Los racionamientos y fallas eléctricas que se viven constantemente en el estado Táchira afectan en mayor medida a los pacientes que reciben tratamiento de diálisis en la ciudad de San Cristóbal, pues, aunque habiliten plantas para encender las máquinas no siempre el combustible es suficiente.
A esto le suman el alto consumo de agua y el racionamiento anunciado por Hidrosuroeste de 36 por 36 horas, el cual se extiende. Para compensar esta falta son surtidos a través de camiones cisternas, colaboración de la hidrológica y del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal.
Este viernes 15 de marzo pacientes y familiares de pacientes que reciben tratamiento en la unidad de la avenida 19 de abril, manifestaron su preocupación ante los racionamientos eléctricos que los mantienen en zozobra. La mayoría de ellos son de otros municipios como Michelena, Córdoba, Torbes, Andrés Bello y Junín, y hasta sus horas de traslado se ven afectada por los apagones.
Génesis Duque es de Michelena. Acompaña a su tío tres días a la semana para que se dialice. Este viernes llegaron para el turno de las 6 de la mañana y eran las 10 de la mañana y todavía su tío no estaba conectado a la máquina, a pesar de estar en el área de tratamiento, pues la intensidad de la electricidad no era suficiente para el arranque.
Temía que la electricidad la quitaran a las 12 del mediodía y no pudiera su tío cumplir con el ciclo de tres horas y media necesario para la limpieza de su organismo. “Baja la luz o se va la luz y también el ciclo se pierde, y es más tiempo que tienen que durar adentro porque son más o menos 15 minutos para volver a conectar, volver a veces a empezar el proceso es bastante complicado”, agregó.
Destacó que el no tener electricidad o trabajar con la planta eléctrica también los afecta, pues la mayoría tiene catéter en el cuello o la fístula y se les puede infectar si el aire acondicionado no está prendido. “Entonces cuando no hay gasoil o no hay lo suficiente, no prenden los aires, solamente es como para las máquinas y no meten a todos porque todas las máquinas no van a prender”, agregó.
Han tenido que regresar a Michelena a las 6 de la tarde, aunque estén programados a las 6 de la mañana que es el primer turno. Considera que esto puede mejorar si las autoridades analizan lo que ocurre con los pacientes que dependen de estos riñones artificiales para poder vivir.
“Es de ponerse la mano en el corazón, cosa que ya no pasa en este país tristemente, porque ellos sufren. Las máquinas lo que hacen es alargarles la vida, y que estén de una máquina para otra es bastante difícil”, dijo Génesis Duque.
“Fallas por todos lados”
Pedro Duarte es de Capacho. Le correspondía ingresar a diálisis en el segundo turno, que era a las 10 de la mañana, pero ni siquiera habían logrado iniciar los del primero, por lo que probablemente le tocaba esperar no sólo que saliera un paciente, sino probablemente las cuatro horas de racionamiento eléctrico que se acercaban.
“Cuando no hay luz y llega, se pierde media hora para que vuelvan a retornar las máquinas y hay veces que se va cada dos veces cuando se está uno dializando. Cuando no hay agua pues tienen que apagar las máquinas también, y cuando no es el gasoil que falla, o sea que hay fallas por todos lados”, expresó.
Jhon Lean de 30 años de edad tiene tres años dializándose. Nació sin un riñón y hace tres años tuvo un accidente que obligó a que le quitaran el otro. Aseguró que por las fallas eléctricas los pacientes no siempre quedan bien dializados.
“No queda uno bien dializado con lo de la luz, la planta, el agua. A veces uno trae para sacarle dos kilos y a veces me voy con peso de más, o me saca de más la máquina, por el problema de la luz. Si uno se va con kilos de más no importa, porque se lo puede sacar en la otra diálisis, pero a veces saca menos y la gente sale que no se puede ni tener, le toca en silla de ruedas porque sale descompensado”, relató.
Eran las 10:20 de la mañana y le tocaba estar dializándose, pero apenas estaba ingresando el primer turno. “Aquí a cada ratico quitan la luz. Yo que tenga entendido dura tres horas y se va, dura cuatro horas y vuelve y llega. Se va y llega y no deja hacer el trabajo a la máquina. El agua también”.
Indicó que este viernes por ejemplo no tenían gasoil, entonces temían que no pudieran conectar plantas para hacer arrancar algunas máquinas en los horarios de racionamiento eléctrico.
“Cuando no puede uno venir ya uno sabe que le toca cuidarse de no tomar líquido, porque eso afecta a la persona en el corazón. Yo puedo durar toda la semana sin dializarme, pero tendré que pasar por agua saliva, más nada, porque mientras no queme toxinas el que va sufriendo es el corazón”.
Leal hizo un llamado a las autoridades para que acudan a cada unidad de diálisis del Táchira y se den cuenta de las dificultades que enfrentan por los racionamientos de los servicios públicos. “Para que después no digan que es que estamos inventando. Que miren que hace falta y que no”, finalizó diciendo.