor Crespo exclamó: «Muchacho… Don Mario te posó? , lo trajiste a la vida».

Esta foto se elaboró en el marco del Centenario de este ilustre sabio trujillano.

Se repartió para ese momento un total de 2000 afiches en las bibliotecas y escuelas del estado.

Pedro añade además, que estudió en la escuela «Pascual Ignacio Villasmil» de Bella Vista, donde la relación con el mundo gráfico y el arte se le fue manifestando, primero con el dibujo y la pintura.

Fue por mucho tiempo el encargado de hacer la cartelera principal del plantel, con referencia a las celebraciones históricas y escolares.

«Todavía conservo en mi haber una acuarela de un paisaje realizado en quinto grado, además recuerdo que estando en la primaria gané un curso de dibujo por correspondencia en «Modern School».

Al cursar el básico en el liceo «Antonio José Pacheco», el liceo móvil, la profesora Olga con cada trabajo de artística que le presentaba me esperaba: «Hasta 20 le puedo poner». Ella pedía los trabajos en plastilina y además yo se los llevaba tallado en piedra; incluso el vitral del Moisés en la iglesia «San Juan» fue detalladamente dibujado con papel transparente y de colores, aún conservo el boceto.

Pedro concluyó el bachillerato en el histórico liceo Rafael Rangel, en el cual hizo varas exposiciones de dibujos y pinturas, con una notable actividad como dirigente estudiantil, arraigo traído desde el liceo de la también recordada «Gata Pérez», con quien tuvo una cordial amistad.

Con su atuendo alusivo a los periodistas americanos en los años 20 y 30.

Porqué hablas de justicia y orden social?

Siempre estuve, en mi época estudiantil, marcado por el hecho del acontecer político y las injusticias sociales, que más tarde se van a reflejar en mi inclinación con la fotografía, camino en el cual mi padre me había iniciado sin saberlo, al regalarme una cámara Agfa y luego con una «Diana» que me gané en una rifa». «Nunca me gustó que discriminaran a nadie y como joven rebelde siempre me opuse a la manipulación del pueblo por cualquier vivián que llegara a burlarse de la gente de condición humilde».

El premiado con la Orden «Ciudad de Valera» en el año, recalca que cuando estudiaba bachillerato conoció a un gran fotógrafo como fue Alirio Briceño, un hombre que observaba el mundo de una manera distinta a los demás y quien lo marcó, al mostrarle las técnicas de la fotografía en blanco y negro y como artista de la mente y la lente. Alirio fue además fotógrafo del Nurr y excelso laboratorista.

Lo acompañó hasta en una muestra o exposición itinerante de lo que ocurría en las calles y plazas de Trujillo, además de mostrar la verdadera cara de la pobreza y miseria en la cual vivía y vive la gente de nuestros cerros y barrios. ‘Alirio cuando yo copiaba fotos y estaban borrosas me las rompía : «Aquí no se hacen fotos malas», le decía con autoridad.

La fotografía artística y la plástica lo cautivaron desde muy joven.

 

Su esposa Yagmira, un soporte

Pedro hace un alto a nuestra entrevista, y reconoce en su esposa Yagmira Linarez, un pilar de apoyo moral y familiar, madre de su hijo Edward, otro insigne reportero y profesional radicado en Chile. «Ellos son mi vida completa».

También compartió actividad con Juancho Aguilar, otro profesional y gran ser humano, un artista de la fotografía publicitaria, además de conocer nuevos trucos y técnicas. He sido amigo de grandes hombres de prensa, periodistas, reporteros, gente de radio y de la empresa pública y privada.

Con su amada esposa Yagmira. Su soporte y bastión de vida.

 

Tragedia del Páramo Los Torres

Recuerda el personaje de DLA, que el fotoperiodismo terminó de inspirarlo, e incluso tuvo que cubrir en una oportunidad el terrible accidente aéreo del páramo de los Torres ocurrido a principios de los años noventa, donde desde la cola del avión tuvo que cargar la cabeza de una de las víctimas del siniestro.

El tristemente recordado y disuelto grupo BAE de la entonces PTJ lo confrontó, por lo que se hizo pasar como fotógrafo del Cuerpo de Bomberos.

En otra oportunidad, en la toma del pueblo de Santa Ana por parte de la Guardia Nacional, en la década de los noventa, fue rodeado por los efectivos, quienes le quitaron la cámara y sacaron el rollo para velar las fotos, solo que Pedro ya había retirado y escondido los rollos originales.

En síntesis son tantas las vivencias de este hombre de pueblo, que un libro sería lo más indicado.

El ganador del Premio Nacional de Fotografía, reconocido por la Bienal de Arte Salvador Valero, la Orden «Ciudad de Valera» y múltiples distinciones, no se detiene, a pesar de ser actualmente un paciente amputado que «todavía echa vainas» en su silla de ruedas.

 

La prótesis muy necesaria

Pedro necesita de nosotros, del aporte de sus allegados, amigos y gente buena de Valera y Trujillo.

Su campaña para la ansiada prótesis está más viva que nunca. Son cuatro mil dólares que requiere para que lo veamos caminando de nuevo, con su bastoncito, pero echándole «pierna» al asunto.

«No me creo mejor que nadie, porque todos somos importantes en la vida. Me acuesto y las imágenes continúan persiguiéndome como si estuviera ágil y muchacho». «Todavía siento el olor a las acuarelas, los óleos y me invade la perspectiva para hacer tomas de cosas que muchos no ven ni perciben; eso no ha muerto en mí».

«Solo pido a Dios me permita trabajar hasta que él lo decida, y a pesar de lo que me ha sucedido, seguir siendo simplemente un ciudadano útil para mi familia, amigos y mi terruño trujillano».

 

 

 

 

 

 

 

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