Ramala (Cisjordania), 14 jun (EFE).- El nuevo Gobierno israelí, liderado por el ultranacionalista Naftali Benet y que marca el final de la era Netanyahu, fue recibido hoy con indiferencia y resignación por parte de los palestinos, que no auguran cambios significativos y consideran que no hará más que perpetuar el estatu quo.
«Más de lo mismo». La frase se repite una y otra vez, de boca de padres, de hijos, de abuelos; de Jerusalén Este, de Cisjordania ocupada, de Gaza.
Mientras en Israel y en muchas partes del mundo el interrogante es qué rumbo tomará el primer Gobierno de la era pos Benjamín Netanyahu, los palestinos ya no buscan respuestas en los pasillos de la Knéset (Parlamento).
«A la gente no le importa. Ya vimos suficientes líderes israelíes, incluso los que hablaron de la paz, y nadie hizo nada», dice a Efe Amjad, mientras atiende al público en su negocio de productos para el hogar en Ramala, y que prefiere no revelar su apellido por cuestiones de seguridad.
«El pueblo palestino es pobre, desgraciado y no tiene esperanza. Solo quiere vivir y moverse con libertad, pero vive encerrado en una jaula. No importa quién maneje la jaula, mientras la jaula esté ahí», agrega, sobre la ocupación israelí que rige desde 1967.
El primer ministro palestino, Mohamed Shtayeh, también se pronunció hoy sobre el cambio de gobierno en Israel y aseveró que el fin del mandato de Benjamin Netanyahu acaba con el «peor periodo» en la historia del conflicto, aunque no confío en que el flamante Ejecutivo sea «menos malo que los anteriores».
Aunque líderes políticos como Shtayeh -dirigente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que gobierna en zonas reducidas de Cisjordania- hayan expresado cierto alivio por la partida del ahora ex primer ministro Netanyahu, al público en las calles parece darle exactamente lo mismo.
Benet, un veterano militar que se presenta en su pulido inglés como un exitoso empresario con un discurso conciliador, ha sido durante años la cara visible de la ultraderecha religiosa israelí e incluso fue director general del consejo Yesha, órgano que agrupa a los líderes colonos de Cisjordania.
Su coexistencia en el nuevo Ejecutivo con partidos de centro, izquierda y hasta una formación islamista árabe le obligarán a negociar y posiblemente limiten su margen de acción para implementar las políticas que promovió durante años, que incluyen la expansión de colonias o la anexión de partes de Cisjordania.
«No creo que cambie nada», reconoce a Efe Khalil, recién llegado de Londres, donde cursó sus estudios en política internacional.
«Son todos lo mismo, ninguno va a cambiar de política, todos siguen la doctrina militar. Buscan tener más tierra y menos palestinos», añade, mientras ojea un libro de diplomacia pública en una librería a pasos de la plaza de Al Manara, en el corazón de Ramala y foco de protestas y eventos políticos.
En la Franja de Gaza, donde sus habitantes aún caminan esquivando los escombros que dejó la escalada de violencia con Israel del mes pasado, la sensación es la misma.
«Lo que cambian son los rostros. Benet, Netanyahu, el daño continuará», menciona a Efe Mohamed Abdula, que trabaja de taxista en el enclave, bloqueado por Israel desde que el movimiento islamista Hamás tomó el poder por la fuerza en 2007.
Esta desesperanza por parte de los residentes de los territorios ocupados no responde solo a años en que su situación no hizo más que empeorar, sino también al hecho de que el nuevo Ejecutivo no ha demostrado intención alguna de cambiar el «statu quo» del conflicto.
En su discurso de investidura de ayer, Benet apenas hizo mención a los palestinos, y cuando lo hizo fue para advertirles de que cualquier forma de violencia sería respondida con vehemencia.
Su única referencia a un posible intento de cambiar la situación en el terreno fue una frase muy corta sobre las posibles «medidas económicas» que podría tomar su gobierno en caso de «mantenerse la calma», que dijo ayudarían a «reducir la fricción y el conflicto».
Las posibilidades de retomar el proceso de paz y avanzar en la solución de los dos Estados, negociaciones congeladas durante el mandato de Netanyahu, no parecen realistas en estos momentos.
Para el analista político palestino Hamada Haber, la diversidad de ideologías del nuevo gobierno y la mayoría mínima con la que cuenta, impedirán cualquier acercamiento con las autoridades palestinas, algo que cree causaría su colapso.
Además, explica en diálogo con Efe, la ANP se encuentra muy debilitada tras la escalada bélica de mayo liderada por Hamás, con quien cree debe reconciliarse para ser tomada en serio por cualquier gobierno israelí.
Pablo Duer