O nos unimos o nos aplastan

Gladys Socorro

Esto pica y se extiende. Las semanas y meses por venir lucen interesantes para la política nacional. Aquí no hay nada escrito, por el contrario, todo puede cambiar de manera radical para los actores tradicionales. La alta abstención registrada en las elecciones del domingo habla de la rabia, la desesperanza y el hastío que agobia a los venezolanos. Pero que nadie se equivoque sacando cuentas. Este pase de factura no es sólo al mal gobierno de Nicolás Maduro, también tiene en la mira a la Mesa de la Unidad Democrática por su incapacidad de ponerse de acuerdo para salir al ruedo con un candidato único que impulsara la lucha por unas elecciones que cambiaran el rumbo del país. A todos les llegó la hora de poner sus barbas en remojo.

Se acabaron los mitos. Las habladurías pasaron a ser hechos demostrables. A partir del domingo las denuncias de fraude electoral dejaron de ser ante el mundo entero meras palabras para estar debidamente sustentadas. Maduro quedó desnudo. La escasa participación electoral da cuenta del mínimo respaldo que tiene en la base del chavismo. Le perdieron el miedo a sus mecanismos de presión. Las estadísticas que hablan de un 80% de rechazo hacia su gestión pasaron a ser una verdad irrefutable.

Este logro nadie se lo puede arrebatar a Henri Falcón. Participar en la contienda le permitió documentar cada estafa del gobierno y cuantificar el descontento popular. Además, les lanzó un salvavidas a los abstencionistas que hasta la fecha o no tienen plan B o lo siguen teniendo como el secreto mejor guardado. Les trazó un plan de vuelo: presentar unidos ante el mundo las pruebas del fraude y trabajar desde ya por las condiciones electorales para unas elecciones en el último trimestre del año. No obstante, será en “los próximos días”, como dijera el presidente de la Asamblea Nacional, cuando la MUD y el Frente Amplio anuncien al país las próximas acciones que proponen. Por más que sabían lo que ocurriría el domingo, como sus voceros repiten hasta el cansancio, aún no aportan estrategias claras. Siguen en construcción.

La reina de la fiesta fue la abstención. Con ella perdimos todos. Maduro porque se convirtió en un rey sin corona, con un traje maltrecho y el señalamiento nacional e internacional por delito electoral. La oposición porque los bandos que hacen vida en ella se ofendieron e irrespetaron a niveles extremos que ahora deberá sanar. Y nosotros, los ciudadanos, porque más allá de ser un valioso reclamo, seguimos anclados bajo el yugo de este gobierno que se empeña en generar hambre y miseria, cuando pudimos haber hecho del 20 de mayo una fecha de liberación nacional.

¿Y ahora qué? Maduro seguirá recibiendo duros golpes por parte de la comunidad internacional, sin que esto se traduzca directamente en su salida del poder. Deberá sortear, entre otras cosas, las turbulentas aguas de una economía signada por el aumento descomunal de precios, la falta de credibilidad de su gobierno y unos militantes a quienes se les agotó la paciencia por las constantes amenazas, chantajes y mentiras. Mientras tanto, el pueblo se lo tendrá que seguir calando, con toda la tragedia que eso implica, mientras esta historia tenga otro desenlace. Por su parte, la unidad opositora deberá demostrar de qué está hecha. Su supervivencia dependerá de la capacidad de interpretar el clamor popular para asumir los correctivos necesarios a su accionar.

Pero, por sobre todas las cosas, la MUD y el Frente Amplio deben comenzar a hablarle con sinceridad a la gente. Su llamado a la abstención lo justificaron en la idea de que a partir del 20 de mayo Maduro sería un presidente ilegítimo, y apenas un día después, el presidente de la Asamblea Nacional, en representación de ambos bloques, le decía al país que este gobierno tiene legitimidad hasta enero del próximo año. ¿Y entonces? Y si retrocedemos la película, nos encontramos con que esta misma oposición ya lo ha declarado como un presidente en desacato, y después lo destituyeron por corrupción por el caso Odebrecht, alardeando hasta de orden de captura internacional en su contra. Nada de eso ha pasado. Todo ha sido una mentira, y esta oportunidad no será la excepción. ¿Hasta cuándo juegan con el hambre y la desesperación de la gente? ¿No se dan cuenta que la mayoría de los venezolanos no pueden más con la carga que les ha tocado llevar? ¿Hasta cuándo sacan sus cuentas desde la comodidad de un salón de reuniones?

La bola está nuevamente en el terreno de la oposición. Una vez más la salida definitiva de este gobierno depende del trabajo que unidos puedan hacer. ¿Serán capaces de dejar los egos a un lado por el bien del país? ¿Serán capaces de sentarse todos en una misma mesa para llegar a acuerdos que beneficien al colectivo? ¿Serán capaces de llevarnos a puerto seguro en medio de esta tormenta, o por el contrario, pasarán a compartir los altos niveles de rechazo con Nicolás Maduro? Algo ya deberían tener muy claro: o nos unimos o nos aplastan.

@gladyssocorro

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