Obispo Divassón, SDB: solidaridad y esperanza para el país

(ANS – Caracas) – El último testimonio que llega desde Venezuela, lamentablemente confirma la condición de extrema debilidad en que se encuentra la población. Monseñor José Ángel Divassón Cilveti, salesiano, que fue Vicario Apostólico en la ciudad amazónica de Puerto Ayacucho durante casi veinte años y que ahora reside en la capital del país, Caracas, da voz al profundo malestar de estos meses.

La condición de vida, si no ha empeorado en términos absolutos tras el agravamiento adicional debido a la pandemia Covid-19 (respecto de la cual no se ven respuestas efectivas), ciertamente se ve agravada por la pérdida de confianza en la posibilidad de ver la luz en el fondo del túnel. En efecto, la tragedia de Venezuela parece residir en el congelamiento de cualquier margen de maniobra para resolver la emergencia humanitaria existente.

El obispo Divassón menciona su reciente reunión con una funcionaria pública jubilada, que se encuentra en una situación tan limitada que ni siquiera puede acceder a la atención médica. Este es solo uno de los millones de casos en los que los ciudadanos tienen que encontrar alguna forma clandestina para sobrevivir. “La gente se las arregla – dice -. Se toma algo y se sigue adelante. Los salarios que se pagan a los trabajadores son ridículos. Al tener más de 70 años, estoy jubilado, pero lo que recibo no llega al equivalente a 1 euro al mes. Tengo la suerte de vivir en una comunidad y juntos nos adaptamos, podemos tener recursos, soluciones por algún otro lado. Pero la gente pobre no”.

Esto explica por qué 5 millones y medio de venezolanos en los últimos años han emigrado a otros países. La realidad a menudo es ignorada, silenciada o distorsionada y la opinión pública internacional no está al tanto de lo que está sucediendo en Venezuela. La Conferencia Episcopal de Venezuela denunció la falta de un deseo real de conciliación política, aunque no se cansa de apoyar los esfuerzos de diálogo.

La mirada del salesiano y del párroco Divassón Cilveti, lleva a reconocer la presencia de un hilo de esperanza. “Hemos recibido mucha solidaridad, incluso desde afuera. Ciertamente podría ser mucho más, lo siento desde mi experiencia en Puerto Ayacucho. Hay mucha gente en todas partes que son solidarias, que quiere ayudar. Hay que encontrar los caminos para que la ayuda llegue a donde tiene que ir y muchos son conscientes de que tienen que hacerlo”.

Ante la necesidad de salir del impasse actual, solo queda volver a proponer la disponibilidad que queda en la población. El prelado explica: «Hay una actitud de la gente que es interesante: hay fe en que todo esto cambiará, se ha descubierto una gran capacidad para entregarse, para compartir … Así como hay gente que se aprovecha para tener más, al mismo tiempo hay personas con una gran capacidad de compartir, de solidaridad. La esperanza no se ha perdido”.

Y concluye: “Necesitamos dialogar, necesitamos encontrar una expresión de la voluntad popular. Quien debe tener la última palabra es el pueblo, el país, los ciudadanos, a quienes hay que dar la seguridad de poder hablar y elegir”.

Más información está disponible en: www.missionidonbosco.org

Fuente: https://www.infoans.org

 

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