PARA “VER” LAS COSAS HAY QUE COMPRENDERLAS | Por: Ernesto Rodríguez

 

El gran escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) publicó un cuento de terror con un título en inglés: ‘There are more things’, pero con texto en castellano. Lo publicó en su colección de cuentos: ‘El Libro de Arena’ (1975), y dice: “Para ver una cosa hay que comprenderla. El sillón presupone el cuerpo humano, sus articulaciones y partes; las tijeras el acto de cortar. ¿Qué decir de una lámpara o de un vehículo (…) el pasajero no ve el mismo cordaje que los hombres de a bordo. Si viéramos realmente el universo tal vez lo entenderíamos”…Es pertinente aclarar al lector que el ‘cordaje’, se refiere al conjunto de instrumentos y aparejos de pesca de un barco.

Eso que dice Borges es una gran verdad. Muchísimas veces nos puede ocurrir que aparentemente vemos cosas, pero en realidad no las ‘vemos’ porque no comprendemos su funcionamiento o su significación en la vida de las personas. Por ejemplo, podemos ver síntomas de enfermedad de alguien, pero en realidad no los ‘vemos’ porque no somos médicos y no comprendemos lo que significan. Lo mismo con un vehículo. Podemos ver aspectos que fallan en su funcionamiento, pero en realidad no los ‘vemos’ porque no comprendemos el papel que juegan en la mecánica del vehículo.

Varios autores han planteado esa diferencia entre ver aparentemente algo y ‘verlo’ como es en realidad.  En primer lugar hay que tener interés en ‘ver’ bien las cosas. El gran dramaturgo alemán Berltot Brecht (1898-1956) lo ilustra muy bien en su obra de teatro: ‘Vida de Galileo’ (1943). Galileo intenta que el joven Andrea Sarti, que apenas tiene 10 años, aprenda a observar los cielos, pero se irrita porque Sarti no se esfuerza en mirar bien, y le dice: “¿Así que tú ves? ¿Qué es lo que tú ves? No ves nada absolutamente. Solamente miras embobado. Mirar embobado no es ver” (Acto I). Lo mismo sucede en muchas ocasiones de la vida. Un requisito es esforzarse para ‘ver’ y no simplemente ‘mirar embobado’.  Un segundo requisito es tener capacidad para analizar lo que se ‘ve’ y obviamente, cuanto mayor sea el nivel intelectual y cultural, mayor será la capacidad para entender lo que sucede. El escritor español Baltasar Gracián (1601-1658) lo expresa muy bien en su obra: ‘El Criticón’ (1651-1657) cuando dice: “Advertid que va grande diferencia del ver al mirar, que quien no entiende no atiende: Poco importa ver mucho con los ojos si con el entendimiento nada, ni vale el ver sin el notar” (Tercera Parte, ‘Crisi Cuarta’)…¡Cuánta razón tiene Gracián!!!…¡Aparentemente vemos algo pero si no tenemos la capacidad mental para entenderlo, entonces no vemos nada!.

En la historia de la ciencia ha ocurrido eso en diversas ocasiones. Por ejemplo, el biólogo estadounidense James D. Watson (nac. 1928) y el biólogo molecular británico Francis Crick (1916-2004) descubrieron la estructura molecular doble helicoidal del ADN y la publicaron en la edición de la revista ‘Nature’ del 25 de abril de 1953. Ese descubrimiento fue una de las más grandes revoluciones en la historia de la ciencia y de la humanidad. El físico neozelandés Maurice Wilkins (1916-2004) hacía estudios de moléculas con difracción de rayos X en el King’s College de Londres, y necesitaba la ayuda de una profesional. La biofísica británica Rosalind Franklin (1920-1958) se incorporó a su equipo, pues tenía formación en cristalografía. Ella era muy trabajadora y había logrado con cristalografía de rayos X las mejores imágenes existentes sobre la estructura del ADN, pero irritaba mucho a Wilkins porque no quería compartir sus resultados. James Watson y Francis Crick trabajaban en el Laboratorio Cavendish en Cambridge (Inglaterra) y se aliaron cada vez más con Wilkins. Diversos investigadores sospechaban que el ADN tenía una estructura molecular helicoidal y Rosalind Franklin había encontrado imágenes muy buenas que indicaban tal estructura helicoidal para el ADN. Pero ella rechazaba que el ADN tuviera una estructura helicoidal (1). El hecho cierto es que nunca elaboró un  modelo doble helicoidal del ADN. Bill Bryson (nac. 1951) es un reconocido divulgador de la ciencia estadounidense, y en su obra: ‘Una breve historia de casi todo’ (2003) dice que Wilkins en enero de 1953 mostró a Watson imágenes que ella había obtenido “al parecer sin el conocimiento ni el consentimiento de ella” (2). Por supuesto, si eso ocurrió así, no fue algo correcto. En el año 1958 Rosalind Franklin falleció a los 37 años por cáncer de ovario debido a sus frecuentes exposiciones a los rayos X. En el año 1962 Watson, Crick y Wilkins ganaron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Sería absurdo negar el aporte genial de Watson y Crick para dilucidar la estructura de la macromolécula de ADN. Quizás ella nunca hubiera logrado elaborar un modelo doble helicoidal para el ADN. Los detalles sobre el descubrimiento del ADN los publiqué en mi artículo: ‘Sobre el Descubrimiento del ADN’, en este diario el 21 de enero de 2022.  En conclusión, Watson y Crick al analizar las imágenes, ‘vieron’ una estructura doble helicoidal que ella no logró ‘ver’.

Por otra parte, a veces las apariencias engañan. Por ejemplo, el autor alemán Karl Marx (1818-1883) en su obra: ‘El Capital’, en el Volumen III (1894), publicado de manera póstuma, dice: “Toda la ciencia sería superflua si la apariencia externa de las cosas y su esencia coincidieran” (Cap. 43, sección III). Es decir, Marx planteaba que había que investigar y dilucidar la dinámica esencial de los procesos sociales y económicos para comprenderlos verdaderamente, porque esa dinámica esencial, no necesariamente coincide con su apariencia, con lo que parecen.

Por otro lado, durante gran parte de nuestras vidas personales hemos estado dando tropezones, cometiendo errores, y tomando decisiones equivocadas, porque veíamos las cosas sin comprenderlas, sin ‘verlas’ realmente como son…Por ejemplo…¿Cuántas personas creían que eran padres maravillosos pero luego se dieron cuenta de que no lo habían sido?…¿Cuántas veces nos ha ocurrido que hemos conocido personas falsas, pero hemos tardado en percatarnos de lo que eran?…Solamente con la edad y la experiencia aprendemos a ‘ver’ a muchas personas y nos basta analizar una simple opinión u observar un simple comportamiento para ‘ver’ lo que realmente son. Además eso es válido tanto en la vida personal, como en la vida política. Con la experiencia ‘vemos’ lo que antes no ‘veíamos’…Con la experiencia aprendemos a ‘ver’ a los farsantes en la política… NOTAS: (1) Pag. 406 en Bill Bryson (2003) ‘A Short History of Nearly Everything’. Broadway Books…También Pag. 541 en J.W. Baker and Garland Allen (1982, fourth edition) ‘The Study of Biology’. Adison-Wesley (2) Pag. 406 en Bill Bryson, Op.cit.

ernestorodri49@gmail.com

 

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