Omira Lugo: creatividad e imaginería

En la gráfica aparecen de izquierda a derecha Omira Lugo, Luis Huz Ojeda, Ana Isabel Arguello Lugo junto a la niña Marisabel Arguello Coronado. Foto Alirio Rangel.

 

Por: Luis Huz Ojeda

Son las dos de la madrugada del día 15 de junio de 1936, a orillas de la quebrada de los Cedros, en la parte alta del Valle de los Mukas, al interior de la cálida y sencilla habitación de uno de los ranchos aquí plantados, una experimentada comadrona está atenta al trabajo de parto que presenta Belén Lugo, cuando de repente se desprende un torrencial aguacero acompañado de rayos y truenos, siendo precisamente en ese momento cuando nace una agraciada niña a quien su madre le coloca por nombre: Omira.

 

Invitación a la muestra individual Omira Lugo al desnudo en La UNESR Núcleo Valera. Foto Luis Huz Ojeda.

Niñez

La pequeña Omira era curiosa, expresiva, ingeniosa, traviesa, rebelde, soñadora, tuvo una infancia similar a la de cualquier niño nacido en la Venezuela rural de esa época, sus primeros años los vivió al lado de su Nona materna Elvira Lugo, mujer de temple, colmada de amor y afectó, hacendosa, responsable, con acentuados principios católicos, valores morales, quien le enseña algunos oficios caseros, entre estos: hacer comida, lavar los trastos de cocina, barrer a diario el interior de la casa, el solar, cuidar y regar las plantas del jardín, atender los animales domésticos, hacer mandados, cargar agua de la quebrada, lavar y planchar ropa. Eventualmente compartía su poco tiempo libre con otras niñas de su edad, la mayoría de las veces, jugando a solas, inventando su propia fantasía, hablando con el arco iris, la lluvia, la briza los pájaros, las flores, las ranas, pintando piedras con colores extraídos de la tierra y algunas plantas, haciendo muñecas negras de trapo, las cuales evadía mostrar a su familia para no ser regañada y evitar ganarse una pela.

Casi anocheciendo hizo costumbre reunirse con la Nona Elvira gran conversadora, con facilidad de palabra para narrar historias, mitos, leyendas.

Como las de los barbudos que a su paso por cualquier parte asaltaban campos, caseríos, haciendas y quemaban lo que no se podían llevar para que el que viniera atrás no encontrara nada, abusaban de mujeres y niñas, se llevaban sin contemplación alguna a su guerra los muchachos que tenían 10 años con el argumento que la edad no importaba, porque el que no sabía matar tenia que aprender a eliminar al enemigo, o él era muerto. “Estos personajes protagonizaron las guerras intestinas de los caudillos con sus montoneras”.

“Somos el color de la raza, sin embargo, por el poder del dinero nos pusieron los indios”. Técnica Óleo sobre tela. Medidas 1,02 mts X 1,18 mts. Foto Luis Huz Ojeda.

Del mismo modo contaba la leyenda del encanto que de acuerdo a lo que su Nona contaba que en temporada de lluvias aparecían unos pequeños hombrecitos barrigones, barbudos, pelo largo que cubrían con sombreros de ala ancha, por los alrededores de la quebrada de Los Cedros cuando esta crecía arrastrando todo lo que encontraban a su paso. Tenían por manía mudarse de territorio además de encantar y desaparecer hombres y mujeres que se atrevían a acercárseles a conversar con ellos. “La magia del mito, revelada mediante el relato de la fábula de los duendes de la quebrada”. La Nona Elvira siempre tuvo predilección por Omira la única niña de la casa, pues los demás infantes eran del sexo masculino.

Cuando apenas cumple 8 años de edad, conoce el padecimiento de la tristeza que produce la ausencia, fallece su nona Elvira, este imprevisto marca su vida… comienza una nueva etapa en el andar habitual de Omira, su madre Belén Lugo y sus hermanos. desde ese momento Omira elige ser independiente, pincelando su existir con colores de libertad, para pintar su espíritu, y ser libre como la golondrina, “Ave por la cual siente gran respeto y admiración…”. 

“Los Mukas” Alto relieve. Técnica cemento con marmolina. Foto Luis Huz Ojeda.

 

Vivencias de Omira

Con dieciséis años a cuesta, el 24 de junio de 1952, día de San Juan Bautista patrono de Valera, a primeras horas de la mañana llega de visita a casa de unos familiares en la ciudad de Valera, luego de haber descansado después del almuerzo, acepta la invitación de sus primas y juntas salen a dar un paseo por los alrededores de la plaza bolívar, la iglesia, el palacio municipal de gobierno y calles principales de esta urbe, en      un intervalo del recorrido sus parientes se encuentran con un amigo, el mozo, Rafael de Jesús Argüello González, quien le es presentado, este encuentro fue amor a primera vista, ambos Omira y Rafael son flechados al instante por Cupido, obtienen la venia familiar para vivir el romance tal como era la costumbre familiar, disfrutan la magia del enamoramiento durante año y medio cruzan aros y hacen casamiento.

Luego de cumplido el matrimonio, inicialmente habitan una casa alquilada en Valera, al corto tiempo de esta estancia, atraídos por la posibilidad de obtención de un trabajo próspero y rentable en las compañías petrolera viajan a los campos petroleros de Cabimas en el estado Zulia, lugar donde nace Gustavo Rafael, su primer hijo, pasado algunos años la familia vuelve mirada a la matria, se movilizan y en esta ocasión se establecen en Betijoque tierra de santos y sabios donde procrean el resto de su descendencia, a saber Leonardo Rafael; Rafael Jesús; Emiro Enrique; Ana Isabel; Alfredo José todos profesionales formados desde el hogar con principios y valores morales útiles a la patria.

Vivir por más de medio siglo, en un lugar en el que la devoción a San Benito es centenaria, tanto que, al momento de bailar al negro, en medio del fervor repican los cueros del tambor mayor, el medio golpe, y la requinta… aquí aprendió y se descubrió como activista de base, seguidora de los postulados, predica y práctica de la vieja guardia en Acción Democrática hasta finales de los años 80 del pasado siglo XX. Su inquebrantable y perdurable lucha por la conquista de mejoras y reivindicaciones sociales para Betijoque en la búsqueda de mejor calidad de vida para sus habitantes la hicieron dirigente social-comunitario, permaneciendo activa hasta mediados de 1990. Esta Identidad y pertenencia con el pueblo de Betijoque y todo cuanto le rodea son el antecedente que acreditan a Omira Lugo de Arguello, hija adoptiva de este cruce de caminos, que le ha consentido haber alcanzado desarrollar múltiple accionar, jamás abandono, ni se rindió, ante ningún contratiempo, siempre fue constante y perseverante para obtener logros positivos en esta voluntariosa tarea, hoy viejas y nuevas generaciones de hijos y pobladores Betijoqueños, recuerdan su presencia activa, como integrante o colaboradora de comisiones o equipos de trabajo escogidos en la comunidad para conquistar, entre otras obras de importancia: Acondicionamiento y ampliación de la estructura física al igual que el equipamiento de mobiliario de la biblioteca y laboratorio del Liceo Emiro Fuenmayor. Creación y puesta en marcha del bachillerato completo en la antes nombrada institución educativa durante horario nocturno. Asignación por parte de la municipalidad del terreno y consecución en distintas instancias de los recursos requeridos durante la construcción del Terminal de Pasajeros de Betijoque. Edificación, dotación general y puesta en funcionamiento de la Escuela Pedro Lucas Espinoza del sector las rurales de Betijoque. Construcción y operatividad de los tanques de agua potable en la población de Betijoque. Construcción de la boca toma en la Amarilla y aducción de tuberías para el acueducto propio de Betijoque. Arborización que luce la actual Plaza Bolívar del poblado. Aprobación por parte del Concejo Municipal de Betijoque de la donación de los terrenos para el CILARR.

“Los Asomaos”. Técnica creyón. Medidas 0,30 mts X 0,40 mts. Foto Luis Huz Ojeda.

 

Despertar de nuevo

Alejada voluntariamente del trajín político y comunitario, ávida de emociones, sin andarlo buscando, ni proponérselo uno de esos días colmados de mágico encanto, desde las primeras horas de la madrugada comenzó a llover sin parar hasta bien entrada la mañana, como a eso de las ocho, ante el asomo del sol Omira Lugo aprovecho este hecho para salir al solar de su casa, a valuar la alegría de las plantas de su jardín después de ese torrencial aguacero, entretenida con el impresionante rojo de las flores del bucare plantado al centro del terreno, instintivamente fija la mirada hacia el cielo, se detiene y aprecia la majestuosidad de colores que en ese instante muestra el imponente Arco Iris, este escenario la transpone imaginativamente a los tiempos vividos junto a la Nona Elvira Lugo, revive los juegos de la niñez, sus vespertinos paseos por la orilla de la quebrada, las figuras de muñecos y animales que hacía de barro, las negras de trapo, sus vuelos espirituales sobre el verdor de centenarios los árboles plantados alrededor de la quebrada,  siente el despertar de su pasión por el volumen, los colores y las formas, de repente escucha cantar el gallo y vuelve a la realidad, y empieza a planificar cómo hacer realidad todo ese cumulo de ideas y sueños reprimidos en su interior por tantos años, varias veces intenta retomar el registro de su cambiante imaginario sobre cualquier superficie. Hasta que resuelve hacerlo cuando nadie la interrumpa con interrogantes.

Trabaja su creación artística de noche, antes de la amanecida, en las horas que el silente nocturnal aflora, casi en secreto, evadiendo toda presencia humana, evitando la distracción para sacar el máximo provecho al momento de la inspiración artística. Actuando como Búho, ave nocherniega por excelencia “Para las tribus de los zulú en África, el Búho es un emblema de libertad que simboliza la magia lunar y su clarividencia, la luminiscencia del lado oscuro del ser”, se extasía al juguetear con el pincel en el momento de plasmar sobre blanca tela u otra superficie todas las tonalidades del verde de la montaña, los azules del cielo, amarillos del sol… del mismo modo usa sus manos cuando cincela la piedra, moldea la arcilla, hace el vaciado de cemento y marmolina obteniendo hasta lograr ver en sus escultura el rostro de los personajes que admira, gente del común, pueblo, próceres de la patria, otros imaginados, despierta de un sueño interrumpido cuando era niña, plasmando pensamientos e imaginería que le agobiaban la mente en realidad, su interior creativo florece de nuevo, empieza a desarrollar sus trabajos de dibujo, escultura, pintura, muñequería o cualquier otra expresión plástica, dando así, de esta forma vida a su obra artística, que según sus palabras; “solo mostraba ocasionalmente estos trabajos a familiares y amigos de extrema confianza, pues sentía temor a que no gustasen y su obra fuese rechazada”.

“La Abuela y Nieta”. Mascaras. Técnica cemento con marmolina. Foto Luis Huz Ojeda.

Por comentarios surgidos de algunos amigos de su entorno, conocedores del arte popular el entonces director del Museo de Arte Popular Salvador Valero, del NURR-ULA, Francisco Prada Barazarte se entera de su existencia, y durante un viaje a la zona baja se detiene al frente de su casa se le presenta, ella impresionada ante tan inesperado visitante cede a mostrarle sus creaciones, el impactado ante este nuevo descubrimiento le motiva a que someta sus temores, se atreva a participar con su obra en el próximo Salón de Arte Popular “Salvador Valero”, ante la negativa inicial, Omira sigue recibiendo eventuales visitas de Prada y ante tanta insistencia lo piensa, consulta con su gente, se decide y asume el reto, siendo este el comienzo de una prolífica carrera que le ha permitido cristalizar sus sueños infantiles, logrando que su arte sea reconocido nacional e internacionalmente siendo hoy en día la más genuina representante del arte popular nacional y Embajadora Cultural Popular del Estado Trujillo y El País Nacional ante el mundo.

No conteste con su extraordinaria obra pictórica, Omira Lugo la mujer con fino humor a flor de piel, también tiene expresión literaria, un corto, seductor e interesante Libro de sus memorias, titulado “Autobiografía” ilustrado con 19 fotografías de su obra plástica, y la presentación de la Licenciada Carmen Araujo especialista en museología, invitamos a su lectura.

Conversaciones con Omira Lugo de Arguello; Rafael de Jesús Arguello González; Francisco Prada Barazarte, sus hijos Leonardo Rafael; Rafael Jesús; Emiro Enrique; Gustavo Rafael Arguello Lugo.

“Los Tres Magos de Oriente”. Técnica Acrílico sobre lienzo. Medidas 0,91 mts X 0,97 mts. Luis Huz Ojeda.

 

 

 

 

 

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