Optimismo Panglossiano y pesimismo de Murphy

Algunos autores denominan ‘Ley de Pangloss’ a la concepción de un optimismo exagerado y absurdo sobre todo lo que sucede, y ‘Ley de Murphy’ a la concepción de un pesimismo exagerado (1).

 

El gran escritor francés Voltaire (1694-1778), en su obra ‘Cándido o el Optimismo’ (1759) se mofa de la tesis sobre el optimismo del filósofo alemán G.W. Leibniz (1646-1716), que decía no que el mundo es bueno, sino que es el mejor de los mundos posibles y que el mal que en él se da es el menor posible. En toda la narración Voltaire ironiza sobre tal concepción. En efecto, el Dr. Pangloss dice: “Es evidentísimo que las cosas no pueden ser de otro modo; porque habiendo sido todo formado para un fin, todo es necesariamente para el mejor de los fines. Fijaos bien en que las narices se hicieron para llevar anteojos; por eso llevamos anteojos. Las piernas a todas luces se hicieron para ponerles calzas; y por eso nos ponemos calzones. Las piedras han sido formadas para que los hombres las labrasen y con ellas hicieran castillos; por eso su señoría tiene un magnífico castillo: el principal barón de la provincia ha de ser quien tenga el mejor alojamiento. Los cerdos nacieron para ser comidos; por eso comemos tocino todo el año. Por consiguiente, los que han dicho que todo está bien han dicho una solemne tontería; debieron decir que todo está lo mejor posible” (Cap. 1).

 

En la obra el Dr. Pangloss es el preceptor de Cándido y aunque sufren terribles desgracias, Pangloss dice: “todo es indispensable; las desgracias particulares forman el bienestar general, de modo que cuanto más desdichas particulares hay, tanto mejor para el todo” (Cap. 4). En la vida real el 1 de noviembre de 1755 hubo un fuerte terremoto en Lisboa en el que perecieron unas 30.000 personas. En la obra el Dr. Pangloss y Cándido sufren el terrible terremoto y hay muchas víctimas, pero Pangloss consuela a los sobrevivientes malheridos diciendo: “las cosas no podían ser de otro modo; porque si hay un volcán en Lisboa, no podía estar en otra parte; porque es imposible que las cosas no estén donde están; porque todo está lo mejor que puede estar” (Cap. 5).

Por eso el término ‘Panglossismo’ se emplea para designar una concepción según la cual todo lo que sucede es lo mejor que puede suceder.

 

En el extremo opuesto está la llamada ‘Ley de Murphy’ según la cual: “Si algo malo puede pasar, entonces pasará”. Esta ley se atribuye al Capitán norteamericano Edward A. Murphy (1918-1990), que era ingeniero aeroespacial y la enunció de manera parecida en 1949 (2). Esta concepción pesimista es opuesta al Panglossismo. No obstante, las investigaciones en psicología han evidenciado que el humano tiende a dar más importancia a las amenazas (reales o supuestas) que a las experiencias agradables (3). La posible explicación de esta tendencia a la negatividad probablemente sea de tipo biológica evolutiva. En efecto, el cerebro del humano es el resultado de un largo proceso evolutivo y nuestros antepasados homininos, es decir, primates que se desplazaban con una postura bípeda y erguida, vivieron en África y la vida que llevaban estaba expuesta a muchísimos peligros: depredadores, serpientes venenosas, enfrentamientos con otras bandas rivales, etc. Entonces desde un punto de vista de la Selección Natural Darwiniana, aquellos antepasados que vivían pendientes de los peligros tenían más probabilidades de sobrevivir y reproducirse que aquellos que subestimaban los peligros. Por supuesto esa tendencia a la negatividad ocasionaba un gran estrés y angustia, lo cual causaba desdicha y es un legado evolutivo que todavía tenemos. Pero de manera metafórica podríamos decir que a la evolución le importaba un comino si nuestros ancestros eran dichosos o desdichados, porque lo único que se seleccionaba favorablemente era la capacidad de transmitir los genes a la siguiente generación, y los individuos que vivían en alerta permanente tenían más probabilidad de sobrevivir y reproducirse.

 

Sin embargo, en la vida real frecuentemente hay amenazas serias. Escribo en noviembre de 2018 y podemos considerar el ejemplo de los virus que mutan. Los especialistas están alertando sobre una posible pandemia viral a escala planetaria que podría exterminar a muchos millones de personas. En nuestro actual país vivimos con amenazas a nuestra seguridad personal, hasta el punto de que la mayoría de los ciudadanos evitan en lo posible transitar por lugares solitarios en horas nocturnas. En conclusión, tanto el Panglossismo como la Ley de Murphy son concepciones extremas equivocadas, pero muchas veces es más prudente y realista tener algo de negatividad y asumir las debidas precauciones. Porque el extremo Panglossiano conduce a desdichas mucho peores.

NOTAS: (1) Pags. 232-233 en Richard Dawkins (2011) ‘The Magic of Reality’. Bantam Press (2) Pag. 647 en ‘The Oxford Dictionary of Quotations’. Oxford Univ. Press (2001). (3) Pags. 28-31 en Jonathan Haidt (2006) ‘The Happiness Hypothesis’. Basic Books.

 

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