Partidos de maletín y testaferros electorales: parte de la nueva nomenclatura política | Por Douglas Abreu

No se puede hablar de división político-electoral en la oposición venezolana con miras a las elecciones regionales y municipales del 21NOV ya que esta como bloque dejó de existir en el año 2020 dando lugar a una nueva nomenclatura partidista  – al servicio de los intereses de Nicolás Maduro y ajena a la causa por la libertad y la democracia – evidenciada primero en enero con la frustrada elección de la directiva paralela de la aun vigente y reconocida por parte de la comunidad internacional Asamblea Nacional (AN) del 2015, que preside Juan Guaidó; y con las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre con la ilegitima AN del 2020, que preside Jorge Rodríguez.

De esa nueva nomenclatura partidista, forman parte las organizaciones Unión y Progreso, de Eduardo Fernández; Soluciones para Venezuela, de Claudio Fermín, Primero Venezuela de Luis Parra y José Brito; Avanzada Progresista de Henri Falcón, Esperanza para el Cambio de Javier Bertucci, el MAS de Felipe Mujica; Cambiemos de Timoteo Zambrano; Centrados en la Gente, y las tarjetas de AD, Copei y Voluntad Popular, entre otras que actualmente conforman la Alianza Democrática.  Así como también, los autodenominados “la tercera vía, independientes, candidatos naturales” quienes para igual propósito el pueblo presume son financiados por empresarios y/o testaferros de altos funcionarios del gobierno  y dirigentes de la cúpula oficialista; y otros que obedecen a proyectos personales, familiares e intereses económicos.

 

Para el Gobierno es una inversión

Esa es la razón por la cual no pueden venir ahora a llamarse, salvo excepciones, “partidos y/o actores políticos de oposición”,  cuando publica, notoria y comunicacionalmente la gente presume que son cien por ciento financiados por el gobierno, que lo considera una inversión. Dinero (se habla de dólares) con el cual pagaron para que contactaran y postularan – como en efecto cumplieron – candidatos a gobernaciones, alcaldías, consejos legislativos y concejos municipales, financiar la campaña (cuñas, publicidad y propaganda), pagar activistas, padrón electoral, movilización (alquiler de vehículos y moto), logística, y por supuesto, para comprar votos, y una buena parte para el bolsillo, porque a la final se trata de un buen y lucrativo negocio.

No vengan a decir que tienen benefactores anónimos, porque con esta crisis desaparecieron, como también fue eliminado el aporte que en la cuarta Republica hacía el extinto Consejo Supremo Electoral (CSE) a los partidos políticos. En todo caso, es muy sencillo desmentir lo que es vox populi en cuanto al financiamiento por parte del gobierno y los enchufados de estas candidaturas. Que le digan al pueblo de donde provienen o mejor dicho de donde están sacando recursos económicos para costear ese derroche de dinero en la precampaña, y que seguramente será un carnaval de dólares mucho mayor a partir del 28 de octubre cuando inicia oficialmente la campaña. Pero mas saludable seria que el CNE exigiera que lo hicieran, de negarse, ordenar, proceder, auditar e investigar para determinar la fuente de financiamiento y hacerlo del conocimiento público.

Así como en todos los gobiernos – nacional, regional y municipal – existen los contratistas, las comisiones, los testaferros, las empresas de maletín, en el de Nicolás Maduro,  también, pero no solo para obras y otros negocios, sino para la política-electoral, como son partidos de maletín y testaferros electorales.

Alternativa Democrática y su incoherencia

De ese bloque opositor queda la Alternativa Democrática, de la cual forman parte entre otros, los históricos AD y Copei, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Voluntad Popular, Causa Radical, Bandera Roja Resistencia, Convergencia, Proyecto Venezuela; de estos, los que integran el llamado G4 (AD-PJ-UNT-VP) decidieron participar, otra muestra mas de incoherencia que beneficia a Maduro y alimenta mas la desmotivación, desesperanza y desconfianza ciudadana y electoral.

En conclusión, en Venezuela una nueva nomenclatura política-electoral, la Alternativa Democrática, que agrupa mas de 24 organizaciones políticas, que encabeza Juan Guaido; principal líder opositor; el Oficialismo, bajo el control de Nicolás Maduro, que conforma el PSUV-GPP, junto a la Alianza Democrática – integrada por partidos de maletín y testaferros electorales – Unión y Progreso, Soluciones para Venezuela, Primero Venezuela; Avanzada Progresista, Esperanza para el Cambio, MAS, Cambiemos, Centrados en la Gente, las exprés AD, Copei y Voluntad Popular, entre otros.

 

¿Cuál división? Si no hay Unidad

Los partidos de maletín, sus testaferros electorales, de la tercera vía, independientes o candidatos naturales – cuyos proyectos personales nunca han estado al servicio de la lucha contra Maduro, además de patear a la dirigencia política verdaderamente opositora en estados y municipios – solo buscaban engañar o confundir pidiendo primarias en donde desde hace tiempo no pertenecen, es como querer burlarse de la inteligencia ciudadana, máxime cuando todo el mundo sabe que obedecen a la estrategia de Maduro para generar una sensación de división en la oposición cuando no hay nada que dividir,  mucho menos unidad que pregonar. Unidad que tampoco corresponde defender a  la Alternativa Democrática porque no existe en su seno. Cualquier estrategia sobre la Unidad, bien sea para destruirle o defenderla es errada, porque no existe cuando privan intereses político-partidista-personales como en los actuales momentos. La Unidad es una entelequia.

 

No hay que subestimar al pueblo

Sobre este contexto, se desarrolla el proceso electoral convocado para el próximo 21NOV, en el cual corresponderá a los electores – con quienes estamos obligados como periodistas a brindarle la mayor información posible sobre el proceso y la actuación de candidatos y actores políticos –  que han decidido votar para elegir a gobernadores, alcaldes, legisladores y concejales. Porque el pueblo dice estar claro y no hay razón para dudarlo mucho menos subestimarlo.

Próximamente abordaremos el tema electoral cuyo capital ostentan el populismo de Maduro en menor grado y el descontento popular que supera el 80%.

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Por: @douglasabreub

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