El viernes pasado, en este mismo espacio, hablamos acerca de algunos “ismos” que el chavismo se ha empeñado en resucitar. Ismos fatídicos como el golpismo, el militarismo, el caudillismo. Nos quedaron algunos pendientes.
Uno de ellos, el de más trágicas consecuencias, es el comunismo. Cuando el mundo entero contemplaba el colapso del socialismo real, la caída del muro de Berlín y el desmoronamiento del imperio soviético, Chávez y sus amigos decidieron abrazar ese fantasma del pasado e imponerle a Venezuela y a los venezolanos un socialismo del siglo XXI. De nuevo, un retroceso a propuestas del siglo XIX formuladas por Carlos Marx e impuestas en Rusia por Lenin y sus amigos a comienzos del siglo XX. Una propuesta “contra natura” que sólo pudo perdurar en el tiempo gracias a la sangrienta tiranía de Stalin y de sus sucesores.
La pretensión de imponer el socialismo en Venezuela ha significado la desaparición de la república civil y de la democracia representativa, la catástrofe de la economía nacional y el dramático empobrecimiento del país y de todos los venezolanos. Los resultados no pueden ser más dolorosos y más evidentes. Las consecuencias de ese disparate no han podido ser más negativas.
El otro “ismo” que Chávez ha pretendido resucitar de un pasado ominoso es el “fidelismo” o el castrismo cubano. En 1959, hace ya más de medio siglo, cuando triunfó la revolución cubana contra una dictadura militar que se desmoronaba por su propia corrupción y cuando Fidel Castro entró triunfante en La Habana con un rosario en la mano y ofreciendo democracia y libertad a los cubanos, hubo mucha agente que se ilusionó con aquel experimento.
Sesenta años más tarde, el fidelismo y el castrismo son fósiles de un pasado trágico de hambre, postración y negación de los derechos humanos.
También ese “ismo” le ha hecho un daño irreparable a Venezuela. Por de pronto, nos ha aislado de la comunidad internacional y de países democráticos y civilizados con los que siempre tuvimos excelentes relaciones.
Finalmente, el chavismo nos ha traído al “populismo”. La versión más acabada de la demagogia irresponsable. Populismo que consiste en la utilización del pueblo para alcanzar el poder y una vez alcanzado, se le da la espalda a todo lo ofrecido y se limita a perpetuarse en el gobierno, disfrutando de él con una camarilla reducida, sin importarle para nada el sufrimiento de la gente.
Seguiremos conversando.
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