Partió Luisa Elena Ojeda García –Mi Madre- | Por: Luis Huz Ojeda

La Líder- rodeada de sus hijos varones Danilo Joshue; Juan Carlos; Luis Ramón; Focion Antonio; José Gregorio.

 

 Recuérdame

Puedes llorar porque se ha ido, o puedes sonreír porque ha vivido.

Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva o  puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado;
tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver, o puede estar lleno del amor que compartisteis.

Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda, o puedes hacer lo que a ella le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.

David Harkins. Poeta Inglés.

 

Al interior del rancho de la familia Ojeda García situado en el llano de Melendres son las cuatro de la madrugada del 27 de abril de 1938, en el lecho conyugal los dolores de parto anuncian a María Eudocia García de Ojeda la proximidad de La Cigüeña trayendo a su último descendiente procreado con Hortensio Ojeda, ya la partera del lugar aplica sus ancestrales conocimientos en estas lides, en ese preciso instante el gallo anuncia un nuevo día con su canto, y asoma a este mundo terrenal una preciosa Niña a quien su madre revela que tendrá por nombre: “Luisa Elena”.

Aquí al lado de mi querida madre Luisa Elena Ojeda.

El destino entrega imponderables de profunda dificultad, para lo cual hay que llenarse de amor y valor al momento de afrontarlos. Por extrañas circunstancias del destino María Eudocia pierde la totalidad de su visión. Esta inesperada situación le cambia la vida a toda la familia, derivando el renunciar a lo que habían edificado durante largos años, buscando acortar distancias para acercarse a la ciencia médica existente en Valera hacen maletas y se mudan con la fe y la esperanza puesta en la recuperación de la vista de María Eudocia. Adquieren una casa con paredes de bahareque, piso de tierra y techo de palma, hoy esta casa luce totalmente remodelada en la primera transversal de Campo Alegre. Allí vivió su infancia bajo la protección y guía de sus padres en compañía de sus hermanos mayores: Juan de la Cruz; María Dolores; Hortensio; Jesús; Isabel Teresa; María Rosario.

Como cualquier niño de su edad, cuando la infanta Luisa Elena debía estar jugando y estudiando fue marcada por la responsabilidad de tener que estar permanentemente disponible para solventar cualquier contingencia que pudiese presentar su madre, entre otras destacan: cumplirle los tratamientos médicos; bañar a su progenitora. Además de hacer mandados; lavar y planchar la ropa de ambas y sus hermanos varones quienes debían a trabajar para traer el sustento diario. Buscar agua; recoger leña; hacer la comida y demás oficios del hogar… así fue su crianza. Por las razones antes expuestas solo estudio hasta segundo grado porque aun cuando tenía motivación, la realidad del momento no le consintió cumplir ese sueño.

La grafica muestra a Miledi junto Luisa quien carga a su nieta Andrea la hija de Carmen.

Ya adulta, madre de tres hijos, su instinto de superación y deseos de ver triunfadora su descendencia, un buen día toma la iniciativa, continúa estudios de educación primaria, en la escuela nocturna -Rafael Quevedo Urbina- que funciono en una antigua casa al lado del -Club de los trabajadores del INOS- en Campo Alegre, teniendo como directora y docente a la maestra Omaira de Tagliaferro, logrando concluir satisfactoriamente los mismos. Todo esto porque a su entender en la medida que ella más conociera, mejor podía ayudar en la orientación y educación de sus hijos.

Este proceso de vida le permitió formarse una firme y recia personalidad con marcados principios, firmes convicciones morales, respetuosa de lo ajeno y de los demás, mirada en positivo hacia el futuro de su familia. Como todo andino era muy intuitiva y desconfiada, de pocas amigas entre las que se cuentan: Alcira Bastidas; La Niña Elodia: Bersy Suarez; Nancy Suarez, Narcisa Prada; Mélida de Duran; Ana y Gloria Cadenas; Ismelda y Olga Perdomo; Ernesta Téllez, Sonia Cifuentes; Nelly Contreras; Nelly Valecillos; Sonia y Gloria Villamizar, La Señora Josefa de la cual no recuerdo su apellido…

 

La Líder…

Luisa con Daniel frente a su tradicional árbol de navidad en su casa.

-La Líder- que era como cariñosamente siempre llame a mi madre, disfruto muchas hermosas vivencias, tantas que hasta pudiese escribir un libro sobre estas. Recuerdo su preocupación y dedicación hacia todos nosotros cuando yo contaba los siete años de edad me dio Sarampión, no había superado esta enfermedad cuando casi de inmediato me ataco la Lechina, ya estando superando estas sufrí una apendicitis, que de no ser por sus atenciones y remedios caseros aplicados cada uno en su momento justo, es probable que no estuviera escribiendo estas querencias. Su abnegación hacia mis otros hermanos era única, sin igual, si alguno enfermaba y al momento no poseía dinero, sacaba fiado en la farmacia de Atilio Valero, quitaba dinero prestado u  empeñaba cualquier objeto de valor que poseyera para comprar los medicamentos requeridos en cualquier tratamiento médico, a mi madre entre otros oficios para buscar el sustento, le toco lavar y planchar ropa ajena, hacer arepas por encargo, tortas, dulces, coronas de flores naturales, cerámica utilitaria y decorativa, hacer de vendedora en ocasiones y otras de demostradora de productos de belleza y artefactos de cocina, un gran esfuerzo para siempre mostrarnos de punta en blanco tanto en el colegio como en la casa. No sé realmente como hacía para distribuir diariamente su tiempo porque nunca dejo de atender las labores domesticas del hogar, ni de ocuparse de enseñarnos con una cartilla sobre la mesa, y la señora correa en la mano las primeras letras del abecedario y los números iniciales de la matemática y a medida que uno avanzaba, a leer y escribir corrido, tomar dictado, sumar, restar, multiplicar y dividir, todo un agotador esfuerzo que al final de cada tarde para ella era una gran satisfacción ya que según su manera de entender la vida estaba formando hombres y mujeres con acentuados principios y valores cristianos, trabajadores, útiles al país y la sociedad con respeto al otro y a lo ajeno; y como no poseía bienes de fortuna esa era la herencia que nos dejaría para que todos saliéramos adelante, ese siempre fue su sueño y lo cristalizo, una de sus grandes alegrías fue cuando el 27 de abril de 1989 estuvo en Mérida, acompañando a su hijo Focion Antonio en el acto de grado de Abogado en el -Aula Magna de La Universidad de Los Andes-, según su mismo decir ese momento fue para ella una de las más grandes satisfacciones de su vida; Dios le permitía ver cristalizado su sueño de ver su primer hijo de toga y birrete, nunca había vivido una experiencia de tal magnitud, en esa ocasión una vez concluido el protocolo, se encontró y saludo con el Dr. Pedro Rincón Gutiérrez a quien antes había conocido debido a su trabajo comunitario en el -Comité de salud de Morón- del cual fue una de sus fundadoras y dedico unos buenos años de su vida a esta noble causa social, asimismo aconteció cuando Focion contrajo matrimonio con Irma Sánchez o al momento del inicio del primer emprendimiento empresarial por ambos y el día del matrimonio de José Gregorio.

Después cuando Miledi Coromoto egreso de La Universidad del Zulia como Médico Cirujano, Carmen Elena; Milagros del Valle y Danilo Josué recibieron sus títulos de abogados en La ULA; Juan Carlos Ingeniero en Computación en la UVM; Sofía Lic. En Administración en la UVM y por ultimo Daniel de Médico Cirujano en Luz vivió nuevas emociones.  Sus esfuerzos y sacrificios por la familia se los compenso Dios con nuevas emociones que poco a poco fueron apareciendo con la llegada de los Nietos Trece en total, y Ocho Bisnietos a todos los amo por igual para ella desde siempre lo primero siempre fue su núcleo familiar. Todos estos logros de la familia fueron para ella su más preciado tesoro de los cuales se vanagloriaba con modestia. En vida mamá decía: “Todavía falta ver los grados de mis nietos

En mi caso particular ya casado teniendo hogar constituido con hijos y nietos me trataba como cuando era niño, con el  afecto y cariño de siempre, para las madres los hijos siempre son hijos, al visitarla sin importar día u hora tenía lista comida para servir la mesa y al momento de hacerlo se acordaba de su estirpe anhelando tenerlos de nuevo a todos en la mesa, hecho que cumplíamos con regularidad.

No existe en el mundo un amor más grande, que el de una Madre.

Siempre me acompaño al momento de mis logros como Reportero Gráfico entre estos recuerdo: Premio Regional de Reporterismo Gráfico -Azarías Rivas- (1987 y 1988). Asamblea Legislativa del estado Trujillo. Premio Regional de Periodismo Deportivo. Instituto Nacional de Deportes del estado Trujillo. (1989 y 1990). Premio Municipal de Reporterismo Gráfico -Rodolfo Zambrano- (1989 y 1992). Concejo Municipal de Valera. Estado Trujillo.

Desde el año 2002, la Alcaldía del Municipio San Rafael de Carvajal creo e institucionalizo el Premio Municipal de Reporterismo Gráfico -Luis Huz Ojeda-, distinción que se otorgaba  anualmente al Fotoperiodista más destacado de la región el día del periodista, durante su primera entrega en medio del acto me dijo en voz baja: “Luis Ramón sea lo que sea lo que uno haga, que siempre sea bien hecho, con alegría, con agrado, con gusto, si uno se equivoca lo vuelve a intentar hasta lograrlo, nunca se detenga por pequeñeces, ande siempre pa’lante con la frente en alto mirando al horizonte, me siento bendecida por la familia que Dios me ha concedido, no tengo cobres, pero si orgullo de familia, eso vale más que todos los cobres del mundo”.

 

Madre por tus acciones cristianas y humanas en esta vida terrenal Dios recibe con alegría tu presencia espiritual en su reino.

Siempre fuiste constante y consecuente predicando y practicando el evangelio como él creador manda.

Cuando Dios lo decida nos vamos a encontrar, nos daremos un abrazo y volvemos a conversar como siempre lo hacíamos…

Bendición Mamá…

-Brille Para Tu Alma Luz Perpetua-. Descansa en Paz.

 

Sus restos están siendo velados en servicios especiales de Previsión. El sepelio se cumplirá en Jardines La Paz.

 

 

 

 

 

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.

Salmo 23.

 

 

 

 

 

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