Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
Una de las cosas más sorprendentes e impactantes es ver cómo puede cambiar en el transcurso de la historia la valoración del ocio creativo intelectual en comparación con el trabajo manual.
En la antigua Grecia y Roma se valoraba la política, la filosofía, la retórica, el arte, la estética, las artes militares, pero el trabajo manual era realizado por los esclavos y era considerado denigrante para un hombre libre.
En efecto, muchos estudiosos del llamado ‘Milagro Griego’ todavía debaten sobre las causas de esa fabulosa experiencia en la antigua Grecia donde nació la filosofía, la democracia, el teatro, la historia, la estética y paremos de contar. Pero todos esos autores están de acuerdo en que uno de los pre-requisitos indispensables fue que el trabajo era realizado por los esclavos, lo cual permitió el ocio creativo de grandes genios en las mencionadas ramas. Es muy duro reconocerlo, pero esa es la realidad histórica. Nuestra civilización en un buen grado proviene de la antigua Grecia y nunca la hubiéramos heredado sin la sociedad esclavista griega. El hecho cierto es que durante siglos la educación de toda persona ilustrada, inclusive reyes, gobernantes y estadistas de todo tipo, contemplaba el estudio a fondo de los clásicos greco-romanos, y hasta comienzos del siglo XX todos los grandes autores que han marcado hitos en la historia de la humanidad en lo que respecta al pensamiento y el conocimiento: Filósofos, científicos, literatos, artistas de todo tipo, dominaban muy bien esos clásicos…¡Era algo impensable que un autor ilustrado no los dominara!!!.
Veamos algunas citas de autores clásicos sobre el trabajo manual.
El historiador griego Heródoto (484-aprox. 425 A. de C.) ha sido denominado ‘El Padre de la Historia’ y en sus conocidas ‘Historias’ dice: “No puedo decir con certeza si esto lo han adoptado los griegos de los egipcios, pues veo que tracios, escitas, persas, lidios, y casi todos los bárbaros, tienen en menor estima entre sus conciudadanos a los que aprenden algún oficio y sus hijos; y tienen por nobles a los que desechan los trabajos manuales (…) Lo cierto es que han adoptado este juicio todos los griegos…” (Libro Segundo, Sección 167)…Es importante informar al lector que los griegos llamaban ‘barbaros’ a todos los pueblos extranjeros.
El gran filósofo griego Platón (aprox. 429-347 A. de C.) está considerado como uno de los más importantes en toda la historia del pensamiento, y en su famosa utopía: ‘La República’, el notable filósofo Sócrates (Aprox. 470-399 A. de C.), plantea una sociedad con tres clases sociales: 1) ‘Guardianes Gobernantes’ preparados en filosofía para gobernar con sabiduría, 2) ‘Guardianes Auxiliares’ o ‘Guerreros’, sobresalientes por su coraje para defender la sociedad, y 3) Los trabajadores manuales y los comerciantes que mantendrían con su trabajo a la sociedad.
Los ‘Guardianes Gobernantes’ y los ‘Guardianes Auxiliares’ no podrían poseer propiedad privada personal. Solamente el tercer estrato, los trabajadores y los comerciantes, podrían poseer propiedad personal.
Platón señala sobre los ‘Guardianes’: “Ninguno de ellos tendría ninguna propiedad privada, excepto la que sea absolutamente indispensable (…) Estos preceptos garantizarían no solamente su propia integridad, sino también la integridad de la comunidad (…) Con propiedad privada, ellos correrían hacia su propia corrupción y la de toda la comunidad” (Libro III, 416d-417b).
Los ‘Guardianes Gobernantes’ y los ‘Guardianes Auxiliares’ practicarían la comunidad de las mujeres y los hijos, es decir, ningún hijo sabría quién es su verdadero padre y todos serían criados de manera comunitaria. Aparentemente las relaciones sexuales serían al azar, pero secretamente los ‘Guardianes Gobernantes’ propiciarían las relaciones entre los hombres mejor dotados físicamente y mentalmente y las mujeres mejor dotadas, con el fin de tener hijos bien dotados. Dicho en otras palabras se practicaría una eugenesia. Los bebés que nacieran con alguna deformidad serían eliminados (infanticidio).
Platón también plantea que los ‘Guardianes’ futuros gobernantes, desde niños deberían recibir la más rigurosa educación moral (Libro III, 401e-402a). Por eso dice: “Alguien que permanezca sin defectos en todas las pruebas – como niño, como joven y como adulto – debería hacerse gobernante y guardián de nuestra comunidad (…) Pero cualquiera que se corrompa, debería ser excluido” (Libro III, 413e-414a).
Solamente los niños que desde pequeños manifestaran aptitudes serían educados cuidadosamente para ser ‘Guardianes Gobernantes’ o ‘Guardianes Guerreros’. En los Libros 2 a 4 de ‘La República’ Sócrates plantea que los jóvenes candidatos a ser ‘Guardianes’ serían entrenados en gimnasia (para fortalecer el carácter) y en música. Esa educación duraría hasta los 20 años y solamente los que la culminaran con éxito, podrían optar a ser ‘Guardianes Gobernantes’ y los demás quizás podrían llegar a ser ‘Guardianes Auxiliares’. En los Libros 5 a 7 de ‘La República’ Sócrates plantea que los candidatos a ser ‘Filósofo Rey’ tendrían que someterse a un exhaustivo programa adicional de formación durante 15 años en matemáticas y filosofía moral. Después, en el caso de haber culminado exitosamente el programa de estudios, al cumplir 35 años, el candidato se dedicaría durante 15 años más a la política práctica. Solamente a los 50 años podría optar a ser ‘Filósofo Rey’. Los posibles ‘Guardianes Gobernantes’ que se hayan formado exitosamente se turnarían en el trono como ‘Reyes Filósofos’.
Durante toda su instrucción, un posible candidato a ser ‘Guardián’ sería cuidadosamente observado para ver si manifiesta alguna tendencia a obtener beneficios personales y en ese caso sería descartado de inmediato. De esa manera, solamente los que manifiesten una tendencia a beneficiar a toda la comunidad, podrían seguir en su programa de instrucción para llegar a ser ‘Filósofo Rey’.
Las mujeres podrían optar a ser ‘Guardianes’, lo cual era un gran avance en esa utopía, si se considera el papel meramente doméstico que desempeñaba en la sociedad griega real de esa época, ya que era discriminada y no participaba en la vida política. Asimismo, en esa sociedad utópica, algunos hijos de los trabajadores que demostraran aptitudes desde pequeños, podrían llegar a ser ‘Guardianes’, pero por lo general la movilidad social entre las clases sería pequeña.
Resulta demasiado obvio que en esa sociedad utópica de Platón, los trabajadores manuales y los comerciantes serían menospreciados.
Asimismo, Platón en su obra ‘Leyes’, en el Libro XI expresa apreciaciones muy negativas hacia los comerciantes especuladores.
De hecho, en la mitología griega Hermes era el dios de los comerciantes y los ladrones (1).
Por otro lado, el gran filósofo griego Aristóteles (384-322 A. de C.) en su importante obra ‘Ética Nicomáquea’ dice: “El esclavo es un instrumento viviente y el instrumento es un esclavo sin vida” (Libro VIII, 11, 1161b, 3-4). Pero en su obra: ‘Política’ vislumbra la posibilidad de que los instrumentos hagan el trabajo: “Podemos imaginarnos una situación en la cual cada instrumento pudiera hacer su trabajo, al recibir una orden (…) Si las lanzaderas tejieran así y las púas tocaran el arpa por sí mismas, los maestros artesanos no necesitarían ayudantes ni los señores necesitarían esclavos” (Libro I, Cap. 4, 1253b23).
Aristóteles, en su ‘Ética Nicomáquea’ plantea reiteradamente que la felicidad radica en el ejercicio de las virtudes, es decir, en una vida virtuosa. Pero también pone énfasis en que el mejor tipo de felicidad para un ser humano es el pensamiento filosófico o ‘contemplación’ (teoría) y dice: “Aparte del hombre, todos los demás seres vivos se hallan en la imposibilidad de gustar la felicidad, porque les está negado el participar de la contemplación. Por consiguiente, la felicidad es coextensiva con la contemplación. Cuanto más se desarrolla nuestra facultad de contemplar, más se desarrollan nuestras capacidades de felicidad y esto no de una manera accidental, sino en virtud misma de la naturaleza de la contemplación. Esta es preciosa por sí misma, y aún se podría decir que la felicidad debe ser alguna forma de contemplación” (Libro X, Cap. 8, 1178b, 27-31).
Por otra parte, el historiador griego Plutarco (aprox. 50-120) en sus ‘Vidas Paralelas’, cuando trata la vida del legendario legislador espartano Licurgo, que se cree que vivió en algún rango de años comprendido entre 1000 y 776 A. de C., refiere que: “Los egipcios dicen que él viajó hasta Egipto, y que admirado en particular, de la separación de la clase guerrera con respecto a las demás, llevó tal separación a Esparta, y, al eliminar el contacto con las ocupaciones bajas de obreros y artesanos, dio refinamiento y belleza al estado” (2).
En el caso de Roma, también había un menosprecio hacia ciertas ocupaciones manuales. El historiador romano Tito Livio (59 A. de C. – 17) en su ‘Libro Primero’ sobre la historia de Roma, refiere que Lucio Junio Bruto (Siglo 6 A. de C.), fundador de la República Romana, organizó el alzamiento contra el último rey de Roma, el rey tirano Tarquino el Soberbio (534-510 A. de C.). Uno de los argumentos que utilizó Lucio Juno Bruto contra el tirano fue: “La arrogancia del rey y cómo los plebeyos habían sido forzados a cavar trincheras y cloacas: los hombres de Roma, victoriosos sobre todos sus vecinos habían sido convertidos en despreciables trabajadores esclavos y trabajadores en minas, pero ya no eran guerreros” (3).
No obstante, quizás el autor que expresó el mayor desdén hacia el trabajo manual y el comercio, fue el gran orador y estadista romano Marco Tulio Cicerón (106-43 A. de C.). Una de sus obras más importantes es: ‘Los Deberes’ y sobre las profesiones dice: “En cuanto a las profesiones y otras fuentes de ganancia, cuáles deben considerarse como dignas del hombre libre y cuáles propias del hombre innoble, se nos han transmitido las reglas siguientes: en primer lugar, son mal vistas las profesiones y oficios que suscitan el odio de los hombres, como los recaudadores de impuestos y la de los usureros. Bajas y sórdidas se consideran las ganancias de todos los jornaleros, y de todos aquellos a quienes se compra no sus artes sino su trabajo; porque en éstos su propio salario es un título de servidumbre. Asimismo se ha de tener por oficio bajo el comercio de los que compran a otros para volver a vender, pues no puede tener algún lucro sin mentir mucho, y no hay vicio más feo que la mentira. Además, es bajo todo oficio mecánico, no siendo posible que en un taller se halle cosa digna de una generosa educación (…) En cambio, todas aquellas profesiones cuyo ejercicio requiere una habilidad especial o mayor ingenio, y que son útiles a la humanidad como la medicina, la arquitectura, la filosofía o la enseñanza superior, son honrosas para quienes las cultivan. El comercio, si es pequeño, no puede reputarse decoroso; si se hace en gran escala y en cantidad, y trae y distribuye las mercancías de todas partes y por todas partes, a base de buena fe, no se ha de condenar totalmente (…) Mas entre todos los oficios por donde se adquiere alguna ganancia, el mejor, el más provechoso, más delicioso y digno del hombre libre es la agricultura” (4).
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) era muy duro para expresar sus puntos de vista y en el ‘Prefacio’ de fecha 1871 de su obra: ‘El Estado Griego’, que nunca escribió ni publicó, dice: “Dignidad del trabajo’ (…) Los griegos consideraban que el trabajo es una desgracia y lo expresaban con franqueza (…) Desgracia en realidad por el hecho de que es imposible que un humano, luchando por la continuación de su mera existencia, pueda ser un artista”.
Después de ver estas apreciaciones de estos autores, resulta demasiado obvio que reflejan las sociedades esclavistas de la antigua Grecia y Roma.
En la ‘SEGUNDA PARTE’ del presente artículo veremos concepciones de autores que defendieron el papel histórico del trabajo manual.
NOTAS: (1) Pag. 262 en Pierre Grimal ‘Diccionario de Mitología Griega y Romana’. Editorial Paidós (1981). (2) Pag. 52 en ‘Plutarch. The Lives of the Noble Grecians and Romans’. Translated by John Dryden. Modern Library. (3) Pag. 69 en Book One. Chapter 59, In ‘Livy. The Rise of Rome. Books 1-5’. A new translation by T.J. Luce. Oxford World’s Classics (1998). (4) Las citas de Cicerón las he tomado de varias traducciones. De Pags. 57-59 en ‘Book One. Sections 150-151’ en ‘Cicero. On Duties’. Edited by M.T. Griffin and E.M. Atkins. Cambridge Univ. Press (1991). También de Pags. 50-51 en ‘Book One. Sections 150-151’ en ‘Cicero. On Obligations’. A New Translation by P.G. Walsh. Oxford World’s Classics (2000). También de Pags. 134-135 en ‘Libro Primero. Cap. XLII, Secciones 150-151’ en ‘Sobre los Deberes. Cicerón’. Traducción, Introducción y Notas de José Guillén Cabañero. Alianza Editorial (1989).
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