Pensando en la Venezuela post-chavista no puedo dejar de reflexionar sobre cómo vamos a resolver el tema de la división… ¡Chávez, Maduro y sus acólitos han tenido como política sembrar odio y lo han logrado! En Venezuela hay odios por razas –algo que nunca había existido- odios por estrato socio-económico, donde contradictoriamente ocurre que a quienes se odia es a los empresarios (en su mayoría honestos y trabajadores), que son quienes han echado el país hacia delante, y no a los groseramente ricos que amasaron sus fortunas robando el tesoro nacional, tanto chavistas como opositores. Hay odios por educación (¿les suena conocido el lema de Zamora en la Guerra Federal “mueran los ricos y los que sepan leer y escribir”?), una suerte de bandera para perpetuar la ignorancia y hacer más fácil la manipulación de las masas. Hay odios por pensar distinto, y aunque Twitter no es Venezuela, es una buena muestra de cómo cualquier foro o grupo se convierte en un hervidero de insultos, descalificaciones, ultrajes y mofas. España tuvo una guerra civil cuyas heridas siguen abiertas setenta y cinco años después y cada vez más expuestas… ¿es eso lo que queremos?… Todos pierden en una guerra.
Hoy es el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Aquel genocidio planificado para acabar con los judíos de todo el planeta, por fortuna no tuvo éxito
Pero quedaron como trágica huella 6 millones de muertos, entre ellos 1,5 millones de niños. Con los sobrevivientes que he conocido y en los testimonios que he leído, busco siempre la respuesta a la pregunta de cómo seguir adelante después de haber vivido la crueldad humana en toda su extensión. “No siento odio”, me dijo varias veces mi amiga Trudy Spira. “Yo estoy aquí, tengo hijos, tengo nietos. Hitler no logró su cometido”. Leyendo a Víctor Frankl, éste explica que pudo soportar aquellos horrores proyectándose en el futuro para no sufrir tanto el presente. Por ejemplo, pensando cómo explicaría a sus alumnos aquello que estaba viviendo.
Los venezolanos tenemos que reencontrarnos. Vernos de frente, darnos la mano. Que el chavismo, como Hitler, no venza en sus propósitos. Y como Frankl, pensar en cómo relatar en el futuro la historia de estos 21 años, para que al unísono exclamemos “¡nunca jamás!”.
Carolina Jaimes Branger
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