Por: Carolina Jaimes Branger
Para Davide Bombonato Salazar, el mejor amigo de mi hija Tuti
Mi queridísimo Davide,
Comienzo esta carta pidiéndole excusas a Arianne por no incluirla en ella, porque no la conozco, (aunque asumo que es maravillosa porque tú la escogiste). Pero como a ti te conozco como si te hubiera parido, la carta es para ti.
No puedes imaginarte la alegría que causó en toda mi familia (que es también tu familia por esos nexos del espíritu que son indestructibles), la noticia de que vas a ser papá. Como tú mismo escribiste, ha sido mágico y milagroso… Las cosas pasan cuando tienen que pasar.
Viendo tus posts de Instagram mi memoria voló al pasado remoto… Te vi hace 37 años tomando a mi Tuti amorosamente de la mano para que no se cayera, sirviéndole agua o jugo, o sentándote a su lado para acompañarla cuando estaba cansada, aunque tú tuvieras ganas y energías para seguir jugando. Así fue desde el primer día que la conociste en el preescolar. Nadie te mandó a hacerlo. Te salió del alma. Y así se convirtieron en mejores amigos. Como escribí en otra ocasión, nunca la viste distinta. Pensabas que ella podía hacer todo lo que tú hacías ¡y muchas veces lo logró gracias a ti! Como aquella tarde cuando la metiste en la cuna de Flavio, tu hermano recién nacido, “el bebé de Davide”, como le decía Tuti. Menos mal que su Ángel de la Guarda estaba cerca y no le pasó nada…
En mis recuerdos te volví a ver corriendo como una flecha por el patio del colegio dándole patadas a una pelota. Te vi disfrazado de mosquetero. Te vi vestido de pirata blandiendo una tira de cartón duro como si fuera una espada. Te vi sosteniendo la taza del capuccino de Tuti para que no se le derramara y limpiándole la boca con la servilleta, todas las veces que fueron a tomarlo, que fueron muchas. Te vi peleando con mi hija Irene por cuál de los dos iba a empezar a jugar el Nintendo, aunque para ustedes, nunca hubo dudas de que Tuti siempre tenía que ser la primera. Vi a Mamajose bañándote, como bañaba a mis hijas cuando jugaban con la manguera en el patio de mi casa. También recordé cuánto te gustaban las cachapas que preparaba Doro y del día -histórico- cuando te comiste quince -tú, un firifiri- una detrás de otra.
Más tarde te vi con tus ojos brillantes mientras yo te daba clases de Matemáticas o de cualquier otra materia. ¡Entendías todo con una facilidad increíble y una curiosidad insaciable! Y también te vi desaparecer como tu tocayo David Copperfield cuando venían a buscarte, porque no querías irte. Las veces que dormiste en casa y cuando hacían campamento en tu casa o en la mía. Recuerdo cuando te despedías de Tuti porque ibas al programa de chamos de la Juventus en Italia y de aquella primera vez que ibas, que te devolviste de la entrada de la inmigración y le dijiste a tu mamá “No me vayas a estar llamando, sólo llámame si Tuti se cura”. Vi a Tuti emocionada de ir a verte jugar todos los partidos, desde las caimaneras, hasta los partidos intercolegiales. ¡Para ti era tan importante que ella estuviera allí y para ella era también era estarlo!
Y todavía más tarde te vi llegar con un inmenso ramo de flores para Tuti cuando presentamos mi cuento “Los 7 encuentros” en Weston, y ya tú vivías allá. El personaje de Andrés, como bien sabes, está inspirado en ti, con la diferencia de que Andrés tuvo que aprender a querer a Tina (que es lo usual) y tú desde el primer día quisiste y aceptaste a Tuti como era.
Apenas terminaste de hablar por teléfono con ella para darle la buena noticia de que Alessandro viene en camino, ella me dijo “Davide va a ser papá”. ”¡Y tú vas a ser tía otra vez!”, le dije, y ella sonrió. Creo que vas a ser un papá extraordinario, porque estás lleno de amor. De ese amor que tan bien definió San Pablo en su primera epístola a los corintios: “El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia ni se jacta; no es arrogante ni grosero. No insiste en su propio camino; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad”. Vas a ser un papá extraordinario porque eres inteligente y sabrás cómo sortear las situaciones que se te presenten. Vas a ser un papá extraordinario porque como fuiste tan tremendo, sabrás lidiar con un niñito tremendo, si sale como tú. Vas a ser un papá extraordinario, porque conoces el valor del saber y estás consciente de que el mejor regalo que se le puede dar a un hijo es una buena educación. Vas a ser un papá extraordinario porque eres divertido y estar contigo es una alegría. Vas a ser un papá extraordinario porque eres buen hijo. Vas a ser un papá extraordinario porque eres trabajador, honesto y constante.
Deseo toda clase de bendiciones para tu bebé. Leí una vez un bello deseo: “que sea sano, bueno, inteligente, bonito y feliz”. Pero mi mayor deseo, mi querido Davide, es que tu Alessandro tenga el alma bella, como la tuya. Si tiene eso, lo tendrá todo.
De quien te quiere enorme desde siempre, y que siente que va a tener otro nieto,
Carolina