Luis A. Villarreal P.
Pese a exhibirse a Venezuela como un país eleccionario por excelencia, y a la postre de tener al respecto «la mejor y más segura plataforma tecnológica del mundo», el electorado venezolano ha venido experimentando circunstancias difíciles en su institucionalidad democrática, y primordialmente sobre el sistema electoral —espina dorsal del sistema político realizador de libertades, Estado de derecho y voluntad popular—, cuyas normas y procedimientos no terminan de configurar y generar condiciones hacia incentivo ciudadano, tendientes a facilitar la participación y en consecuencia elevar la evolución de la democracia.
Como lo expuesto parece paradójico, y lo es, mucha gente, dentro y fuera, piensa en el infortunio electoral venezolano, en cuanto muchos se atreven a participar, incluso bajo condiciones desfavorables y restrictivas ofrecidas por el ente rector en el cual creen o deben creer. Entonces, teniéndolo todo: ‘versátiles’ leyes, tecnología de procesamiento de datos, práctica comicial y concurrencia, pues no se produce eficacia ni satisfacción electoral, en vista de no concordar con la expectativa de muchos sobre tan importante y crucial institución.
Para el próximo mes está prevista la aprobación de la reforma a las leyes orgánicas de: Partidos Políticos y manifestaciones públicas; Procesos electorales; y, la Ley del Poder Electoral
Aparentemente este sería el regalo de Navidad. Por cierto, en el entendido de una Asamblea Nacional pro oficialista ajena a la negativa de una Plataforma Unitaria Democrática arguyendo estar lejos de prestarse a ese cometido tildándolo de simple propaganda. Entonces, he aquí un punto fatalmente discordante, de profunda e irreconciliable asimetría democrática; dando además de qué hablar y sobrada preocupación. No, en cuanto ya se sepa y se comprenda la razón y postura de la Plataforma Unitaria, sino por el deber de dejar claros sus argumentos ante el país, a pesar de todo.
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Participación política, sin chistar
El trance electoral
que viene atravesando Venezuela
es inédito; y ya
es causante de nuevas
preocupaciones, sin tan siquiera
llegar al 10 de enero,
fecha de inicio del nuevo periodo
presidencial. Esfuerzos
y notable alboroto
siguen mostrando el radical propósito
de reformar las leyes
electorales, cuyo principal
objeto simplemente
es obstaculizar
participación a quienes están
en firme desacuerdo
con los controvertidos resultados
de julio o estén opuestos,
y en claro desacato,
a las normas comiciales de este año.
L A V P
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También se ha tenido en cuenta el nombramiento del Contralor y la ratificación del Defensor del Pueblo y el Fiscal General, aunque en estos últimos se presumían reemplazos. Luego de haber reiterado —el poder central sobre todo— la continuidad del ideario comunal, promoción turística, entre otros aspectos; se ha incluido la celebración del 83.° aniversario de vida del recordado cantautor venezolano Alí Primera, porque quienes mueren por la vida no pueden llamarse muertos.
Muchos, seguramente, se han sumado a esta comprensible fiesta popular, siempre aceptando el genuino uso de su canto para enaltecer nuestros valores culturales y ciudadanos; con el debido respeto por el pueblo al que se consagró, en aras de reivindicarnos bajo la identidad bolivariana rebosante de dignidad republicana y enseñanza institucional, tendientes a honrar nuestra Patria desde una ávida ciudadanía.
Echamos de menos su poesía hecha canción, precisamente a la ‘luz’ de los acontecimientos políticos venezolanos de sufrimiento y confusión, de emigración; pero también de ansias por recorrer los caminos de esa Patria intrínsecamente venezolana por él valorada y enaltecida: abierta al mundo de la libertad y esperanza, al intenso compartir de proporciones realmente humanas.
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Se acercan tiempos tormentosos, en los cuales va hacer mucha falta estar en sintonía y muy conscientes de los posibles escenarios; sin perder, claro está, la sindéresis; y, sobre todo, la confianza en los venezolanos al frente de serias responsabilidades, siempre acompañados de una ciudadanía aspirante y prometedora, convencida de asumir su verdadero rol en la necesaria transformación de nuestro país.
Nos aproximamos al mes de enero, cuando se inician nuevos periodos de gobierno en Venezuela y Estados Unidos, augurando porque dichos mandatarios interpreten con ponderación los cambios requeridos en ambos países y en el ámbito global. Nos complace —y de eso se trata el optimismo y la buena fe— esperar los correctivos, en pro del afianzamiento a la armonía necesaria; realizándose en términos de respeto a la soberanía y la democracia, como legítimo y plausible aporte al sustento de la paz.
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