Cuesta trabajo escribir sobre lo mismo. Como docente recuerdo: tareas importantes, repetir y volver a hacerlo, hasta que aprendan, comprendan, internalicen lo que queremos enseñar. Negarse a negociar es aceptar que no somos capaces de decir, lo que hay que decir, asertiva, honesta y coherentemente, al “enemigo”.
Si, se trata del enemigo. ¿No puedo hablar con quien me adversa? Eso ocurre por miedo. El hablante piensa que, el “otro no tiene capacidad, disposición, necesidad de escuchar”. ¿Es verdad? Negociar es algo muy serio y no se debe improvisar. Hay normas que deberán cumplirse, antes de que se inicie el proceso de negociación. Imaginen, contradictorios lectores, que hay hasta doctorados en la materia. La pregunta es ¿Qué se negocia? Interlocutores de lado y lado- lo deben tener claro. Después, la siguiente interrogante, ¿Quiénes lo van a hacer? Deben ser de fiar-confiar en ellos- de parte y parte, tarea compleja que debe ser un proceso de información, comunicación para llegar a la negociación.
De seguida, ¿Dónde hacerlo? Se requiere de un “espacio a salvo”, donde todos se sientan seguros y finalmente debe haber discreción, que no implica secreto, pero sí prudencia con fines de lograr el propósito de la negociación.
El caso que nos ocupa, es muy difícil, por cuanto los negociadores no son de fiar. Ni para uno, ni el otro bando. De manera que la creación de “un espacio de convivencia” para la negociación, es imprescindible. De lo contrario es imposible. Los del oficialismo han salido mal parados de las negociaciones: no han buscado sino ganar tiempo, ni cumplen, ni se comprometen, ahora con el agua al cuello, vuelven a clamar por la negociación. No sé si lo adecuado sea llamarlo, negociación. La primera significación es la “negación del ocio”; recordemos, hay doctorados en negociación.
No se debe improvisar la negociación. Los del oficialismo, me recuerdan a los niños pequeños, una vez que consiguen su objetivo: ganar tiempo, engañar, simular sus intenciones, se les vuelve a salir lo anti democráticos que suelen ser, para que no se logre nada. Dicen que el camino del infierno, está lleno de buenas intenciones, pareciera es así. Sin disposición honesta y sincera de resolver problemas las negociaciones hechas hasta ahora -con esta gente- no han terminado bien. ¡A tomar un curso para negociar en serio!