Pedro José Salinas | Por Ramón Rivasaez 

 

El pasado martes 25 el país nacional se conmovió por el lamentable y triste hallazgo; los bomberos de Mérida localizaron a un venerable anciano desfalleciente y a su lado el cuerpo sin vida de su esposa, víctima de inanición.

Ambos profesores universitarios de larga y prestigiosa labor al servicio de la Universidad de Los Andes, en sus facultades de Ciencias Forestales y Ambientales y en Medicina, respectivamente; constituyen la más clara e inequívoca denuncia de que en Venezuela la condición humana se violenta impunemente, sin castigo a los responsables ni a sus cómplices directos.

Pedro José Salinas, ingeniero agrónomo (UCV, 1962), con más de 80 años; la avanzada desnutrición apenas le permitía balbucear y muy cerca de él yacía su esposa, bioanalista, que no logró sobrevivir a la falta de ingesta de alimentos.

Se trata de un hecho que no debemos soslayar, de ocultar y mucho menos de ignorar cuando los derechos humanos están en entredicho, sometidos al peor desmán y maltrato, humillados.

En esta ex nación donde la inversión de valores es una seña de identidad del actual sistema imperante,  este suceso insólito llama la atención internacional debido no solo que los protagonistas son dos profesores universitarios sino cómo en Venezuela ni los profesionales están a salvo de la hambruna a que ha sido condenada la población.

La degradación socioeconómica, el nivel de deterioro del ingreso del venezolano, impiden a una pareja de la extinguida clase media subsistir en medio de la peor inflación mundial que puede soportar un país. Es el caso del profesor Pedro Salinas y su esposa,  que con sus salarios de pensionados y jubilados de una universidad, considerada una de las más prestigiosas del continente, no pudieron hacer frente a la embestida de la extrema marginalización y exclusión que propicia el régimen actual.

Los hechos relatados deben ser objeto de una observación internacional severa de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet y del fiscal superior de la CPI, Karim Khan, ambos ya conocen, por sus recientes visitas, lo que ocurre en Venezuela.

Lo sucedido al profesor Salinas, no son hechos aislados, se registran a diario; la crisis venezolana ha trascendido las fronteras; cerca de siete millones de connacionales huyendo del hambre se exiliaron voluntariamente; ya constituimos un problema social para las naciones de la región, en todo el hemisferio los venezolanos somos los desplazados no por la guerra sino por el hambre que azota hoy a uno de los países que fue de los más prósperos del siglo XX.

El caso del profesor Salinas es emblemático, por tratarse de un científico, egresado Phd de  University of London, investigador reconocido en foros internacionales en materia ambiental, propulsor de la Ley Penal del Ambiente, Ley de aguas, de playas, impulsor de la investigación científica, asesor del Conicit; recibió la orden Henri Pittier, en materia de conservación, entre otros reconocimientos. En otras palabras, un ilustre venezolano.

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