Él supo, con pasos agigantados, ir detrás de esas historias ocultas de una ciudad repleta de acontecimientos de envergadura y de alto relieve.
Presentación
El pasado miércoles 8 de diciembre, cuando todos nos preparábamos para la celebración de la Día de la Inmaculada y los 50 años de ordenación de Monseñor Jorge Villasmil, la ciudad de Valera despierta con la infausta noticia sobre el fallecimiento de uno de sus hijos, Pedro Bracamonte Osuna, su cuerpo había cedido en horas de la madrugada ante el mortal Covid-19. Noticia triste y lamentable que vistió de luto a la comarca de Doña Mercedes Díaz.
Entregaba su alma al creador un hombre combativo y apasionado en defensa de su ciudad, que desde su trinchera siempre se le vio rígido y álgido al momento de dar un paso al frente en pro del bienestar de su lar a través de su voz, pensamiento, ideas, creatividad y crónicas florecientes de identidad y sentido de pertenecía. Con voz se fue abriendo pasos a finales de la década de los años 70 a través de Radio Turismo 970 AM, y sus relatos deportivos en los que expresaba su orgullo y sentimiento regional se reprodujeron en las distintas estaciones de radio de la región. Más adelante las letras le seducen y de a poco se fue convirtiendo en un cronista de fina estampa por estudio y vocación, con una mirada fija y precisa: la historia del sitio que lo vio nacer, crecer, desarrollar su intelecto y pensamiento. Su apasionamiento por la ciudad lo llevó a convertirse en un defensor sin descanso por hacer de ella un lugar más acogedor y para eso emprendió una escalada con el propósito, de enarbolar dignamente la cultura, rescatando a través de sus pasos la historia local, las memorias de una ciudad oculta, Valera.
Hoy Diario de Los Andes desde la ventana de Sentido de Historia le rinde homenaje, nuestros articulistas frecuentes y otras firmas invitadas expresan lo que fue y seguirá haciendo Pedro Bracamonte con su legado cultural y comunicacional. Serán líneas que servirán para que perdure su legado y su amor por el terruño.
De crónicas y verbo exquisito
Pedro Bracamonte se caracterizó por escribir momentos sublimes, con sentido de pertenencia, de orgullo y llenas de hermosuras, con un enfoque coloquial, las cuales hacían sentir mayor admiración por nuestro lar y su gente. Así como lo hizo con la escritura, lo supo elevar con su torrente voz y verbo fluido, claro, diáfano y bien educado, enmarcado en un extraordinario ambiente en el cual la ciudad de Valera fue la protagonista, donde sus historias, sus personajes, su cotidianidad fueron el epicentro a través del relato local que muy bien supo plasmar Pedro en su obra, “La Valera Oculta”, un compendio de encuentro, de compartir entre el ayer, el hoy como visión en el mañana. Un momento de disfrute pleno en favor de la historia, esa historia nuestra que tanto tiene que decirnos, llenas de melancolía, recuerdo y gratas vivencias.
Con “La Valera Oculta”, Pedro dejó reflejado su sentir, un sentimiento lleno de magia, de sabiduría y sensibilidad por la historia, por lo nuestro, con maravillosos relatos amenamente contados, con su estilo particular y lenguaje exquisito.
Aún en nuestra memoria está fresca la entrevista que le realizamos con motivo de la presentación de su obra “La Valera Oculta”, en esa oportunidad nos decía, que fueron su progenitores; Mélida y Pedro José, sus torrentes y fuentes de inspiración, al ser unos extraordinarios cuentacuentos, quizás de allí radicaba su fuerza telúrica para transmitir lo escuchado mediante las crónicas y su facilidad de expresión a través de su voz… Como hemos dicho anteriormente fue apasionado y enamorado empedernido de la ciudad de las Siete Colinas, a la cual siempre pensó que podía darle más y con la que se sentía continuamente en deuda… “Pienso siempre que estoy en deuda con esta ciudad que tanto me ha dado, quisiera expresar más el amor por ella, Valera ha sido más que el lugar de origen; el primero y dramático impulso del destino y la vocación. De ella sacamos del alma nuestro recuento de aconteceres…”
Para Bracamonte, no solo el cronista o comunicador, si no para el Pedro de a pie, el ciudadano común, Valera vivía y resistía a través de sus paradigmas civiles. Resintiendo al tiempo para proyectar un futuro más alentado, ya que esta tierra es fruto de los afanes de sus hombres, obra de sus manos. En ella se retrata la esencia del valerano en cada calle, en sus templos, en sus barrios populares, su historia y sus personajes, muchos de los cuales se han dejado en el olvido. El pensar de Pedro era, que Valera no es sólo un pedazo de tierra sino mucho más: “nuestra patria”.
Pedro Bracamonte Osuna decidió emprender la difícil y hermosa tarea de narrar lo sucedido en nuestra ciudad natal. De ese modo, su inspiración creativa e intelecto pinceló el rostro de la Valera oculta en documentos, voces e imágenes, a fin de darla a conocer a las sucesivas generaciones lo que ha sido la historia cotidiana de nuestro lar.
Parafraseando al historiador y excelente amigo Alexi Berrios, en Pedro se juntaron: la conjunción de la oralidad con la imagen al momento de indagar sobre el acontecer social, ejercicio de mucha importancia para la labor del cronista como historiador de la vida diaria, o si se prefiere, de un investigador indispensable para acusar recibo en relación con su medio social, utilizando todos los ingredientes requeridos por el caldo de cultivo cultural. De allí que lo realizado por Pedro Bracamonte posea frescura y soltura para comunicar, con frases precisas y puntuales, los escondrijos de una ciudad que alberga un torrente de lava tradicional que clama por ser apuntada en las páginas en blanco de la historia local, y que él supo, con pasos agigantados, ir detrás de esas historias ocultas de una ciudad repleta de acontecimientos de envergadura y de alto relieve.
Aún tenía mucho por contar…
Pedro Bracamonte Osuna se ha adelantado, emprendió viaje antes de tiempo, pero su luminosidad creadora seguirá brillante como lo hicieron los antiguos faroles que le dieron vida a la oscuridad de aquella Valera vieja, de la cual él, afanadamente buscó rescatar sus memorias. Pedro se fue dejando muchas cosas que contar. ¡Gracias!
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