Padre Trejo, el gran devoto / Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

El próximo 26 de octubre, los católicos y los devotos de José Gregorio Hernández, celebrarán jubilosamente su natalicio. Es importante el momento en que se desarrolla este magno acto, en medio o algo más de una pandemia mundial y el estado de limitaciones económicas y sociales que está viviendo la población venezolana. Es en este contexto y se comprende, que el Papa Francisco lo haya decretado, como una forma de mitigar espiritualmente los estragos a  que está sometida.

Es La Puerta, uno de los primeros pueblos del mundo en expresar su devoción por el Santo médico, y nos atrevemos a señalar que es el lugar donde se manifestó una de las antiguas devociones más entusiastas por este Venerable,  por su beatificación y por supuesto,  guiado ejemplarmente, por quien hay que considerar históricamente el principal devoto de José Gregorio Hernández, el padre Ramón de Jesús Trejo.

Aun cuando ser devoto no es obligatorio y menos, en un viejo pueblo de tradición mariana, ocurrió algo especial en la feligresía local. Fue este ilustre y abnegado Cura, el que fomentó el amor, la veneración y el fervor religioso por este médico trujillano de los pobres, en un tiempo en que apenas se estaban conociendo aspectos generales de su existencia y luego la lamentable muerte, como suceso que aturdió a la sociedad capitalina venezolana.

Trejo, en su actividad pastoral hablaba de la vida caritativa y de entrega por el necesitado, de este laico piadoso,  y también de los favores y milagros que se comenzaban a difundir. Inclusive, en una de sus más admirables obras: el nuevo templo Parroquial de La Puerta del estado Trujillo en Venezuela, apartó y asignó un lugar hermoso, para que fuera rezado y adorado por sus fieles. Fue una labor callada, pero constante. Manifiesta la tradición oral local católica, que el Santo médico, había realizado varios milagros y favores a pobladores que se vieron abatidos por graves enfermedades y hasta de fuertes problemas personales.

Esta es una pequeña reseña histórica, de tan ilustre levita y excelso devoto del Beato trujillano, que se considera interesante dar a conocer.

 

Comienzo de la devoción por el

médico de los pobres en La Puerta

 

 

Se habla de un siglo de fe, que se ha desarrollado en Venezuela a partir de la fecha de muerte del Beato trujillano, en 1919.  En la población de La Puerta, comenzó esa devoción a partir de la llegada como Párroco, del padre Trejo, quien organizó el grupo de devoción y también pro beatificación del médico de los pobres, y estimuló y guió lo relacionado con lo que es hoy esta viva fe y creencia espiritual católica, participando de sus distintas misas de reconocimiento y gratitud por favores, ceremonias, procesión y celebraciones; a raíz de peticiones, y así, se fue expandiendo la fama de milagroso del nativo de Isnotú, atribuyéndole favores recibidos por algunas personas.

Con su respetada firmeza de carácter y profundidad en sus convicciones, expresaba en lo personal, del mismo modo, su inclinación caritativa, era un hombre incansable, de mucho tesón, cumplidor de sus deberes, en cada casa de familia que visitaba, allí llevaba el mensaje josegregoriano, y a los enfermos, les llevaba palabras de aliento y consuelo, advocando y orando al médico de los desamparados. Desde el púlpito del viejo templo, enfilaba su afable y cultivada oratoria, como constante tributo al sanador de los necesitados, con lo que se fue gestando esta incipiente expectativa de fe, que se fue arraigando en nuestra comunidad.

Recordaban nuestros mayores, que el cura Trejo, al hablar de José Gregorio, notaban que profundizaba en su ser, sensibilidad y generosidad piadosa, desbordando un sentimiento puro que devolvía la fe, animaba y entusiasmaba el alma y la bondad del más escéptico de los católicos, por quien en la posteridad de su vida, iría a los altares y su devoción trascendería nuestras fronteras. Posiblemente, asumió por virtud teológica, esa causa de devoción, con dinamismo y disposición para cumplir con lo que consideró era la santa voluntad de Dios.

Cómo no sentirse entusiasmado y conmovido, al escuchar a uno de los Sacerdotes más ilustrados y cultos de la época, a quien querían como su apóstol y conductor durante muchos años en la Parroquia, hablando apasionadamente del futuro Santo, por supuesto, fue algo novedoso para el catolicismo local. Hoy, elevado el Dr. Hernández, a la condición de Beato, es pertinente reconocer a ese otro ser humano que tuvo la iniciativa de  fomentar la devoción por el excepcional trujillano ¿Cómo podemos ser indiferentes ante este sacerdote que fue capaz de despertar en todos los niveles de la población, ricos y pobres, ese sentimiento de respeto y devoción por quien en aquel tiempo era solo un respetado filántropo católico seglar franciscano? Fue esencialmente un ser de carne y hueso y se le conoció como el padre Ramón de Jesús Trejo.

La manifestación adoradora por el hoy beato, en nuestra comarca, según la memoria oral, se inició en la década de los años 40 del siglo pasado, cuando se comenzaron a difundir noticias de él, de sus intercesiones, favores y milagros por la prensa regional y por las noticias radiales; esto, 20 años después de su trágica muerte. Se fue constituyendo, estimulado por el padre Trejo, un grupo fraterno, que aun existe, de este Santo, que le realiza sus misas y celebraciones y lo venera como Beato de Dios. Pareciera que había hecho suya, como causa de vida y consagrado a aquella promoción espiritual entre su grey, del que con el tiempo seria Siervo de Dios. De esa forma, se convirtió en el gran devoto de este Santo, que apenas –en aquel tiempo-, iniciaban su causa de beatificación.

Cuando comienzan a realizarse desde Caracas y otras partes del país, las peregrinaciones, el padre Trejo organizaba participaciones y caminatas de la feligresía parroquial hacia el Santuario de Isnotú, al punto que ya contaba con una Sociedad fervorosa, que fue dinámica en las distintas celebraciones litúrgicas. Asimismo, será el gran devoto que diseñó y creó el sencillo y hermoso vitral que se encuentra como entrada de luz celestial, en la fachada del Templo parroquial San Pablo Apóstol; estaríamos pasando las 8 décadas de devoción.

 

La historia del primer vitral

en honor a José Gregorio Hernández

 

Fue en el año 1948, cuando se comenzó a construir lo que es el actual templo de San Pablo Apóstol de La Puerta. Como promotor y constructor de la obra, había contratado a un ingeniero italiano de nombre Mazeud, lo llamaba la gente del pueblo, señor “Masó”. La idea del padre Trejo, era construir un templo amplio y moderno, con capacidad y comodidad para la feligresía que iba creciendo y los visitantes y peregrinos que estaban llegando.

En 1949, ocurrió un hecho que le dio mayor entusiasmo e impulso a la labor del párroco de La Puerta y Mendoza, cuando se dio comienzo formalmente al proceso de beatificación para reconocer su poder divino, y en señal de ese fervor cristiano, decidió al planificar y proyectar lo que sería nuestro actual Templo, incorporar simbólicamente en forma permanente al Santo trujillano, lo que atendió el maestro y artista italiano Salvatore, encargado de realizar los vitrales de la fachada del templo San Pablo Apóstol, logrando así, una de las joyas valiosas de nuestro patrimonio artístico, cultural y religioso.

El señor Víctor Delgado, a quien afectivamente le decíamos “el Gordo Víctor”,  que trabajó en esta obra desde 1948, relató que el Padre Trejo, estaba atento en la creación del vitral, asesoraba al maestro Salvatore en cuanto a las cualidades y características del Santo, le suministró fotografías, le entregó una pequeña biografía, para la elaboración en laminas de cartón grueso, del boceto general del Dr. José Gregorio Hernández, que sirvió de modelo, al que podemos disfrutar hoy en la fachada del templo parroquial, y estuvo en todas las fases, en el corte de las partes, definición y contraste de colores, el trazo de vidrio duro, y lo acompañó en la labor de armar aquel rompecabezas, unir, probar y soldar el metal, y pegar las piezas de vidrio, en el enmarcamiento, labor de más detalle (Manrique, Oswaldo. El “gordo” Víctor Delgado. 2019. En: lapuertaysuhistoria.blogspot.com). El cura aportó parte de su conocimiento estético, todo un legado iconográfico muy propio de su sabiduría.

En su fachada principal, como imágenes de luz, hay cinco vitrales, uno de ellos está dedicado al Dr. José Gregorio Hernández.  Este sería el primer Vitral que se habría elaborado en Venezuela y por un artista italiano, bajo la dirección de un Sacerdote venezolano, en tributo a este Santo, es decir, dedicado a un seglar católico, que para aquel tiempo era catalogado como un filántropo de vocación religiosa, que se conocería después, como el Siervo de Dios (1972), luego Venerable (1986). Por falta de recursos, tuvo que paralizar la obra, el personal italiano que había contratado  tuvo que ir a construir casas de vecinos, en la misma Parroquia, mientras el Padre lograba algún aporte para continuarla. Realmente, del gobierno no iba a conseguir nada, siendo como era enemigo declarado de la dictadura perezjimenista. Esa imposibilidad de obtener recursos para terminar la edificación, quizás fue, lo que le generó la enfermedad, que le fue abrumando su salud.

A mediados de agosto de 1963, el Obispo de Trujillo, Monseñor Dr. José León Rojas, llamó al Padre Trejo, que tenía muchos años cumpliendo labor como párroco de La Puerta y Mendoza, y le informó que había destinado para atender a  aquella  Parroquia a un cura español, que estaba en Cuicas, que se le presentaría en los siguientes días. En efecto, el 16 de ese mismo mes y año, se le presentó el Padre Mario Castillejo, lo invitó a cenar y lo llevó a conocer el pueblo, igualmente el viejo templo de San Pablo, con su hermoso campanario, que quedó en pie pero modificado. Fueron a la construcción avanzada del templo nuevo, de lo que hablaron largo rato.

En una remembranza, el nuevo cura, afirmó que al encargarse de la Parroquia, le << preocupaba mucho la terminación del templo del pueblo, que años antes había empezado el padre Trejo >> (Fragmentos del discurso dado por el cura Mario Castillejo (ex-párroco de la Parroquia La Puerta en los años 1963/1975), con motivo de la celebración del 25 aniversario de la inauguración del templo parroquial de La Puerta). Ya no se estaba bajo la bota de la dictadura militar, que hostigaba al Padre Trejo; el nuevo cura, tuvo más suerte, en conseguir la colaboración de nativos de la localidad en funciones de gobernantes, para la culminación del templo, Castillejo contó, que  << se había conseguido al mejor arquitecto del momento, Dr. Graziano Gasparini, quien proyectó en la forma más bella la remodelación. Y a los pocos días vimos invadida nuestra iglesia por el extraordinario equipo del constructor Giacomo Spera, especialista en ese tipo de trabajos. El y su gente, les hacían rendir a los días trabajando horas extras, suspendiendo únicamente su actividad en días domingo para que pudiéramos celebrar los oficios religiosos>> (Ídem). Sin embargo, se respetó un poco el concepto arquitectónico original del padre Trejo, entre ellos, los Vitrales de la fachada de la iglesia, y principalmente el del Dr. José Gregorio Hernández, de quien el nuevo Párroco, llegado de España,  tendría alguna información.  En los doce meses siguientes, ya habían efectuado los frisos y  remates que faltaban de la obra, para finales de noviembre de 1964, existía nuevo templo parroquial.

El año 1965, será de gran júbilo para la colectividad católica trujillana, y también para el padre Trejo, el día 23 de enero, fue inaugurada su obra, y dentro de esa hermosa edificación, estaría para siempre, el hermoso vitral dedicado a José Gregorio Hernández, que ya había diseñado el padre Trejo y hecho el maestro vitralista y artista italiano Salvatore.

 

El gran devoto del Dr. Hernández

 

A comienzos de los años 40 del siglo XX, fue designado párroco de nuestra localidad, un hombre con virtudes extraordinarias, dinámico, laborioso de obras religiosas, estudioso, reflexivo, intelectual, culto, amante del arte, que venía de ejercer el sacerdocio en Isnotú y en  los pueblos aledaños a éste, llamado comúnmente el Padre Trejo.  Lo curioso es que cuando comienza su actividad pastoral, cotidianamente dedicaba palabras con mucho fervor  y teniendo como Santo de su devoción, a uno que no era Santo, a un médico nativo de Isnotú, muy caritativo, que había tenido una trágica muerte en Caracas, el Dr. José Gregorio Hernández, y les decía que era su devoto.

Ramón de Jesús Trejo, nació en el 25 de mayo de 1907, en la bonita población de Mucurubá, localizada en las imponentes cumbres que constituyen la Cordillera del Estado Mérida. Integrante de una familia trabajadora, decorosa y católica, como cualquiera de las numerosas que viven en aquellas serranías. Fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1929, en la catedral de la ciudad de Mérida, con Humberto Corredor  Tancredi, acto que presidió Monseñor Acacio Chacón.

El padre Trejo, hombre culto y de reflexión. Amante de las letras, la poesía, del arte, de un nivel intelectual envidiable y con una sorprendente cualidad oratoria, fue profundo conocedor de la cultura andina, e investigador de la espiritualidad de estos pueblos; fue el que descubrió el talento artístico innato de nuestra pintora Josefa Sulbarán, a la que visitaba frecuentemente en su trabajo pastoral y protagonista de la historia del famoso cuadro del paisaje de Los Cerrillos, que ella elaboró en un pedazo de caja de cartón. Dijo su primera misa el 8 de septiembre de 1929, en Mucuchíes, y predicó en ella el Presbítero José Humberto Quintero, nativo de este lugar, quien con el correr de los años, será Arzobispo coadjutor de la Arquidiócesis de Mérida, con Monseñor Acacio Chacón y primer Cardenal de Veneciuela. A este acto litúrgico, asistió también Monseñor Chacón.

Contando 22 años de edad, tuvo su primer encuentro con un pedazo del idílico paisaje tierra donde pasó su niñez nuestro insigne coterráneo Dr. José Gregorio Hernández. Trejo, se desempeñará como Teniente  Cura en la iglesia de Betijoque, en la época en que estuvo el padre Moncada; aquí comenzó a escuchar en varias ocasiones del “médico de los pobres”, lo que le despertó la sed de información sobre la vida del excepcional laico católico; pasó luego  en su apostolado a la población de  Santiago.

Tuvo una dilatada labor pastoral, desempeñando lo siguiente: en el Libro del Clero, está asentado que antes de ir a Santiago, en calidad de  Párroco, donde estuvo por 4 años, fue ayudante de Monseñor Estanislao Carrillo, en la Iglesia Matriz de Trujillo (Libro del Clero 1 de la Diócesis de Trujillo, página 219); el humilde, sabio y compasivo pastor trujillano.

Cuando tiene 28 años de edad, tiene su segundo contacto con el ambiente Josegregoriano,  le tocó desempeñarse como Párroco en el apartado pueblo de Isnotú, cercano a Betijoque, cumpliendo también labor en El Alto y Sabana Libre, en ese proceso de adaptación y conexión con las creencias y costumbres de los pueblos trujillanos, recogió de la oralidad aldeana y de familiares información sobre la vida caritativa y desprendida en favor de los más necesitados, de José Gregorio, e igualmente, de miembros de esta comunidad datos de los favores y la obra piadosa del hombre blanco y bondadoso nativo de aquella Parroquia, que era medico, el Dr. José Gregorio Hernández; este sería su segundo contacto con ese ambiente espiritual del sitio y de la gente creyente en su prodigioso apostolado. Todo eso, lo fue valorando el Padre Trejo.

Comienza así, una de las más preclaras labores pastorales de la región andina, pero no solo eso, sino que comenzó una de las gestiones espirituales extraordinarias, asumiendo como propósito fomentar la devoción por  aquel hombre bondadoso y de fe cristiana.  Estuvo un tiempo de Párroco en Montecarmelo. Enfermó y se fue a vivir a la ciudad de Mérida, pasó a  Timotes, también como Párroco, que lo fue por espacio de 14 años. En La Puerta y Mendoza, fue Párroco durante 26 años.

El padre Trejo, era un hombre de sencillas costumbres, de buen trato, en La Puerta, vivió en la denominada “Casa de Teja”, subiendo por el sector El Viso, ubicada en el lado este del río Bomboy, a pocos metros de La Flecha, punto carretero para continuar a la población de Timotes. La vivienda amplia, cómoda, construida con paredes de tapia, la típica casa andina, en la que el comedor estaba bien iluminado, mesón ancho y rectangular de madera, varias sillas, y un aroma general de fogón y arepa, que invitaba a entrar. Una sala grande donde leía el Padre y recibía las visitas; al frente el patio central con variadas plantas medicinales y ornamentales, cuyas fragancias se complementaban con el calor del sol y el aire fresco y puro de la serranía.

La entrada, abierta a todos, a pobres y ricos, campesinos y hacendados, caudillos y civiles, donde acudían a procurar consejo u orientación espiritual, o sencillamente necesitados de socorro material, o a compartir de su mesa y sus bienes; así fue el Padre Trejo. Sus días como Párroco de La Puerta concluyeron el 16 de agosto de 1963, cuando fue sustituido por el cura español Mario Castillejo; pero lejos de calmarlo y darle sosiego, le incitaron sus deseos de volver y reencontrarse con su gente. Se fue a vivir a Mendoza, del que no se separaría, y contando con 77 años de edad, tal  como se indica en la página 219, del Libro del Clero 1 de la Diócesis de Trujillo “Descansó en la paz del Señor en la primera hora de la tarde del 17 de julio de 1984, en Mendoza” el cura emprendedor, y precursor en el Valle del Bomboy, de la devoción popular por el Beato Dr. José Gregorio Hernández.

 

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