Por Ramón Rivas Sáez
El artista chileno Dámaso Ogaz, que fundó en Valera la Escuela Experimental de Diseño, fallecido hace 30 años, murió de hambre, e irónicamente hoy sus piezas artísticas son altamente cotizadas en el mercado del arte internacional.
Coleccionistas caraqueños, buscan afanosamente sus obras, rastrean con los amigos del artista para hacerse con alguna realización del escritor, poeta que llegó a Venezuela a mediados de 1961, a fundar el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad de Trujillo, invitado por la naciente democracia venezolana.
Dámaso Ogaz, cuya obra ha sido elogiada por los críticos Juan Calzadilla y Perán Erminy, entre los venezolanos y los extranjeros Alain Bosquet, Angel Rama, entre otros, fue miembro del Techo de la Ballena, grupo de artistas de vanguardia que saltó a la fama internacional con la exposición de Carlos Contramaestre, Homenaje a la Necrofilia y sus propuestas novedosas .
Ogaz, durante su estada en Valera en la Escuela de Diseño, participó en la XXVII Bienal de Venecia, invitado por Suiza, pero antes expuso en Bochum, Alemania y había sido incluido en una gran muestra de arte de vanguardia realizado en Bruselas y otra antología organizada por Israel, con obras de artistas de diferentes regiones del mundo.
Todas las vivencias de Ogaz eran una especie de preparación para intentar algo en algún lugar, por tal razón recorrió toda Venezuela, siendo Valera, quizá, donde pudo mostrar más su alta capacidad de trabajo, de amor por la difusión del arte contemporáneo, donde es un referente importante de América Latina. Desafortunadamente fue un quijote que tropezó con demasiados molinos de viento que han dificultado el desarrollo cultural venezolano.
No obstante, no aró en el mar, uno de sus alumnos, Asdrúbal Colmenares, triunfa en Europa, donde la obra de este trujillano ha ganado el reconocimiento de la Fundación
Guggeheim. Colmenares ejerce la docencia en la Universidad de Nanterre, Francia.