La Nuevas Realidades obligan a adoptar Nuevos Paradigmas. Hace ya mucho tiempo que sabíamos que muchos de los paradigmas de base de la cultura occidental no nos servían para vivir y convivir bien. Entre ellos, el individualismo competitivo, el materialismo, el hedonismo y el racionalismo extremo.
Pero los paradigmas no caen fácilmente. Los humanos sufrimos de parálisis paradigmática. Nos apegamos a nuestras creencias y modelos mentales. Nos negamos a aceptar nuevos paradigmas, aunque sus ventajas respecto a los dominantes sean evidentes.
Son las crisis, especialmente las grandes crisis, las que logran destronar a los viejos paradigmas. Eso ya empezó a ocurrir con la pandemia que estamos sufriendo y se profundizará en el tiempo.
La forma de pensar y diseñar los sistemas de salud cambiará radicalmente y a nivel planetario.
La educación cambiará también profundamente, en la filosofía, los contenidos y las metodologías de enseñanza.
Estos dos cambios de paradigma están garantizados porque, aparte de las lecciones que dejará la catástrofe del Covid-19, la 4ª Revolución Industrial, la de la Internet de las Cosas, Inteligencia Artificial, Robótica y Bioingeniería, ya los venía forzando.
Una Revolución Paradigmática absolutamente clave será en el ámbito de la política y los sistemas y estilos de gobierno.
Desafortunadamente, esta innovación radical no está garantizada. Es la más urgente de todas, pero también la más difícil y compleja. Ello es así porque este cambio de paradigma impacta en las correlaciones de poder. La defensa de los que viven en y de los viejos paradigmas será muy fuerte.
Esta innovación radical ocurrirá sólo si otra le precede: un fuerte incremento en la participación democrática, informada y responsable. Si los ciudadanos siguen creyendo que su único rol es, cada cierto tiempo, elegir autoridades, ella no ocurrirá y los países, regiones y municipios enfrentarán crecientes problemas para desarrollarse y sustentarse.
Es imperativo, cada vez más, exigir de los que dirigen los poderes del Estado, especialmente del Poder Ejecutivo y Legislativo, eficacia, eficiencia, prontitud, transparencia, probidad y genuino compromiso con el bienestar y desarrollo integral de las comunidades a las cuales se deben y representan.
Se hace urgente fortalecer significativa y rápidamente la sociedad civil y sus múltiples formas de organización. Urgente es también profundizar en la descentralización, acercando al máximo la toma de decisiones a la localidad, al territorio.
Un nuevo paradigma de liderazgo se hace también necesario: líderes de nivel 5, como se les denomina en el ámbito de la gestión de empresas. Personas que no sólo se mueven por propósitos nobles, sino que, además, tienen actitudes, competencias y conductas diferentes de las que tradicionalmente se les asigna a los líderes.
Los estudios de empresas innovadoras y pioneras a nivel mundial muestran que los verdaderos líderes, los que hacen la diferencia en el funcionamiento de las organizaciones, no pretenden ser los que generan la visión y diseñan la estrategia. No buscan figurar y no son necesariamente carismáticos ni grandes comunicadores. Suelen ser humildes, incluso introvertidos.
Estos nuevos líderes destacan por su foco y compromiso con animar, movilizar, empoderar y hacer crecer a las personas que conforman la organización. Destacan por poner en contacto y hacer conversar a personas que normalmente no lo hacían.
Si ello está ocurriendo en empresas privadas, ¿por qué no puede ocurrir en el mundo de lo público, que lo necesita urgentemente?
Esta mega crisis puede ser una gran oportunidad para que sí ocurra. Pero sólo ocurrirá si los ciudadanos más conscientes y competentes dan un paso adelante y asumen, personalmente, roles de liderazgo, o participan activamente en la identificación y motivación de otros potenciales líderes de este nuevo cuño.
Seguiremos conversando…
** Académico de la Universidad de Chile