“Nunca habíamos estado en una situación así”

Los residentes del edifico Mediterráneo en Trujillo Capital atraviesan una de sus peores crisis con el agua, adultos mayores tienen que hacer constantes viajes a pie para abastecerse.

“Es algo que nunca nos imaginamos cuando llegamos acá, nunca habíamos estado así”, me dice Alfonso Coronado, 89 años, mientras lo acompaño a su rutina diaria de buscar agua en la plaza de San Jacinto, única fuente segura para todos los residentes del Edificio Mediterráneo.

Con la llegada de las lluvias, los habitantes de este lugar esperan olvidar los tiempos más duros que han vivido, sobreviviendo sin agua, adaptándose a guardar y recoger el vital líquido.

Trujillo atraviesa una fuerte crisis con el agua, “aquí es peor porque ni siquiera nos llega al jardín, ni una hora; a otras personas si les llega y no tienen que caminar tanto”, resalta  algo furioso por la posible injusticia que existe.

Con una sequía nunca antes vista y el mal mantenimiento del acueducto, la capital del estado ha enfrentado fuertes racionamientos de hasta 5 días; zonas como El  Prado tienen que hacer viajes hacia las tomas de agua cercanas para abastecerse. Situación calcada a lo que viven estas personas de San Jacinto.

Agua segura a 500 metros

Los recuerdos del agua saliendo por las tuberías del  edif. Mediterráneo son flashbacks que generan nostalgia. Desde hace más de ocho meses han tenido que hacer esta ruta para sobrevivir “Gracias a Dios que tenemos esta agua segura aquí, porque si no, esto sería imposible”, dice Teresa Araujo, 49 años, que antes hacía estos viajes, de más de 500 metros, con su carro, pero la crisis de la gasolina ha impedido que pueda hacerlo y se ha tenido que adaptar.

Todos los días la visita a la plaza es obligada; recorriendo una cuesta que de subida hace que el viaje sea más agotador para quienes la transitan cargados. Durante la mayor parte del día el agua no llega, pero a partir de las 5 de la tarde la presión es muy buena, allí se llenan todos los bidones, botellas y garrafas.

Un mes atrás la llave de la plaza se dañó, dejando a esta comunidad sin acceso al vital liquido, Coronado tuvo que prestar la llave de su fregadero para poder abastecerse, “tienes que arreglar las cosas por tu parte, porque si confías en la Alcaldía quién sabe para cuándo lo harán”, comenta, dejando muy en claro que cuando esto se resuelva volverá a llevársela.

Los adultos mayores son los más perjudicados

El Mediterráneo es un conjunto residencial de clase media, habitado por su mayoría de personas de la tercera edad ya retirados; además de Coronado, Eglee y Amable Silva, de 60 años, tienen que hacer su travesía caminando, desgastándose diariamente y midiendo sus esfuerzos.

Amable  lleva más de una semana en cama teniendo reposo, su esfuerzo por llevar un bidón en una carretilla y subirlo por más de tres pisos le afectó sus tres hernias discales. Ahora no puede moverse y tuvo que aplicarse una inyección para calmar el dolor de espalda.

Afortunadamente, Coronado tiene el apoyo de su sobrino para cargar los bidones de arriba abajo; no obstante él va y los llena a la plaza y luego los trae a pie arrastrándolos con un carrito y los deja en la entrada  de su edificio para que luego su sobrino los suba.

Han intentado de todo

En todo San Jacinto la crisis del agua es grave, pero no existe comparación cuando hablamos del Mediterráneo, las casas y edificios allegadas escuchan a diario el sonido de las rueditas que transportan los recipientes del agua.

La comunidad ha intentado de todo para tener algunos días de agua; Hidroandes ha visitado el lugar y su veredicto es que la presión de agua no es suficiente;  además las bombas y tanques adyacentes succionan lo poco que llega, haciendo imposible la llegada del vital líquido.

La ayuda de camiones cisternas de la Alcaldía ha sido una opción, pero la altura de más de 15 metros de la edificación dificulta surtir el tanque; la presión o las mangueras son un problema para llenarlo.

Hace más de una semana, el tercer intento durante ocho meses de crisis de llenar el tanque fue truncado, más de tres horas intentando no fue suficiente; la situación dejó desmoralizados a la comunidad: “tanto nadar para morir en la orilla, uno busca todas las formas pero no hay manera”, decían los residentes con cara cabizbaja.

No se sabe que pasará a futuro con la llegada de las lluvias, con el río Castán en sus números más bajos. Mientras tantooronado y sus vecinos están ya resignados, cargan agua en un país que sufre los mismos males, y a pesar de que quieren salir corriendo de ahí,  no tienen muchas opciones de solventar esta situación.

“Esto va para largo, es impresionante a lo que hemos llegado”, enfatiza moviendo la cabeza de un lado a otro con desesperación.

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